La voz del Magisterio - Alfa y Omega

La voz del Magisterio

Papa Benedicto XVI

Ya no os llamo siervos, sino amigos. Sesenta años después de mi ordenación sacerdotal, siento todavía resonar en mi interior estas palabras de Jesús, que nuestro gran arzobispo, el cardenal Faulhaber, nos dirigió a los nuevos sacerdotes al final de la ceremonia de ordenación. Según las normas litúrgicas de aquel tiempo, esta aclamación significaba conferir explícitamente a los nuevos sacerdotes el mandato de perdonar los pecados. Yo sabía y sentía que, en ese momento, ésta no era sólo una palabra ceremonial, y era también algo más que una cita de la Sagrada Escritura. Era bien consciente: en este momento, Él mismo, el Señor, me la dice a mí de manera totalmente personal. En el Bautismo y la Confirmación, Él ya nos había atraído hacia sí, nos había acogido en la familia de Dios. Pero lo que sucedía en aquel momento era todavía algo más. Él me llama amigo. Me acoge en el círculo de aquellos a los que se había dirigido en el Cenáculo. En el grupo de los que Él conoce de modo particular y que, así, llegan a conocerle de manera particular. Me otorga la facultad, que casi da miedo, de hacer aquello que sólo Él, el Hijo de Dios, puede decir y hacer legítimamente: Yo te perdono tus pecados. Él quiere que yo -por mandato suyo- pronuncie con su Yo unas palabras que no son únicamente palabras, sino acción que produce un cambio en lo más profundo del ser. Él se fía de mí. Me confía las palabras de la Consagración en la Eucaristía. Me considera capaz de anunciar su Palabra, de explicarla rectamente y de llevarla a los hombres de hoy. Él se abandona a mí. Ya no sois siervos, sino amigos: ésta es una afirmación que produce una gran alegría interior y que, al mismo tiempo, por su grandeza, puede hacernos estremecer a través de las décadas, con tantas experiencias de nuestra propia debilidad y de su inagotable bondad.

Homilía en la solemnidad de San Pedro y San Pablo: 60 aniversario de su sacerdocio (2011)