Visitar al enfermo - Alfa y Omega

Visitar al enfermo

Si «el nombre de Dios es Misericordia», como dice el Papa, sus apellidos bien pueden ser los 14 modos que desde hace siglos propone la Iglesia para vivir y practicar el amor de Dios: las obras de misericordia. Estos son testimonios reales de cómo se puede vivir el Año de la Misericordia

José Antonio Méndez
Foto: José Antonio Méndez

Elena lleva casi 20 años (más de la mitad de su vida) vinculada a la atención desinteresada de personas mayores e impedidas. Una obra de misericordia –la de visitar al enfermo–, que en los últimos años lleva a cabo junto a otros voluntarios de la parroquia de Nuestra Señora de la Visitación, en el distrito madrileño de Moratalaz, una zona cada vez más envejecida de la capital.

Una tarde por semana, Elena recorre las calles de su barrio para visitar a personas ancianas que viven solas o tienen sus capacidades muy mermadas. Entre este grupo «de jóvenes de entre 86 y 95 años» hay feligreses habituales, y también «personas que no creen en Dios pero que piden esta visita porque se lo recomienda un vecino que sí va a la parroquia». Elena lleva a cabo una labor de acompañamiento personal y espiritual: «Queremos que vean que no están solos, que siguen formando parte de la vida de un barrio en el que viven desde hace años. También rezamos con ellos, les leemos el Evangelio, escuchamos lo que nos cuentan, charlamos de todo…». En resumen, «estamos con ellos para que nos sientan cercanos y para que sientan cerca a Dios. No maquillamos su realidad, que a veces es bastante dura, sino que intentamos que la vivan desde Dios». Una tarde de visita es capaz de alegrar toda la semana de quien la recibe, pero Elena se quita méritos: «Es un deber de justicia para restaurar el respeto que todo mayor o enfermo se merece. Es lo que nos pide Dios».