Dios también es libertad - Alfa y Omega

Dios también es libertad

Una mano tendida, esa sonrisa espontánea que es más que un sí, la palabra oportuna, la idea que despierta la conciencia, aclara la ciencia y conforma la experiencia, esa presencia del Espíritu que se palpa como si un eco estético de Dios llegara a lo íntimo del corazón, la novedad del nombre, la sangre de color libertad que se derrama y siembra de esperanza nuestro mundo…: todo esto, y mucho más, ha hecho posible el XIII Congreso Católicos y Vida Pública, con la partitura de la libertad religiosa y la nueva evangelización

José Francisco Serrano Oceja

El Congreso Católicos y Vida Pública, así denominado y así definido, ha tenido y tiene sus tentaciones. La más grave, la espiral de lo sabido. Hay quien pudiera pensar que ya sabemos lo que son, y lo que han sido, los Congresos Católicos y Vida Pública. Sin embargo, cada congreso es una sorpresa; cada cita anual del catolicismo social español refresca la conciencia cristiana con el sabor de lo dicho y de lo vivido. Una maquinaria cuidadosamente engrasada con experiencia de años, la entrega y la generosidad de no pocos, hace posible que el aire fresco de la vida de la gracia encubra cada año a los más de mil congresistas que tienen, en su apretada agenda, una cita familiar. Estos congresos no han sido un ejercicio de la sola voluntad; son afirmación de la inteligencia de la fe en la historia. El Congreso Católicos y Vida Pública es una sentida fiesta del catolicismo seglar español; un punto de encuentro de inquietudes, de miradas entreveradas, de rostros ya conocidos, necesarios, para una Asociación Católica de Propagandistas que ha hecho pública confesión de generosidad en la historia centenaria que la habita.

Libertad, nombre de realidades primeras y reto y meta de lo humano. Libertad religiosa, que es libertad para la Verdad, el Bien y la Belleza. Porque, si algo hemos aprendido en el congreso de este año, ha sido que el nombre de Dios también es Libertad; y el nombre del hombre es confesión y convicción de la libertad íntima esculpida en la Palabra eterna. El hombre se define en el Logos de Dios, espacio de auténtica libertad. Dios es amor y Dios es libertad, propuesta y revelación de lo íntimo. Dios es libertad como don verdadero de Sí, como fuente de la que mana la verdad del hombre. Dios es nuestra libertad y nuestro amor. El congreso también ha sido ratificación de lo que Hans Urs von Balthasar insistiría como diagnóstico de nuestro tiempo: «Los cristianos de hoy no tienen derecho ni a desterrar a Dios hacia una trascendencia inaccesible, ni a integrarlo en la historia del mundo, hasta el punto de que Él pierda su libertad y se convierta en presa de la gnosis humana».

Si, como decía Orígenes, hablar de Dios siempre es peligroso; hablar de la libertad y de la adjetiva libertad de buscar a Dios, de encontrar a Dios, de confesar a Dios, también lo es. Podemos hablar de Dios porque Dios nos ha hablado primero; podemos hablar de la libertad de confesar a Dios porque Dios nos ha dado una naturaleza elocuente. Libertad y conciencia, dos ejes sobre los que ha pilotado un extenso fin de semana, que se entretejía entre saltos de espontánea fraternidad. Porque Dios es también una cuestión de libertad, como es una cuestión de amor. La Apología de Arístide nos recuerda que «los cristianos son justos y santos, y la verdad está ante sus ojos. Y poseen un espíritu de paciencia. Además, cuando han reconocido el error de los paganos y son perseguidos por ellos, los soportan con paciencia y les tienen compasión, como a seres privados del conocimiento de la verdad, y ofrecen plegarias por ellos, para que se conviertan de su error».

Hay quienes siguen empeñados en profanar el nombre de la libertad haciendo de la libertad verdadera una falsa apariencia de exentas coacciones. La afirmación de la primera de las libertades es acción de elevar los ojos y la inteligencia y otear el sentido, la libertad de trascender al hombre para que el hombre pleno alcance la gloria de Dios, que hoy no es una conquista fácil. Durante el Congreso, en una mixtura de reflexiones sobre la libertad religiosa y sobre la nueva evangelización, se han desgranado apuntes de y para una cultura de la libertad, una cultura que trasciende los límites de la naturaleza. Porque toda libertad religiosa es libertad para la gracia.

«¿Con quién compararéis a Dios? ¿Qué imagen vais a contraponerle?», clamó el profeta Isaías. Este fin de semana, en el Congreso Católicos y Vida Pública, como confesión de fe y de razón, y de ejercicio entusiasta de nueva evangelización, hemos reafirmado que Dios es nuestra libertad, que Cristo nos ha hecho libres para ser verdaderos y que la Iglesia es maestra de libertad.