En una Eucaristía celebrada el sábado, con motivo de la fiesta de San Miguel Arcángel, Patrono de la Gendarmería Vaticana, el Papa Francisco alertó a la policía vaticana de que el enemigo contra el que deben estar prevenidos es el demonio. «Alguno de vosotros podría decirme: Pero, padre, ¿qué tenemos que ver nosotros aquí con el diablo? Nosotros debemos defender la seguridad de este Estado, esta ciudad: que no haya ladrones, que no haya delincuentes, que no vengan los enemigos a tomar la ciudad. También eso es verdad, pero Napoleón no volverá más, ¿eh? Se ha ido. Y no es fácil que venga un ejército aquí a tomar la ciudad. La guerra de hoy se hace de otro modo: es la guerra de la oscuridad contra la luz», explicó el Papa. Al demonio, le gusta en particular sembrar cizaña «contra la unidad» en la Iglesia, y así «intenta crear la guerra interna, una especie de guerra civil y espiritual», que «no se hace con las armas», sino «con la lengua». De ahí que el Papa dijera a los gendarmes que, si oyen a algún visitante murmurar en el Vaticano, le detengan y le expulsen.