El New Deal de Francisco - Alfa y Omega

Con esa franqueza tan propia del Far West donde nació, el arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, ha dicho que durante mucho tiempo los Estados Unidos no fueron un entorno amistoso para la fe católica, y en muchos sentidos aún no lo son. Lo ha dicho pocos días antes de que el Papa aterrizase en tierras americanas… y ha dicho la pura verdad. Como bien recuerda Chaput, Filadelfia, la ciudad que alberga el Encuentro Mundial de las Familias, sufrió durante el siglo XIX el odio anticatólico, y algo parecido sufrió Baltimore, cabeza de la primera diócesis de los Estados Unidos.

Evidentemente las cosas han cambiado mucho, aunque todavía en los años 60 del pasado siglo, la llegada de un católico a la Casa Blanca provocó tremendos recelos que fueron respondidos por el presidente Kennedy con la práctica de un dualismo entre fe y vida pública de letales consecuencias. Sin embargo este jueves Francisco hará historia, al ser el primer Papa que hable ante el Congreso. El horizonte del viaje es inmenso: la cuestión migratoria, la tutela jurídica del matrimonio tras la última sentencia del Supremo, la lucha contra la marginación que muerde en las grandes ciudades, y la libertad religiosa, «la más preciosa de nuestras libertades», como han dicho los obispos, que sin embargo se ha visto asediada por algunas medidas de la Administración Obama.

Pero Francisco viene sobre todo a confirmar en la fe a los católicos y lanzarlos a una nueva frontera de la misión. La canonización de Junípero Serra, contra viento y marea, es una señal fuerte. El Papa pedirá ofrecer un testimonio elocuente de la misericordia, que no puede estar en contradicción con el debate cultural y la denuncia de las colonizaciones ideológicas, a las que se está refiriendo cada semana.

Los problemas no vienen hoy tanto de la hostilidad exterior, que por otra parte existe y afecta a todas las expresiones de fe, sino de la secularización y la división interna. Es de nuevo Chaput, que nunca ha tenido pelos en la lengua, quien advierte que los católicos de su país tienen que ser primero cristianos, y estadounidenses después, porque en caso contrario no tendrían nada sustancial que ofrecer a su país.

Francisco lo dirá con sus propias palabras: la fe es lo sustancial, la roca sobre la que edificar pese a todas las mareas. El primer Papa latinoamericano llega al coloso del norte, un lugar decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia. Todo un desafío.