«Nuestra gran tarea es tener la misericordia de Dios» - Alfa y Omega

«Nuestra gran tarea es tener la misericordia de Dios»

Carlos González García

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha mantenido esta mañana, en el Auditorio 1 de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense, un encuentro con universitarios de distintas carreras y jóvenes profesionales para hablar del Sínodo de la familia y otras cuestiones de actualidad. Acompañado por el delegado de Pastoral Universitaria, el padre Feliciano Rodríguez, el prelado ha agradecido el estar presente en el encuentro porque, como ha explicado, encontrarse con gente joven ha sido algo que le ha ilusionado durante toda su vida: «Sois un radar importante para captar ondas que uno tiene menos capacidad para captarlas, pero vosotros dais pistas para ver por dónde está marchando la vida y por dónde tendríamos que dar respuestas». «Captáis las ondas de lo que viene y de lo que está», ha aseverado.

En esta línea, ha agradecido poder decir que la pretensión de la Iglesia, en el tema de la familia, «no ha sido otra que hacer verdad esa página del Evangelio de San Lucas» que, precisamente, «es el que hoy se proclama en todas las partes de la Iglesia». Así, ha recordado que esta página del Evangelio es «en la que se acercaban a Jesús publicanos, pecadores, toda clase de hombres, a escucharle; y había otro grupo que murmuraba porque cierta gente se acercaba a Jesús, pero Jesús quiere dar luz a todos los hombres, aunque otros le criticaban porque acogía y comía con ese tipo de gente…». Ante este texto, el arzobispo de Madrid ha subrayado palabras: acogidos, buscados y alegres. Para el ser humano es importante, en la cultura de hoy, sentirse acogido, «esté donde esté, sea como sea, piense lo que piense, haga lo que haga; y esto no es un invento nuestro, sino de Dios. Se acercó tanto a los hombres que acogió a todos, a todos los caminos en donde estaban los hombres, sin ningún inconveniente».

Por otra parte, ha detallado monseñor Osoro, Él no solamente les sentó a su mesa, sino que «se sentó también a su mesa». Eso era signo de que estaba incorporado a esa casa, «fuese quien fuese»… También somos buscados: «el Señor no tiene inconveniente, al contrario, nos manifiesta que siempre busca a todos los hombres, y basta que se pierda uno para que vaya a buscarle». Porque, en el fondo, ha asegurado, «lo que le quiere decir el Señor a todo ser humano es quién es; el ser humano, por sí mismo, no sabe quién es», y por eso es importante que «haya alguien que nos pueda decir quién es el hombre, qué soy yo, quienes, somos, dónde estamos y para qué estamos».

Y, por último, el arzobispo ha explicado qué es estar alegres: que alguien no te ponga condiciones, «como habéis hecho conmigo aquí, ¿cómo no voy a estar contento yo por estar aquí?, y si te sientes acogido, y sientes que te escuchan, estoy contento». La alegría a la que se refiere el Evangelio, como ha señalado, «nace de la alegría de un ser humano que se encuentra con otro que no le pone ninguna condición, nada; que se siente a gusto con él y que, además, como le ha visto que hace cosas extraordinarias –cura, dice palabras de vida, orienta, no discrimina…–, se siente alegre».

La cultura del descarte, ha recordado monseñor Osoro, es una cultura implantada desde el inicio mismo de la humanidad, «desde el día que entraron nuestros padres primeros por un camino distinto al camino que el Señor les había puesto». Pero cuando aparece el Señor en este mundo, comienza otra cosa: «la cultura del encuentro». «Nos enseña Dios una manera de hacer una cultura que es distinta, donde nadie sobra, y está dispuesto a encontrarse con todos», ha señalado.

Después, en el turno de preguntas, monseñor Carlos Osoro se ha referido al Sínodo de los Obispos en el que acaba de participar, destacando la «eclesialidad», la «fraternidad», la «libertad» y la «alegría» que ha experimentado durante el encuentro con el Papa Francisco y con otros obispos y familias.

Además, ha animado a los presentes a vivir este Año de la Misericordia, convocado por el Papa, porque «la misericordia es un amor que va más allá de la justicia» y, por tanto, este año «es una oportunidad que la Iglesia nos entrega en nombre de Jesucristo a través Papa Francisco, para que nos situemos en este mundo entregando el amor de Dios, que es un amor que va más allá, incluso, de lo que me apetecería darle al que tengo a mi lado», y la misericordia «hace que le tenga que mirar como lo haría Jesucristo». Nuestra gran tarea para ser Misioneros de la Misericordia –en línea con las propuestas del Plan Diocesano de Evangelización– es «tener la misericordia de Dios».