El abuelo del mundo estuvo insuperable - Alfa y Omega

El abuelo del mundo estuvo insuperable

Cada tres años, el Papa convoca en algún lugar del mundo a las familias católicas a un Encuentro para rezar, dialogar y analizar diferentes aspectos sobre la familia cristiana. La presencia del Santo Padre no es condición necesaria para que se celebre el Encuentro, aunque este factor marca una diferencia decisiva. En 2009, Benedicto XVI no pudo asistir al Encuentro Mundial de la Ciudad de México, debido al peligro que la altitud de la ciudad suponía para su salud. El referente más inmediato es, pues, Valencia. Recuerda esos días Luis María Agudo, director de la Oficina de Información del Arzobispado de Valencia

Colaborador
Benedicto XVI en la Vigilia del EMF de Valencia.

Aquel V Encuentro Mundial del Papa con las Familias, en Valencia, fue la primera visita de Benedicto XVI a España. Corría el año 2006. Juan Pablo II pensaba haber venido a Valencia a presidirlo, y ésa era su ilusión cuando anunció, en 2003, que sería la capital del Turia la sede del EMF. Así se lo había comentado a su muerte monseñor Stanislao Dziwisz, su fiel secretario, a nuestro entonces arzobispo y más tarde cardenal, don Agustín García-Gasco, estando de cuerpo presente el Papa grande.

Lógicamente, la expectación que rodeó aquel viaje apostólico desbordó lo imaginable, también desde el punto de vista informativo. Más de 1.200 medios de comunicación de todo el mundo reclamaron información sobre aquel viaje. La ilusión era enorme en Valencia y el entusiasmo se convertía en el mejor antídoto contra los quebraderos de cabeza, lógicos por otra parte, en la organización de un acontecimiento de este tipo.

Las familias rezan el Rosario en la playa de la Malvarrosa.

Sabido es que, entre bastidores, hubo sus más y sus menos políticos. Todo lo demás fue previsto hasta el más mínimo detalle —desde los modelos meteorológicos que avalaban las brisas para el 8 y 9 de julio, días escogidos—, hasta el escenario elegido en Valencia, para poderlo mostrar al mundo, como escenario del EMF, la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Todo estaba previsto…, menos lo impredecible, la tragedia, el fatídico accidente del Metro, aquel 3 de julio, lunes por la tarde, sólo cinco días antes de la llegada del Santo Padre: 43 muertos. Un espantoso mazazo para todos, para sus familias en primer lugar. Jamás había ocurrido algo así en Valencia. Por un momento se nos vino todo abajo. Pero nos confortó que el Santo Padre, conmocionado por lo sucedido, se había retirado a rezar por las víctimas y anunciaba ya que lo primero que quería hacer en Valencia era ir a la estación del Metro a orar por ellas y luego reunirse con sus familias en la basílica de la Virgen.

Había que continuar. Y todo funcionó de forma admirable. Aquellos dos días de Benedicto XVI en Valencia no se olvidan aquí. Sus mensajes, sus gestos, su entrega generosa al millón largo de personas venidas de todo el mundo. La transmisión de la fe en la familia era el lema del EMF y el Papa estuvo insuperable en todo, hasta, incluso, cuando con una sonrisa de oreja a oreja se autodefinió como el abuelo del mundo en aquella noche inolvidable.

Nutrida representación española

España cuenta con una nutrida presencia de peregrinos en Milán. Más de 25 diócesis han organizado viajes a este Encuentro, entre ellas la de Madrid, cuya delegación preside el cardenal Antonio María Rouco. A todos esos grupos, se suman los que han organizado cientos de parroquias y movimientos de toda España.

Por parte de la Conferencia Episcopal, preside la delegación oficial el obispo de Alcalá y presidente de la Subcomisión episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, monseñor Juan Antonio Reig Plà. Viajan con él cinco obispos miembros de la subcomisión: el arzobispo de Burgos, monseñor Francisco Gil Hellín; el obispo de Jerez, monseñor José Mazuelos; el obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta; el obispo de Osma-Soria, monseñor Gerardo Melgar; y monseñor Carlos Manuel Escribano, obispo de Teruel y Albarracín. La delegación se completa con el director del secretariado de la Subcomisión episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, padre Luis de Prada, más algunos matrimonios, en representación de movimientos familiares, sacerdotes, y asesores de la Subcomisión, hasta un total de 24 personas.

Al partir en el aeropuerto de Manises y dar, de corazón, las gracias a Valencia, nos confió en su mensaje de despedida su deseo de que aquel Encuentro siguiera «resonando en nosotros como un canto gozoso de la vida y la fe compartida en las familias, ayudando al mundo de hoy a comprender que la alianza matrimonial por la que el varón y la mujer establecen un vínculo permanente es un gran bien para toda la Humanidad».

Por cierto, seis años después en Perú, en Lima, Cuzco, Yurimaguas o Ayacucho miles de escolares en los colegios utilizan todavía hoy en clase como pupitres lo que no es sino el escenario totalmente reciclado que sirvió en aquel EMF de Valencia.

Luis María Agudo