«Hoy la ferocidad anticristiana sigue viva» - Alfa y Omega

«Hoy la ferocidad anticristiana sigue viva»

El Papa pidió la intercesión de los nuevos beatos para proteger a «los mártires de hoy»

José Antonio Méndez
Un momento de la celebración, con el gran icono que representa a los 26 nuevos mártires en torno al Cristo de san Damián. Foto: Agustí Codinach/Arzobispado de Barcelona

«El martirio de este grupo de franciscanos capuchinos asesinados nos recuerda a todos que la ferocidad anticristiana sigue viva hoy». Así se refirió el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, a los 26 nuevos mártires, asesinados durante la persecución religiosa en España de los años 30, a los que beatificó el pasado sábado en la catedral de Barcelona.

Después de un proceso documental que se inició en los años 50, el padre Federico de Berga y 25 compañeros de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos subieron a los altares en el transcurso de una Eucaristía que fue concelebrada por el cardenal Lluís Martínez Sistach; el vicario general de los Capuchinos, fray Mauro Jöhri; el nuncio, monseñor Renzo Fratini, y la práctica totalidad de obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense.

Durante la ceremonia, en la que se empleó el cáliz que uno de los mártires utilizaba para celebrar Misa poco antes de su muerte, el cardenal Amato recordó que «durante la persecución religiosa de los años 30 del siglo pasado, la Iglesia española se convirtió en un verdadero campo de muertes, con la eliminación de muchas víctimas inocentes». Sin embargo, como afirmó después para los micrófonos de Radio Vaticana, estos frailes «que se dedicaban solo a la oración, el estudio, la predicación y la caridad hacia los pobres», y que contaban con un buen número de «jóvenes entusiastas con un futuro lleno de sueños apostólicos», no recurrieron a la defensa violenta, sino que «abrazaron el martirio y a la hermana muerte con la misma serenidad y alegría que san Francisco».

De sagrario clandestino a relicario

Como los 26 capuchinos habían sido expulsados de sus conventos (que fueron después incendiados y arrasados) en los primeros compases de la guerra civil, todos tuvieron que ocultarse en casas particulares. En ese tiempo, muchos celebraron la Eucaristía de forma clandestina mientras que otros, como fray Paciá María, de 19 años, se jugaban la vida llevando la comunión a los enfermos. Otro de los mártires empleó como sagrario clandestino una arqueta de madera, en la que el sábado el cardenal Amato guardó e incensó las reliquias de los 26 nuevos beatos.

Protectores de los mártires de hoy

El testimonio de estos mártires ilumina la realidad de los cristianos perseguidos hoy. El propio Papa Francisco, durante el Ángelus del domingo, recordó a estos beatos «que murieron en España durante la feroz persecución contra la Iglesia en el siglo pasado», para encomendar a su intercesión «a tantos de nuestros hermanos y hermanas que, lamentablemente, todavía hoy, en diversas partes del mundo son perseguidos por su fe en Cristo».

Porque, como también explicó el cardenal Amato en Radio Vaticana, «los cristianos son el grupo religioso más perseguido, y el más olvidado, en el mundo. Los medios no hablan de las graves limitaciones a la libertad religiosa que sufren los cristianos». Y citó el ejemplo del asesinato, el pasado abril, en Kenia, de «147 estudiantes africanos, que porque eran cristianos y no sabían el Corán fueron asesinados como animales, masacrados por el odio hacia la cruz de Cristo, el primer mártir de la Iglesia». Y ante esto, recordó Amato, «estamos llamados a responder a la banalidad del mal con la nobleza del bien, del perdón, de la misericordia, y de la reconciliación».