Madre, esposa y santa - Alfa y Omega

Madre, esposa y santa

Mañana se celebra la memoria de María de la Cabeza, esposa de san Isidro, que ha sido -también junto a él- una de los diez santos y santas Patronos de la JMJ 2011 de Madrid. El culto a este santo matrimonio se remonta, en Madrid, a tiempos inmemoriales

Joaquín Martín Abad
Imagen de santa María de la Cabeza, en procesión por las calles de Madrid

Si a san Isidro lo festejamos en su solemnidad, el 15 de mayo, porque murió tal día del año 1130, celebramos la memoria litúrgica de santa María de la Cabeza el 9 de cada septiembre, al día siguiente de la Natividad de nuestra Señora, la Virgen María, porque fue sepultada en una ermita dedicada a Nuestra Señora de la Piedad, junto al río Jarama, cerca de Torrelaguna, y el día después de la Natividad de la Virgen, allí y seguidamente, se la festejaba a ella.

Algún testigo afirmó que se llamaba simplemente Toribia, pero pasó a la historia de la Iglesia en Madrid como María, precisamente por su sepulcro en aquella ermita, con la apelación añadida de la Cabeza, porque era su cabeza separada del resto del cuerpo la reliquia que allí era venerada por los fieles.

Se disputan como lugar de su nacimiento: Cadaquiz (de Uceda), Buitrago, Canillejas, Cobeña, Madrid, Talamanca y Torrelaguna. Cuando Isidro, tras la conquista de Madrid por los almorávides, emigró a Torrelaguna, casado con Toribia, tanto allí como en Madrid fueron tenidos por un matrimonio ejemplar, de trabajadores honrados, con un corazón abierto a todos y singularmente a los pobres y transeúntes, a quienes se les ponía un plato en la mesa.

El códice del diácono Juan (siglo XIII) cuenta que, un sábado, habiendo dado a algunos pobres lo que había en la olla de la cocina familiar, se presentó otro pidiendo limosna. Como Isidro no disponía de nada, suplicó a Toribia: «Te ruego, por Dios, queridísima esposa, que si queda alguna ración de comida, se la des como limosna a este pobre». Y añade el códice: «A sabiendas de que no había quedado nada, fue directamente para mostrarle que la olla de la cocina estaba vacía; sin embargo, encontró la olla llena de comida». Enmudeció momentáneamente, pero, llena de regocijo ante tan evidente milagro, dio de comer al pobre abundantemente. «No se atrevió a comunicar a su marido lo ocurrido, pues sabía que él desdeñaba la vanagloria. Sin embargo, puesto que los que arden en el amor de Dios no deben callar en los asuntos referentes a Él, no quiso ocultarlo a los vecinos. Y esto, tal como se nos contó por testigos fehacientes, lo hemos juzgado digno de ser relatado».

Tuvieron un hijo, Illán, a quien en Madrid san Isidro -invocando a la Virgen María- lo salvó prodigiosamente de quedar ahogado en un pozo (que hoy mismo se puede ver en el Museo de San Isidro). De común acuerdo, san Isidro y santa María de la Cabeza decidieron vivir los últimos años de su vida separados, para dedicarse al servicio de Dios, uno en Madrid y otra en Cadaquiz. Cuando en aquellas alquerías calumniaron a María Toribia, san Isidro comprobó su fidelidad viéndola atravesar el río sobre un manto, con una vasija de aceite y un tizón encendido para cuidar las lámparas de la ermita, y por eso así se la representa hoy.

Por la santidad de nuestras familias

Murió en 1175. Su cabeza -y su cuerpo localizado en 1596- fueron trasladados desde la ermita al convento franciscano de Torrelaguna; después, en 1645, a la Casa consistorial de Madrid y, en 1769, al retablo de la colegiata de san Isidro, junto al cuerpo de su esposo, porque en 1697 el Papa Inocencio XII había reconocido el culto inmemorial a santa María de la Cabeza, que tiene en Madrid parroquia y calle. Y si las reliquias de los dos, Isidro y Toribia, están en el mismo retablo, y en la solemnidad de San Isidro salen las dos imágenes en procesión, en la memoria de Santa María Toribia, mujer, y ama de casa por esposa y madre, invocamos a este santo matrimonio y familia de santos por la santidad de todas nuestras familias.