«Los jóvenes necesitan auténticos maestros» - Alfa y Omega

«Los jóvenes necesitan auténticos maestros»

El profesor Ratzinger volvió a El Escorial, para participar, esta vez como Papa, en un histórico encuentro con jóvenes profesores, ante quienes reivindicó la necesidad de «auténticos maestros», preocupados no sólo por transmitir conocimientos a sus alumnos, sino por enseñarles con su propia vida

Redacción

Era la primera vez que se incluía, en el programa de una JMJ, un encuentro con el mundo universitario, tan querido por Benedicto XVI. «Esperaba con ilusión este encuentro con vosotros», les dijo, en el privilegiado marco de la basílica de San Lorenzo, donde fue recibido con música de Bach. «Prestáis una espléndida colaboración en la difusión de la verdad, en circunstancias no siempre fáciles», añadió. La cita, recordó el Papa, se producía pocos días después del Congreso Mundial de Universidades Católicas, celebrado en Ávila, otra de las aportaciones originales de la JMJ de Madrid, que tendrá continuidad en 2013, en Brasil.

«Sin profesores universitarios con vocación decidida y sentida de servicio a la verdad, será muy difícil llegar con la Buena Noticia de Jesucristo, Redentor del hombre, a la mente y al corazón de los jóvenes», subrayó en su presentación el cardenal Rouco.

Y para eso hace falta algo más que docentes. Benedicto XVI recordó sus «primeros pasos como profesor en la Universidad de Bonn», y extrajo de su propia biografía una importante lección: «Cuando todavía se apreciaban las heridas de la guerra y eran muchas las carencias materiales, todo lo suplía la ilusión por una actividad apasionante, el trato con colegas de las diversas disciplinas y el deseo de responder a las inquietudes últimas y fundamentales de los alumnos. Esta universitas que entonces viví, de profesores y estudiantes que buscan juntos la verdad en todos los saberes, o como diría Alfonso X el Sabio, ese ayuntamiento de maestros y escolares con voluntad y entendimiento de aprender los saberes, clarifica el sentido y hasta la definición de la universidad».

Porque el papel de un profesor universitario no puede limitarse a «formar profesionales competentes y eficaces que satisfagan la demanda laboral». Eso es importante, pero no lo fundamental: «Vosotros que habéis vivido como yo la universidad, y la vivís ahora como docentes, sentís sin duda el anhelo de algo más elevado que corresponda a todas las dimensiones que constituyen al hombre».

Para alcanzar este ideal universitario, no basta con transmitir conocimientos. «Los jóvenes necesitan auténticos maestros», que vivan lo que transmiten; «personas abiertas a la verdad total en las diferentes ramas del saber, sabiendo escuchar y viviendo en su propio interior ese diálogo interdisciplinar; personas convencidas, sobre todo, de la capacidad humana de avanzar en el camino hacia la verdad». En ese sentido, el Papa subrayó que «la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer, en quienes debéis suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo y ese afán de superación». Por eso, subrayó Benedicto XVI, «la coherencia de vida y pensamiento, la ejemplaridad» es un requisito indispensable de «todo buen educador».

M. M. y R. B.

«Diré con orgullo: Yo estuve allí»

Ser profesor universitario católico no es fácil hoy en España, sobre todo en la Universidad pública. En este punto, había práctica unanimidad entre los asistentes al encuentro con el Papa. Pero también coincidieron en este otro: ha pasado ya la hora de los lamentos.

Doña Pilar Guallar, de la Universidad Autónoma de Madrid, confía en que esta JMJ constituya un punto de inflexión. «El reto fundamental es ser más coherentes con nuestra fe y aprender a transmitirla mejor». Y perder el miedo, porque «somos muchos; hay mucha gente con ganas de acercarse y acercar a los demás a Cristo».

«De mi Universidad hemos venido cinco, pero no nos conocíamos antes, y nos hemos quedado sorprendidos al vernos aquí», en calidad de profesores católicos, comenta la profesora María José Casasola, de la madrileña Carlos III. «Ha sido la vez que con más orgullo me he puesto el traje académico». Supone que, al comenzar el curso, sus compañeros no creyentes le preguntarán, y «diré muy orgullosa que yo estuve en El Escorial».

Doña Elena Postigo, profesora de Bioética en la Universidad CEU San Pablo, espera que este encuentro con el Papa sirva a los profesores católicos para impulsar un proyecto regenerador en la universidad, «y no reducirla a la transmisión del conocimiento técnico. Me ha gustado su discurso, porque creo que la Universidad está cayendo en esa falacia». Benedicto XVI, añade, «ha ido a lo esencial, al meollo de la labor universitaria»: el amor por la búsqueda de la verdad, la importancia del cariño y del ejemplo personal en la transmisión de la verdad, el valor de la humildad… «Hoy en día en la universidad -confirma Casasola-, se cuida muy poco al alumnado. El profesorado busca la promoción, y deja un poco de lado el contacto con el alumno».

Los profesores católicos coinciden también en que necesitan espacios de encuentro entre ellos. Don Francisco Núñez, de la Universidad CEU Cardenal Herrera, de Valencia, encuentra muy provechosas las charlas informales que ha podido tener con otros profesores gracias a este encuentro, del que han nacido ya pequeños proyectos en común.

Espera también poder hacer algo en el sur de la India, doña Mary Venus Joseph, vicerrectora del Rajagiri College of Social Sciences, a pesar de las dificultades que sabe que va a encontrarse. «Hacer evangelización abierta es peligroso en mi país», dice, pero sí es posible ofrecer testimonio de vida. «Cuando vuelva, voy a organizar encuentros con los profesores y los alumnos: con todos, porque aquí hay aspectos válidos para los no católicos, aunque de manera especial, claro, con los católicos».