La cruz y la corona - Alfa y Omega

Vuelve con fuerza la erradicación de los signos religiosos del espacio público. La cruz en las salas de plenos municipales, los belenes municipales, y también en las escuelas, donde son sustituidos por paisajes de invierno. En Barcelona, el Gobierno municipal de Ada Colau, que gobierna con una minoría de 11 concejales sobre 41, ha ido un paso más allá y promueve el solsticio de invierno como sustituto de la Navidad. La cruz, en su doble significado religioso y cultural, debe ser liquidada por vía administrativa. Es un consuelo, porque los antecesores practicaban un plan sistemático de destrucción (El Martiri dels Temples, Josep M. Martí i Bonet). Durante la Guerra Civil se devastaron más de 500 iglesias de la diócesis de Barcelona, y únicamente siete quedaron indemnes. Los retablos destruidos situados en línea recta alcanzarían 3,4 kilómetros de longitud.

En la ladera opuesta del comportamiento humano podemos encontrar un artículo de 1964, en pleno apogeo comunista, publicado en el semanario Argumentos de la Asociación Polaca de Ateos. Su título, «Jesucristo, Profeta y Reformador», y su autor, el hoy mucho más reconocido Leszek Kolakoski, criticaba las tentativas históricas de eliminar a Jesucristo de nuestra cultura. «Semejante intento es obra de mentes que se imaginan que el ateísmo vulgar no solo puede bastar como Weltanschaung, sino que además autoriza a mutilar nuestra tradición cultural, según su propio parecer doctrinario». Kolakoski enumeraba los cinco grandes valores que la cultura universal ha tomado del cristianismo:

1) Situar el amor por encima de la ley; 2) Suprimir el despotismo en las relaciones humanas; 3) La verdad de que el hombre no vive solo de pan; 4) La abolición del concepto de pueblo elegido, en el sentido de que no hay naciones que tengan razones para imponer su preeminencia; 5) La tesis de la imperfección del mundo.

¿A quién puede molestar una concepción que aporta lo que son los fundamentos de nuestra civilización, también la de Ada Colau, y de quienes como ella practican la cristofobia? ¿Quién puede rechazar la figura de aquel que abre sus brazos a la humanidad entera?

En todo caso, es pertinente recordar la ley 33/1981, art. 1º, que establece que el escudo de España debe tener una cruz de oro en el vértice de la corona real. La misma cruz –sin oro– que colgada de la pared de una escuela debe ser erradicada por facciosa.

O cambiamos esta corona, o dejamos en paz a todas las cruces.