El Papa habla a un mundo en transición - Alfa y Omega

El Papa habla a un mundo en transición

En Estados Unidos, el Papa abordará cuestiones decisivas para toda la humanidad, como las migraciones, la pobreza o la familia

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Foto: AFP Photo/Mandel Ngan

Si la visita del Papa a Cuba ha tenido en buena medida que ver con la superación del pasado, la etapa de EE. UU. se centra en el futuro. Confluyen circunstancias que hacen que el viaje de Francisco sea seguido con gran expectación desde todo el planeta. Sus intervenciones abordarán aspectos como la convivencia en sociedades que están siendo moldeadas a gran velocidad por el fenómeno de las migraciones, la lucha contra la pobreza en el mundo o la defensa de la familia.

El Papa visita una Iglesia local pujante y llena de complejidades que cuenta hoy con más de 70 millones de fieles, casi una cuarta parte de la población estadounidense. Pero Estados Unidos es además el centro neurálgico del sistema internacional, el gran centro del poder mundial, sin olvidar que el primer motivo del viaje es la clausura del Encuentro Mundial de las Familias de Filadelfia, que se celebra apenas unas semanas antes de la celebración del Sínodo. Otro momento estelar del viaje del Papa será su discurso mañana ante la Asamblea General de la ONU que va a aprobar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Existen en el documento algunos puntos oscuros –los obispos africanos denuncian intentos de «colonización ideológica que pretenden destruir la familia» desde el Norte, como viene sucediendo desde hace tiempo–, pero en su conjunto los nuevos Objetivos suponen un paso en la buena dirección. Hay un salto cualitativo en el enfoque del problema del subdesarrollo. En sintonía con la reciente encíclica del Papa, se afirma que las cuestiones sociales y medioambientales deben ser abordadas simultáneamente y se subraya que la pobreza en el Sur no podrá resolverse sin atajar los estilos de vida consumistas en los países ricos.

Si Cuba afronta un período de transición, el mundo entero atraviesa hoy tiempos de grandes cambios llenos de incertidumbre. La Iglesia quiere intervenir de forma constructiva en esos procesos. No como un actor político, sino ofreciendo orientación moral a quien quiera escucharla, y a través de comunidades que den testimonio creíble del Evangelio.