La voz del Magisterio - Alfa y Omega

La voz del Magisterio

Papa Benedicto XVI

Ya en 1989, poco antes de caer el Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela. Ahora, en un momento en que Europa ha de volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema: Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe. Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal. Además, quisiera que todos los jóvenes, los que comparten nuestra fe como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno. En cada época, también hoy, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad, de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, fundar una familia, adquirir la estabilidad y seguridad que puedan garantizar un futuro sereno y feliz. Al recordar mi juventud, veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Este impulso de ir más allá está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven. ¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustín tenía razón: nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti. Es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente de la vida; eliminarlo equivale a separarse de esta fuente e, inevitablemente, privarse de la plenitud y la alegría.

Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, 1 (2010)