«Esperamos que nuestra presencia sea un consuelo» - Alfa y Omega

«Esperamos que nuestra presencia sea un consuelo»

¿Qué tienen en común una religiosa de clausura que declina incluso dar su nombre, y un profesor universitario que, cada año, trata a decenas de alumnos, además de publicar, dar conferencias, etc.? Pues que los dos pueden construir su vida sobre Cristo: la roca firme, como el granito con el que está construido el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en el cual ambos se encontrarán, mañana, con el Papa

María Martínez López
La Hermana Davinia Martínez -centro- en México

El famoso palacio-monasterio que mandó construir Felipe II cerca de la Villa de El Escorial será testigo de dos de las novedades de esta Jornada Mundial de la Juventud: los encuentros del Papa con religiosas jóvenes y con profesores universitarios. No será la primera vez, claro, en que el Papa se encuentre con estos mundos; pero sí la primera que lo haga en un encuentro de jóvenes de esta magnitud. Las dos citas serán en pleno corazón de la parrilla que forma el monasterio, construido así en honor al martirio del diácono san Lorenzo.

El Papa entrará primero en el Patio de Reyes, hermoso en la solidez y austeridad de su granito. Las jóvenes religiosas que le recibirán allí saben bien cómo construir su vida sobre la roca, desnuda y firme, de Cristo. Entre ellas, habrá religiosas de clausura, como estas 14 carmelitas descalzas: «Entre todas -explica una de ellas-, cubrimos casi todas las JMJ». Se refiere a que casi todas confirmaron, en alguno de esos encuentros, su vocación.

Estarán con el Papa, además, sin haberlo querido: «Decidimos que nuestra forma de participar iba a ser rezar y ya está, nuestra forma de apoyar es en lo escondido. Pero el cardenal Rouco nos dijo que su deseo era que el Santo Padre viera a monjas contemplativas, y nos invitó. Esperamos que sea un consuelo para él. Tiene mucha responsabilidad, la Iglesia es una cruz que pesa mucho. Cada día le llegan noticias de escándalos e infidelidades, y le puede consolar ver una parte de la juventud que está entregada a Dios y quiere serle fiel».

Benedicto XVI, con religiosas

Ahora que ya saben que acudirán, la ilusión las ha ganado del todo: «Nos pasamos las recreaciones hablando de ello y haciendo preparativos para ir con las mejores galas, dentro de nuestra pobreza» -hábitos arreglados y, encima, la capa de lana que se ponen para recibir al Señor en la Eucaristía-. «Pero la mayor preparación es la espiritual, porque va a ser una lluvia muy grande de gracias, también para nosotras. Hay un dispositivo impresionante» para todo lo de la Jornada, «pero nos encanta que todo está fundado en la oración».

Dará en el clavo

También la Hermana Davinia Martínez vio su vocación en una JMJ. Fue en Colonia, en agosto de 2005, y aún no conocía su Congregación. Dios puso a las Misioneras del Santísimo Sacramento en su camino aquel mismo septiembre. Tras hacer el noviciado en México y profesar el pasado marzo, «todavía estoy recién aterrizando» de vuelta a España -confiesa-, y tomando conciencia de los retos para la vida religiosa, que son distintos en uno y otro lugar. Aquí, por ejemplo, «sí se percibe una cierta frialdad».

Pero la Jornada y el encuentro con el Papa «son una forma muy bonita de comenzar» esta nueva vida. «Lo más bonito que tienen es que son momentos eclesiales, que te hacen vivir y palpar el amor a la Iglesia. Y, si quiere, Dios va a llamar a muchos, que ya tienen la llamita puesta». Cree que, para eso, también el encuentro será una ayuda: «Esta opción de vida no está muy bien vista; parece que las religiosas son sólo mayores, y puede ser una oportunidad de que se vea que hay religiosos jóvenes en España. Seguro que el Papa, que siempre tiene palabras inspiradas por Dios, va a dar en el clavo de lo que es la vida religiosa», y «otros jóvenes leerán esas palabras».

El escurialense Patio de los Reyes acogerá al Papa

Universidad, tierra de misión

La basílica, en la que el Papa entrará desde el Patio de Reyes, también tiene una base de roca firme. Pero alberga, además, el tesoro de la fe convertida en arte y cultura. Allí le esperarán los profesores universitarios y, en su nombre, le saludará don Alejandro Rodríguez de la Peña, profesor de Historia Medieval en la Universidad CEU San Pablo. Desde su experiencia en cinco universidades de cuatro países, subraya que «la Universidad española está llena de jóvenes talentos (muchos de los cuales se tienen que ir al extranjero) e inmensas posibilidades intelectuales». Pero para que todo este potencial fructifique, queda mucho por andar: «Si España quiere ser una gran nación, tendrá que tener universidades potentes en las que la sociedad busque conocimiento, y también orientación ética y moral».

Don Alejandro cree que Benedicto XVI ha dado tanta importancia a sus ya famosos encuentros con universitarios, no sólo por su propia condición de antiguo profesor, sino porque, «al igual que su antecesor, el Beato Juan Pablo II, tiene muy claro que el mundo académico puede ser un escenario fundamental para la conciliación entre fe y razón, además de para la evangelización de la juventud». Por ello, la inclusión en una JMJ de uno de estos encuentros es «un gran acierto. Es una forma de lanzar el mensaje de que el cristianismo tiene muchísimo que decir a los jóvenes en general y a los jóvenes universitarios, a los intelectuales del mañana, en particular». Frente a quienes quieren expulsar la vida religiosa de las aulas, «el Papa proclama que la fe revelada y la razón o la ciencia son perfectamente armónicas entre sí».

Pero, además de esta conciliación -añade don Alejandro-, es necesario tomar conciencia de que el mundo académico es un gran marco para evangelizar: «La evangelización del alumno es misión propia de todo cristiano, sea profesor, bedel o administrativo, esté en una universidad católica o estatal».

Todo lo que usted debe tener en cuenta
  • Los actos empezarán a las 11:30 h.
  • Son de acceso restringido, aunque habrá pantallas para seguirlos desde la Lonja del monasterio. También se podrá estar en el recorrido, que está dividido y asignado –aunque no de forma exclusiva– a parroquias de la zona. Si usted vive en las localidades próximas, puede informarse en su parroquia sobre si tienen un sitio asignado.
  • Es posible que las líneas de autobús 661 y 664 (desde Moncloa) estén cortadas o modifiquen su recorrido.
  • Si va en coche, tendrá que aparcar en las afueras y acercarse andando -3 o 4 Km.-
  • En tren: puede coger la línea 8 a El Escorial. Seguramente, habrá que andar una media hora desde la estación.
Quería estar con los frailes

«Creo que le va a gustar volver y recordarlo», asegura el padre Jesús Gutiérrez, agustino residente en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Se refiere a las dos visitas que el entonces cardenal Ratzinger hizo a esta localidad, en 1989 y 1993, para participar en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. Don Jesús recuerda con admiración el contenido de sus conferencias: «Es un teólogo que sabe por dónde camina y al que no le gusta quedarse en la superficie», y que compaginaba muy bien la reflexión teológica sobre la Escritura ­y la respuesta a cuestiones actuales.

Sin embargo, lo que más recuerda es el trato personal con él: «Nunca quiso alojarse en el hotel Eurofórum Felipe II, con los demás profesores. Decía: Ese tipo de vida no me va. Se alojó con nosotros, quería privacidad y poder estar con los frailes». Durante la primera visita, que fue más larga, «estuvo con los hermanos de la comunidad tomando algo y hablando de lo divino y de lo humano. Era muy abierto, con una gran cercanía y formación, y muy educado, pero no se achantó ante nada», a pesar de que «le preguntamos de todo. Era totalmente distinto a la imagen que se tenía de él. Desde entonces, cuando algún agustino le ha dicho que era de este monasterio, lo ha recordado. Me llenó de alegría cuando le eligieron Papa. Aunque fue triste que luego, en los Cursos de Verano, no mencionaron que había sido profesor allí. Debería haber sido un motivo de orgullo».

Con los benedictinos

También durante esa misma primera visita, los benedictinos del cercano Valle de los Caídos le invitaron a visitar su abadía. «Respondió rápidamente que sí» -recuerda el padre Anselmo Álvarez, hoy abad del Valle-, en parte por tratarse de una abadía benedictina. «Nos habló extensamente de su vinculación con la Orden. Donde más iba, casi cada mes, era a la abadía de Montecasino, donde tenía una habitación reservada». Quizá por eso, tenía claro que el Valle «se trataba no tanto de un monumento sino de un monasterio», y se interesó por todo lo relativo a la vida monástica, hasta el punto de preguntar si había algún enfermo entre los frailes. Asimismo, hablaron del propósito de reconciliación de esa abadía, simbolizado en la Cruz y en el hecho de que, «en la basílica, están enterrados caídos de los dos bandos» de la Guerra Civil, «bajo las mismas plegarias de los monjes. Él insistió en que continuáramos en esta línea, que era lo que justificaba la existencia del Valle». Además, les recordó otros esfuerzos de los benedictinos, a lo largo de la historia de Europa, para fomentar la paz, «como la tregua de Dios o el derecho de asilo».

Por otro lado, «le impresionó mucho la conjunción entre arquitectura y naturaleza», y le pareció interesante la idea que le sugirió el mismo padre Anselmo de que, «de cara a la nueva evangelización, los europeos», con el Papa a la cabeza, «vinieran en peregrinación a orar al pie de la Cruz». El mismo don Gustavo Villapalos, Rector de la Universidad Complutense, que se unió a la visita, «me contó, días después, cómo, de camino a Madrid, le había dicho que la abadía le había interesado más que El Escorial», por su concepción espiritual.