Un idioma que todos entienden - Alfa y Omega

Un idioma que todos entienden

Los madrileños que trabajan en agosto suelen decir aquello de «qué tranquilo se está en Madrid, no hay nadie…». Este año la JMJ ha hecho añicos el tópico: Los peregrinos han tomado la ciudad, se mueven por todos los rincones y hablan con todo el que quiera escucharles. Sus expectativas ante la JMJ son similares, pero como Madrid se ha convertido en la capital de la Iglesia universal, sus palabras dibujan un completo retrato sobre la Iglesia del siglo XXI

Redacción

Por Juan Ignacio Merino y José Antonio Méndez

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La Iglesia es la que más ayuda en África

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Fikile Mkhondwana tiene 21 años y una sonrisa que ilumina. Ha venido desde Elukwatini, al oeste de Sudáfrica, con un grupo de benedictinas –ella se prepara para ser religiosa– y de peregrinos: «Vengo para rezar y para ver cómo viven la fe personas de otros países». Es la primera vez que acude a una Jornada de la Juventud, y se sorprende (abriendo muchos los ojos) de que algunos digan que el dinero de la JMJ debería enviarse a paliar el hambre en África: «La Iglesia ya está ayudando en África. Es la que más ayuda. Y en este encuentro, el Papa nos va a ayudar a meditar sobre Dios y sobre lo que Dios nos da, para ser agradecidos y querer compartirlo con los otros. La JMJ es una oportunidad para que jóvenes de todo el mundo descubran el camino de la fe, se conviertan a Cristo y, por eso, quieran darse a los demás, sean del país que sean». Ella sabe que Dios es maestro en generosidad: «Creo firmemente en Jesús porque, en muchos momentos de mi vida, he experimentado que está vivo. Y cuando rezo, recibo».

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Cristo está vivo. ¡Vivo! ¡Vivo de verdad!

Uno de los grupos de peregrinos más numeroso es el de los brasileños. Y también uno de los más llamativos, con sus sambas improvisadas en mitad de la calle Mayor. Será porque Río de Janeiro acogerá la próxima JMJ, pero la bandera carioca se ha convertido en una de las más ondeadas estos días. La misma bandera que lucen los 400 peregrinos brasileños de la Obra de María, que gritan a los cuatro vientos que «hemos venido para tener un encuentro personal con Cristo. Y para decirles a todos los jóvenes y a todos los españoles que Jesús está vivo. ¡Vivo! ¡Vivo de verdad! Y que la Iglesia también está viva y es joven». Para hacerlo, saben que cuentan «con la gracia de Dios, que está llenando a todos los peregrinos». Y añaden, como no pocos sudamericanos: «De España y de Portugal llegó la fe a América. Ahora nosotros somos misioneros, y hemos venido para traerles al Señor».

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Jóvenes para la nueva evangelización

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¿En qué se parecen un un joven de Denver, Estados Unidos, y otro de cualquier ciudad española? Pues en mucho más de lo que parece. Y si no, que se lo pregunten al grupo de peregrinos que han venido desde esta capital norteamericana, y que explican que, «allí, los jóvenes no quieren creer en nada, y hasta los que van a los colegios católicos, cuando van a la universidad, se alejan de Dios y de la Iglesia, y se centran en el sexo, el alcohol, las fiestas, las drogas…». Por eso, «ahora que nosotros vamos a empezar la universidad –explica Ashlyn, de 18 años–, venimos a la JMJ para tener una experiencia fuerte de oración, experimentar la gracia de Dios, y poder después llevarlo a nuestros amigos, que no nos entienden, y también a nuestras familias, porque algunos de nuestros padres no tienen una fe fuerte». Ellos saben que lo que buscan es lo que Benedicto XVI ha propuesto con su impulso a la nueva evangelización y, por eso, aseguran que «la JMJ nos ayudará a hacer lo que el Papa pide con la nueva evangelización: llevar a otros la pasión con la que vivimos la fe».

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¿Qué hace valiosa la vida?

Desde Corea del Sur, han venido 2.111 peregrinos. Entre ellos, Stefano Park, Elisabetta Kang, Marco Kim y Aureliano Han, a los que han acogido dos Discípulos del Sagrado Corazón surcoreanos, que estudian en Madrid: Pablo Kang y Giacomo Lee. Dicen que han venido «para ver cómo viven la fe jóvenes de otros lugares»; y cuando se les pregunta si han viajado más de 10.000 kilómetros sólo para eso, responden que, básicamente, sí. Pero por una razón: «Porque esto nos ayuda a hacer más fuerte nuestra fe, nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos y a recorrer el camino del Bautismo», explica Stefano, que ha recibido este sacramento hace sólo unos meses. Su novia, Elisabetta, añade que, «en Corea, la gente es muy, muy competitiva, y buscan triunfar en el trabajo por encima de todo. Se centran tanto en sí mismos que es difícil hablarles de Dios». Por eso, a su vuelta quieren lanzar en su entorno una pregunta que, en estos días, les han lanzado a ellos: ¿Qué es lo que hace valiosa la vida? La respuesta tiene seis letras: Cristo.

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Jóvenes neocatecumenales: ¡A predicar por las calles!

Astrid y Ana Raquel son dos hermanas hondureñas que han peregrinado hasta Madrid con un grupo de más 80 jóvenes del Camino Neocatecumenal de Tegucigalpa (Honduras), acompañados por su obispo auxiliar, monseñor Darwin Andino, que ha querido ser guía y pastor de los jóvenes neocatecumenales en estos días. Astrid tiene 20 años y está terminando Odontología, y Ana Raquel comenzará en un mes a estudiar Ingeniería. En este mes de agosto, han dejado todos sus planes y han acudido a la llamada del Santo Padre. Por eso, valoran muchísimo que un pastor de la Iglesia como monseñor Andino les acompañe: «Es una gran alegría saber que el obispo auxiliar es amigo de la parroquia y está apegado al Camino Neocatecumenal, esto nos da un ánimo increíble» afirma entusiasmada Astrid. Este grupo de Honduras ha pasado unas jornadas en Valencia, participando de los Días en las Diócesis, y también han evangelizado por las calles como acostumbran los jóvenes del Camino a hacer en estos encuentros. «Nos juntamos con cientos de peregrinos del Camino de España, Nicaragua, Kenia y Polonia, y cantamos salmos y danzamos; fue impresionante» cuenta, emocionada, Astrid sobre esta iniciativa de evangelización que hacen los jóvenes neocatecumenales. Y no están solos, sino que más de 150.000 peregrinos del Camino Neocatecumenal, de más de 100 países de los 5 continentes, han llenado las calles de los pueblos y ciudades españolas, con la alegría de ser cristianos. Y lo hacen a través de cánticos, con experiencias de los jóvenes y una predicación kerigmática por las calles. Es la misma iniciativa que están realizando todos los jóvenes del Camino, con diferentes itinerarios, por las calles y plazas de Madrid, y sin miedo a los insultos, a las indignaciones y a la persecución. Por eso, continuarán su misión callejera durante todos los días de la Jornada, e incluso durante los días posteriores al gran encuentro con el Papa, llenando las calles de la capital con un mensaje de salvación: el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, de forma clara, sencilla y alegre.

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Es difícil ser católico en la Rusia post-comunista

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Uno de los efectos del comunismo que asoló Rusia es que ha dejado a la sociedad huérfana de referentes en la fe. Eso es lo que cuentan Alexei y Alla, dos hermanos moscovitas que, con 18 y 24 años, han venido a la JMJ «para poder tener una fe mucho más fuerte». Y falta les hace si quieren vivirla en su entorno: «En Rusia es muy difícil ser católico, porque casi nadie cree en nada, y no nos entienden cuando les explicamos por qué creemos. Tampoco conocen ni entienden las tradiciones católicas, ni la liturgia, ni nada. Además, los cristianos suelen ser ortodoxos, así que los que sí creen en Dios nos miran como gente un poco rara», dice Alexei. Han pasado varios días en El Espinar, un pueblo de Segovia, acogidos gracias a la generosidad de una familia. Después de convivir con jóvenes de otras nacionalidades, cuentan que lo que más les ha llamado la atención es «ver toda la gente que viene de todo el mundo, rezando juntos. Eso te ayuda a creer». Y, por eso, esperan que, a pesar de la hostilidad del ambiente, «cuando lleguemos a Rusia podamos dar a otros todo lo que hemos vivido y sentido».

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Con Sídney no tuvimos suficiente

Cuando John (19 años), Paul (18) y Natalie (19) llegaban, el pasado lunes, al intercambiador de autobuses de Moncloa, en Madrid, un grupo de voluntarios españoles los recibieron con los brazos abiertos. Los tres vienen de Australia, y explican que, cuando sólo eran unos adolescentes, «vivimos la Jornada de la Juventud de Sídney, y descubrimos una forma nueva de vivir la fe, que no se parecía a lo que nosotros creíamos antes. En Sídney, la gente vivía su fe de forma real, fuerte, y muy alegre». Aquella experiencia les marcó tanto, que «no tuvimos suficiente y hemos querido venir a Madrid para seguir compartiendo, con jóvenes de todo el mundo, la enoooooorme (sic) energía con la que nos llena el Espíritu Santo. ¡Queremos más Espíritu!».

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Gratis lo habéis recibido… ¡Dadlo gratis!

Alegría. Con todas las letras. Ésa es la palabra que mejor define a este grupo de puertorriqueños, que viajaron la semana pasada desde Arecibo, donde han estado un año preparándose para el viaje (incluidas varias sesiones de estudio sobre la cultura, la historia, y la fe de España…) Hablan todos a la vez, pero con un asombroso equilibrio de opiniones: no repiten ideas, sólo las matizan y enriquecen. Y, mientras unos hablan, otros cantan, bailan y dan vivas a Cristo. Así, entre voces que salen de todos los rincones, explican: «Hemos venido porque estamos comprometidos con papito Dios y con la Iglesia. Somos misioneros porque somos cristianos, y nuestra fe crece dándola. España nos dio la fe y ahora venimos a recordarles la alegría de seguir a Jesucristo, sobre todo a los jóvenes. Como dijo Jesús: Gratis lo habéis recibido, ¡dadlo gratis!».