«Figúrese lo que tendríamos que sufrir» - Alfa y Omega

«Figúrese lo que tendríamos que sufrir»

Ayer se celebró la fiesta litúrgica de santa Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905), fundadora de la Congregación de las Siervas de San José. Santa Bonifacia, canonizada el pasado 23 de octubre, es una de las muchas santas y santos que sufrieron serias contradicciones dentro de la Iglesia. Fue rechazada y marginada por su propia Congregación, a lo que ella, sin embargo, respondió con el perdón y la humildad. La santa lo contó en 1898 en una carta, hasta ahora inédita

Enrique García Romero

La carta-oficio es un documento autógrafo, fechado el 2 de febrero de 1898. Santa Bonifacia responde a la pregunta del obispo de Zamora, monseñor Luis Felipe Ortiz, acerca de la casa de las Siervas de San José que había en dicha ciudad. Es el único escrito de la santa en el que menciona su destitución como superiora de la comunidad de Salamanca, que ella misma había fundado. En el documento, no se percibe ningún reproche, queja o amargura respecto de las Hermanas de Salamanca. Sor Bonifacia se limita a narrar los hechos.

El hallazgo de la carta, en 1977, se debió al tesón del entonces archivero diocesano de Zamora, don Ramón Fita, que no cejó hasta abrir una estantería-secreter con correspondencia privada de monseñor Ortiz, que estuvo al frente de la diócesis de Zamora entre 1893 y 1914.

Santa Bonifacia fundó en Salamanca la Congregación de Siervas de San José en 1874, junto al padre jesuita catalán Francisco Javier Butinyà. Era un novedoso proyecto de vida religiosa. Las Siervas de San José enseñaban y ofrecían trabajo a mujeres pobres (lo siguen haciendo hoy). La primera sede de la congregación fue la casa-taller de costura de sor Bonifacia. Injustamente expulsada por sus Hermanas, santa Bonifacia fundó una nueva Casa en Zamora. En vano buscó recuperar la unidad de la comunidad, que se produjo en 1907, año y medio después de su muerte. La historia de la fundadora, sin embargo, cayó en el olvido, hasta que providencialmente, en 1941, apareció un cuaderno en el que relataba los hechos una religiosa, sor Socorro Hernández, que compartió las penurias de santa Bonifacia. El cuaderno fue enterrado en una caja de madera, junto al altar de la capilla de la Candelaria, en Zamora, de modo que, si Dios lo quería, algún día se supiera la verdad.

Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de Zamora

Accediendo gustosa al deseo de saber S. E. cómo dio principio esta fundación de Siervas de S. José de Zamora, digo con toda verdad y sencillez en la presencia de Dios, tomándolo desde el principio de su fundación.

Habiéndose fundado la primera casa de Siervas de San José en Salamanca por los años de 1874, y habiendo tenido su nacimiento dicha Comunidad en la casa paterna de la que suscribe, fui nombrada de común consentimiento de las Hermanas y por consejo del fundador, Superiora de la nueva Comunidad.

Mas como por entonces los Jesuitas de Salamanca a nuestro fundador lo destinaron a Gerona, su pueblo natal, y deseoso de que se propagase nuestra Congregación, nos instó varias veces para que fuéramos allí a fundar, mas nosotras no pudimos acceder a sus deseos por falta de personal. En vista de lo dicho, el Padre dio principio a otra nueva comunidad como la de Salamanca. Deseando vernos a todas unidas, nos mandó ir a Gerona para efectuar dicha unión. Y habiendo ido una servidora en compañía de mi querida madre, que en paz descanse, religiosa profesa, las dos con la bendición y beneplácito del Prelado, fuimos a Gerona para nuestra unión. Mas a los pocos días de estancia en dicho punto, los que empleamos en recorrer las casas que tenía allí la nueva fundación y reconocer aquellas Hermanas, en este punto recibimos una carta de la casa de Salamanca dándonos cuenta de que habían nombrado Superiora en mi puesto, lo cual pareció tan mal al fundador y a todas las Hermanas que, en vista de esto, la Superiora de allí, que venía en compañía de nosotras, se volvió para Gerona y nosotras regresamos para Salamanca.

S. E. puede figurarse lo que tendríamos que sufrir al encontrarnos con la novedad que llevo dicho. Así seguimos sufriendo hasta que comunicamos lo que nos pasaba con el Prelado [de Salamanca] y nos dijo que qué queríamos que hiciera por nosotras, y yo le propuse la fundación de Zamora. Y me dijo le parecía muy bien, que escribiese al Señor Obispo de Zamora y que le entregase las cartas, para que se hiciese la fundación como lo hacía Sta. Teresa, esto es, con beneplácito de uno y otro Prelado. Y me contestó que viniéramos y así se efectuó, prometiendo que nos protegería en cuanto pudiera y así lo ejecutó.

En vista de esto, el Señor Obispo de Salamanca nos dio su bendición y nos encargó mucho no perdiéramos la hermandad con las Hermanas de allí; por nosotras no ha quedado, pues seguimos escribiendo participándoles nuestras prosperidades, invitándolas [a] que vinieran a la inauguración de la casa y capilla, y nos contestaron que la disfrutáramos con salud, que no nos podían acompañar. Éstos son los motivos que han dado lugar para hacer esta fundación.

Zamora, 2 de febrero de 1898. B. el A. de V. E. I. La Superiora, Sor Bonifacia Rodríguez, S. de SJ