La misión es responsabilidad de todos - Alfa y Omega

La misión es responsabilidad de todos

Con los misioneros, de algún modo, sale en misión al completo la comunidad local que los ha educado en la fe y que ahora sostiene su labor con su limosna y su oración

Alfa y Omega

La campaña para el Domingo Mundial de las Misiones (Domund) ha puesto en España este año el foco en los aspectos económicos. Fruto de una historia particularmente vinculada a las misiones, nuestro país es el segundo que más dinero aporta en el mundo a su sostenimiento, después de Estados Unidos. Incluso en tiempos de crisis económica, ha seguido aumentando la generosidad de los españoles con las misiones.

Un factor decisivo es la confianza en los misioneros, que conocen de primera mano las necesidades de la población local, lo que hace que la ayuda que administran sea especialmente eficaz. Pero la aportación económica al Domund va más allá de la solidaridad. Los misioneros no son cooperantes, aunque contribuyan de forma decisiva al desarrollo de los pueblos. Los misioneros son aquellos bautizados que asumen con dedicación plena una responsabilidad –anunciar por todo el mundo el Evangelio con obras y palabras– que, por mandato de Cristo, corresponde a todos sus discípulos. Con ellos, de algún modo, sale en misión al completo la comunidad local que los educó en la fe y que ahora sostiene su labor con su limosna y su oración.

A los 50 años del decreto conciliar Ad gentes, el Papa resalta la responsabilidad de toda la Iglesia con la misión, al tiempo que –en pleno Año de la Vida Consagrada– se fija de manera especial en los religiosos, quienes, por otra parte, conforman el grueso de los misioneros. En su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2015, Francisco les recuerda que los «destinatarios privilegiados del anuncio evangélico» son «los pobres, los pequeños, los enfermos, aquellos que a menudo son despreciados y olvidados». Al entregar su vida por amor a Dios y a estas personas, los misioneros ofrecen un poderoso testimonio que puede ser entendido incluso en lugares donde está vetado el anuncio explícito de Jesucristo. Pero también las Iglesias de antigua evangelización necesitan su ejemplo para prevenir que la vida cristiana se convierta en un simple ritual social vacío de contenido. Tan importante como sostener económicamente a los misioneros es dejarse interpelar por sus vidas.