El incierto otoño árabe - Alfa y Omega

El incierto otoño árabe

En estos momentos, el futuro de Libia parece bascular inexorablemente. Pero los hombres que vienen después de Gadafi, ¿respetarán los derechos humanos, uno de los argumentos por los que han recibido el apoyo de Occidente? ¿Respetarán, en particular, el derecho a la libertad religiosa?

Jesús Colina. Roma
Niños libios celebran en Janzour, cerca de Trípoli, la entrada de las tropas rebeldes

¿Qué va a suceder con el derecho la libertad religiosa, tras las revueltas que ha vivido el mundo árabe en los últimos meses? Ésta es la pregunta que se plantean no sólo el puñado de cristianos libios, sino los católicos de todo Oriente Medio. Es la misma pregunta que surge en los países en los que la primavera árabe ha traído importantes cambios políticos.

En estos días pasados, el cardenal Antonios Naguib, Patriarca de la Iglesia católica copta de Alejandría, de visita en el Meeting de Comunión y Liberación de Rímini (Italia), no escondió el miedo a que los islamistas asuman el poder en Egipto. «Los islamistas tendrán una gran representación en el próximo Parlamento, lo que es normal», reconoció. Ahora bien, como es lógico, se extiende el miedo de que traten de imponer un Estado islámico, como profesan algunos de sus candidatos políticos.

Entre la Iglesia católica, tanto en Roma como en Oriente Medio, no se ha dado ese entusiasmo que se ha vivido en algunos ambientes sociales de Occidente ante las diferentes revoluciones de esos países, todas ellas muy diferentes entre sí.

La incógnita libia

Curiosamente, por ejemplo, en Libia, una de las pocas voces que más se ha alzado contra toda solución militar, ya sea de Gadafi o del Consejo Nacional de Transición (CNT), ha sido la del obispo de la capital. Monseñor Giovanni Innocenzo Martinelli, Vicario apostólico en Trípoli, no ha criticado las operaciones militares en defensa de Gadafi y su familia, sino que ha clamado ante la sangre derramada de más de 20 mil muertos en pocas semanas. Y, ¿qué régimen traerán los exponentes del CNT? Nadie lo sabe. El mismo monseñor Martinelli, quien conoce bien la situación sobre el terreno, no puede dar garantías.

«Estoy convencido de que, si toma el poder el Consejo Nacional de Transición, como ha sucedido en Bengasi, respetará los lugares de culto», afirma monseñor Martinelli. Y prosigue: «Los rebeldes ya conocen bien al obispo de Bengasi y a las religiosas que trabajan en los hospitales. No tengo motivos para pensar que están en contra de la Iglesia. ¿Por qué deberían estar en contra de nosotros? La Iglesia siempre ha estado junto al pueblo».

Una propuesta para Siria

Si se siguen analizando los cambios en los demás países árabes, los interrogantes no parecen ser menores. Los cristianos en Siria o en el Líbano, como es fácil de comprender, no encumbrarían nunca a Bashar al-Assad, pero la mayoría recordará el dicho español: Mejor lo malo conocido… Los jesuitas en ese país han escrito un comunicado conjunto, en árabe, que ha dado la vuelta al mundo por Internet, para pedir que las actuales violencias que vive Siria se superen con el diálogo sincero, que tenga en cuenta a la opinión pública moderada y no a las voces radicales y violentas.

Los religiosos constatan que las reformas que pide la opinión pública «buscan fortalecer el Estado de Derecho y la conciencia ciudadana, en el respeto a las libertades individuales». Reconocen también que «los cambios en el mundo árabe y las confusiones actuales que han provocado en la sociedad siria son portadores de una nueva esperanza que hay que tomar en consideración».

Ahora bien, no todo es de color rosa. «Por desgracia, la confusión se ha hecho la dueña de la situación, abriendo el camino a la violencia -advierten los jesuitas, en referencia a Siria-. Nosotros observamos, en este momento, intentos de fomentar los disturbios y la guerra religiosa que llevaría a la desintegración de nuestra sociedad».

La voz del Papa

Éste es precisamente el miedo del que se ha hecho portavoz también el Papa. Benedicto XVI, en estos meses, ha lanzado repetidos llamamientos a evitar que estas revoluciones abracen el camino del derramamiento de sangre. El 9 de junio, al recibir al nuevo embajador de Siria ante la Santa Sede, insistió en que, para que haya paz en Oriente Medio, «debe encontrarse una solución global, que no debe lesionar los intereses de las partes en causa, y debe ser fruto de un compromiso y no de una decisión unilateral impuesta por la fuerza». La unidad y la estabilidad de cada nación «pasan por el reconocimiento de la dignidad inalienable de cada persona humana», subrayó el Papa.

Ésta fue la asignatura que suspendieron, en décadas pasadas, buena parte de los jerarcas árabes. ¿La suspenderán también sus sucesores? La primavera árabe, ¿terminará en un frío invierno tras el otoño en el que parece entrar?