Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Amor y humildad

Es oportuno recordar lo que dice un misionero español en Manila, sobre Jesucristo. Él, siendo Dios se hizo hombre, que es casi como si un hombre se hiciera animal –la distancia entre Dios y el hombre es infinita–; y se hizo obediente como una criatura humana. Toda su vida, hasta la muerte, y muerte de Cruz, la peor de todas, es un sucederse de amor y humildad hasta la locura.

Fernando Martínez
Madrid

Ver a Dios

Hoy se habla de deportes, de política y, muchas veces, de religión. Algunos se confiesan agnósticos. Del libro de la Sabiduría es esta frase: «Vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios; los que, a partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a Aquel que es, y al considerar sus obras, no reconocen al Artífice» (13, 1). Mas, cuando uno no quiere creer, siempre encuentra excusas. ¿Nos extraña el argumento de los que dicen que no creen porque no han visto a Dios? Yo no veo el aire, pero percibo sus efectos. Unos notan, en su interior, la presencia divina y otros quieren ignorarla, o la buscan fuera, estando dentro, como diría San Agustín. Ver a Dios es la bienaventuranza reservada para los limpios de corazón; o sea, para los sencillos y los castos, para los que son compasivos y están libres de egoísmo, Dios no es materia, y lo captan los que saben elevarse sobre ella. Ni en esta vida ni en la otra vamos a contemplar a Dios en figura, porque Él es espíritu puro; mas la percepción de su divina esencia, amorosa y sublime, arroba el alma de los bienaventurados. Aquí, en la tierra, Dios enamora el alma de los místicos, separados de Él solo por la cortina de un velo. «Amor, ¡qué corta es la eternidad para amarte!», prorrumpió André Frossard, periodista y escritor francés del siglo XX, cuando abrió sus ojos al misterio divino tras una larga noche de indiferencia y ateísmo.

Josefa Romo
Valladolid

Educar no es solo ir al colegio

Hemos dejado las vacaciones de verano y el curso escolar está en marcha. La educación no tiene vacaciones, siempre es momento de aprender y de educar. Uno de los asuntos más importantes y graves de nuestra sociedad es la baja calidad de la educación, precisamente en una época donde existen muchos y mejores medios. La familia es la verdadera educadora, y para ello los padres deben tener más contactos con sus hijos, más diálogos y menos tele, más relación con el colegio, más implicación en sus actividades. Debemos preparar a personas íntegras, libres y respetuosas, sin perder la espiritualidad.

Alberto Álvarez
Sevilla