Comienza un curso especial - Alfa y Omega

Comienza un curso especial

El Papa planteó grandes retos a los profesores universitarios, en el encuentro que tuvo con ellos durante la JMJ en El Escorial. Al comienzo del nuevo curso, el cardenal Rouco quiere dar continuidad a ese impulso. La semana pasada, en un encuentro celebrado en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, les animó a ser fieles a su verdadera vocación, que es «llevar a los jóvenes a que aspiren a conocer la verdad»

María Martínez López
El cardenal Rouco, entre el padre Feliciano Rodríguez y don Raúl Canosa, Decano de la Facultad de Derecho de la Complutense, durante el encuentro con profesores

El encuentro que tuvieron mil profesores universitarios jóvenes con el Papa, durante la Jornada Mundial de la Juventud, no dejó indiferente a ninguno de los que asistieron. Pocos lo saben como el padre Feliciano Rodríguez, Delegado episcopal de Pastoral Universitaria, de Madrid: «Hemos recibido muchos mensajes de toda España dando gracias por el encuentro, con expresiones como Ha supuesto un antes y un después en mi vida académica, o Esto hay que continuarlo. Están muy deseosos de que no se quede sólo en un mensaje del que nos olvidamos. Hay una conciencia de que el Papa nos ha lanzado un reto de una gran exigencia».

Llevaré mi alegría a los demás

A don Germán Ruiz, pensar en todos los compañeros con los que estuvo, le ayuda cuando, a veces, «tengo que escuchar comentarios muy desagradables. Pero sonrío y pienso que seguir a Cristo merece la pena. Después del encuentro con el Papa, he decidido renovar mi promesa de ser feliz, que nadie me amargue la existencia; de llevar mi alegría a los demás; de transmitir desde la paz, de dar ejemplo. Dios no es una palabra tabú en mis clases». Don Germán es uno de los profesores que dieron testimonio en el encuentro del arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco, con profesores universitarios, el pasado jueves, en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, con el lema Ecos del mensaje del Santo Padre en El Escorial, durante la JMJ de Madrid 2011.

El objetivo del encuentro era que, después del gran reto que les lanzó el Papa, «el cardenal nos pudiese orientar, y hablar con él de inquietudes y propuestas», explica don Feliciano.

Una conciencia más generalizada y viva de la misión

Ya antes de la Jornada Mundial de la Juventud existía, al menos en las universidades madrileñas, una conciencia de la misión del profesor católico dentro de la universidad, explica el padre Feliciano Rodríguez, delegado episcopal de Pastoral Universitaria. «Hay grupos de profesores creyentes que se sienten responsables de la marcha de la universidad, con una conciencia de pertenencia, pero sin ninguna estructura o asociación detrás» —aunque otros participan en asociaciones como Atlántida o Universitas—. «Estos grupos han sacado, por ejemplo, documentos de un gran calado sobre temas variados», como la muerte digna o la familia.

Sin embargo, a raíz del encuentro en El Escorial, se ha generalizado y avivado esta conciencia de que «hay muchos profesores cristianos; y una misión. La universidad está llamada a hacer un gran bien a la persona, y los profesores cristianos, con esa síntesis de hombres de ciencia y de apertura a la fe, tienen mucho que aportar. Es de desear que esto cuaje en realidades concretas y en una estructura mínima: que los profesores se conozcan entre ellos, que haya alguna relación o foro para facilitar el trabajo en común, en un debate respetuoso» con los demás, «pero buscando la realidad». No se trata, «de ninguna manera», de hacer frente común ante «ataques que pueda haber, sino de proponer de una forma muy positiva. Aunque, si hay una hemorragia como los intentos de cerrar una capilla, hay que salirle al paso», aclara el padre Feliciano. También matiza que «los grupos laicistas e intolerantes existen, porque el año pasado los hemos visto», pero el comienzo de curso, al margen de algunos brotes «un tanto excéntricos», ha sido «pacífico y respetuoso».

De hecho, en el coloquio de los profesores con el cardenal Rouco se vio que sus preocupaciones van más bien encaminadas a cómo ayudar a los alumnos a encontrar la verdad, y la Verdad. La cuestión de las capillas sólo surgió al final, y el cardenal Rouco explicó que, «si uno se coloca en el marco jurídico-positivo del Derecho constitucional español, no tendría que ser un problema», pues el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, y los acuerdos con las distintas Universidades, «que nadie ha denunciado hasta ahora y que están vigentes», hacen posible el ejercicio de la libertad religiosa.

He reencontrado mi vocación

En su intervención, el cardenal Rouco explicó que la mayoría de jóvenes que participan en la JMJ son universitarios, y el encuentro de El Escorial surgió de la pregunta: «¿Cómo armonizar e integrar eso en un proyecto de JMJ de una forma fecunda para el futuro, no sólo de la universidad en abstracto, sino para los jóvenes que se encontraban con el Santo Padre?». El encuentro «lo necesitábamos todos, lo necesitan las generaciones jóvenes que viven en la Iglesia, y los profesores también».

El testimonio de don Juan Gallego confirmó esta necesidad: «Trabajo en la universidad por vocación. Pero la situación» existente —los problemas burocráticos, los sistemas de evaluación, las disputas internas…— «me ha ido quitando la ingenuidad inicial. La llamada del Papa a no perder la sensibilidad y la ilusión por la verdad me ha hecho recuperar la ilusión, a retomar la visión del alumno como una persona, y a animarlo a buscar la verdad por sí misma. Me han hecho reencontrarme con mi vocación». En efecto, el cardenal subrayó que uno de los objetivos del mensaje del Papa era que los profesores «estimasen, apreciasen la importancia decisiva de la vocación de profesor universitario».

Hacia la verdad, con amor

También apuntó que, en este momento, «el fraccionamiento del saber es casi lo impuesto en la vida universitaria, donde el fin más inmediato que se persigue es el dominio técnico» de una porción de realidad. Pero «una visión integral del hombre exige que cualquier parcela de la verdad no olvide su relación con las otras, y con la verdad en su totalidad». El discurso del Papa quiere —continuó— «llevar a los jóvenes a que aspiren a conocer la verdad» —la universidad, nacida del cristianismo, es la casa de la verdad—, y, además, «haciéndoles ver que la verdad está en Dios, que es Amor y La verdad».

Amor y verdad son dos claves del mensaje del Papa que resonaron en doña Pilar Peiteado: «Conozco, y a veces practico, la inteligencia sin amor —los juicios, la soberbia, la dureza de corazón—. Y ésa no es la inteligencia de Dios». Su modelo es la Encarnación, un acto de «amor inteligente. Al que ama, todo se le ocurre. Me siento llamada a que se me ocurra todo lo que haga falta» para acercar a los estudiantes a Dios. También la misma sencillez del acto, unida a la llamada a la humildad, la marcó por el contraste con la universidad, donde, «a veces, es fácil sentirse importante».

Un momento del encuentro del Papa con los profesores universitarios, el pasado 19 de agosto, en El Escorial, durante la JMJ

Cara a cara con los alumnos

A doña María José Casasola, el encuentro le ayudó, sobre todo, a recordar la importancia del trato con los alumnos: en la universidad actual, «la investigación es lo primero, y la docencia se descuida» —explica a este semanario—. Precisamente a una compañera, que conoció en El Escorial, la han despedido «porque no tenía publicaciones. Yo ya intentaba escuchar al alumno, pero el mensaje del Papa me animó. No es perder el tiempo, como me han dicho algunos compañeros».

En esta relación, hay mucho en juego, explicó el cardenal, pues del profesor «depende no sólo la buena preparación profesional del alumno, sino su propia vida. Se puede hacer mucho daño, se puede hacer mucho bien». Doña Mercedes Sánchez, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, explicó la impresión que le había causado la muerte de dos jóvenes en una fiesta, la misma noche de la Vigilia de Cuatro Vientos. «En mi facultad, se han generalizado los macrobotellones. ¿Puedo conformarme con acudir a la capilla? No, tengo que ir a los que jamás van a ir a la capilla. ¿Qué puedo hacer yo? Escucharlos, tratarlos uno a uno, alma a alma». Por ejemplo, ha empezado a acompañarlos en un voluntariado en una unidad de cuidados paliativos. «Cuando se encuentran con eso, no tienen más remedio que preguntarse por el sentido de la vida».

El cardenal terminó su intervención con el propósito de «tratar de hacer esto en la vida y realidad personal», y animó a los profesores a comenzar el curso «con mucha luz para entender nuestra vocación y para encontrarnos con la responsabilidad y belleza del profesor universitario». Así, se podrá ayudar «a los alumnos, a la ciencia y a la institución universitaria».

Los estudiantes también hacen camino, tras la JMJ

El comienzo de curso para los estudiantes universitarios católicos de Madrid fue el sábado, 22 de octubre, peregrinando al Cerro de los Ángeles (en la foto), y también fue en clave de JMJ. Una de las jóvenes que allí dio testimonio, Elena Martín, explica a Alfa y Omega que, aunque parte de las reacciones que ha recibido sobre la JMJ en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid han sido negativas —el coste económico, la masificación…—, «ha sido muy bonito ver cómo algunas personas han cambiado su visión ante la JMJ. Suelo llevar la mochila de la JMJ a clase y alguna vez sí me han dicho algo en buen plan y me han preguntado por mi experiencia». Eso sí, «sin duda ahora viene la segunda parte de la JMJ, y es profundizar en los mensajes del Papa y hablar con los compañeros que no son creyentes pero buscan la Verdad».

En su ambiente, «aparentemente, hay mucha indiferencia y, sobre todo, mucho desconocimiento. Pero a medida que conoces a tus compañeros y hablas más despacio con cada uno, salen cosas que en grupo no se dicen, te das cuenta de que, realmente, tienen inquietud de Dios». Para Alfonso Calavia, otro estudiante (en su caso, de Filología Hispánica) de la misma universidad que dio testimonio, la JMJ sirvió para ver que, también en la universidad, «probablemente haya muchos católicos, pero es verdad que durante el año cuesta encontrarlos».

Como parte del mundo universitario, tanto Elena como Alfonso siguieron con atención el mensaje del Papa a los profesores, y les impactó, sobre todo, el énfasis que puso en el amor y la búsqueda de la verdad. «Es un reto para mí y para todos», sobre todo ante la «separación tremenda entre fe y razón» que hay en la universidad, comenta él. Pero «el cristianismo es una palanca que constantemente nos lleva a confrontarlo todo para poder gustar de la verdad. Nadie está exento de vivir este gran desafío, ya sea en un ambiente hostil o en apariencia favorable». Para Elena, en cuya facultad se predica constantemente el relativismo, esto también ha sido importante, junto con las palabras del Papa sobre la misión del profesor universitario: «No sé lo que querrá Dios de mí en este sentido, pero me parece que ser profesor en la universidad es una tarea preciosa».

Se ha dado cuenta de que «no podemos estar como receptores pasivos, sino sacar el mayor partido de cada momento en las clases: leer buenos libros, preguntar las dudas a los buenos profesores y así ir formando un criterio propio capaz de encontrar la verdad». También «ha sido una inyección de valentía apostólica». Elena pertenece a la Asociación Encuentro de Universitarios Católicos, y este curso pretenden convertirse en un atrio de los gentiles, «un espacio donde poder hablar con los que están lejos de la fe pero buscando»; también a través del voluntariado, de salidas al monte, y, después de su reunión semanal, acercándose en grupitos a hablar con otros jóvenes. «El método del cristianismo es el testimonio. La JMJ es una ocasión absolutamente privilegiada para dar a conocer a todo el mundo el tesoro de la vida», concluye Alfonso.