Manos Unidas ante el Año de la Misericordia - Alfa y Omega

Manos Unidas ante el Año de la Misericordia

El Año Jubilar que acaba de inaugurar el Papa es «un tiempo privilegiado para Manos Unidas pueda seguir manifestando al mundo que la Misericordia de Dios es eterna y que no permanece indiferente a la situación de muchos de nuestros hermanos más desfavorecidos», escribe en la carta El Año de la Misericordia el consiliario de la asociación, monseñor Carlos Escribano Subías

Carlos Escribano Subías

El Papa Francisco nos ha convocado a un Año Jubilar dedicado a la Misericordia. En un gran regalo que el Santo Padre hace a la Iglesia Universal y que recibimos con alegría y responsabilidad. Se iniciará el próximo 8 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa en Roma y el fin de semana siguiente tendrá lugar esa inauguración en el resto de las diócesis.

Estoy seguro que serán muchas las iniciativas que se desarrollen a nivel diocesano, arciprestal y parroquial para ayudarnos a vivir esta gozosa propuesta. Pero es también muy importante nuestra preparación personal.

El Papa Francisco, en la Bula de Convocatoria del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, nos invita a vivir este año a la luz de la Palabra de Dios. Sí, puede ser un excelente camino de preparación el seleccionar durante las próximas semanas algunos textos bíblicos que nos hablen de la misericordia de Dios o algunas lecturas propicias, a modo de lectura espiritual, que nos ayuden a ir redescubriendo la grandeza de la Misericordia de Dios y a convertirnos, como nos reclama el lema del Año Jubilar, en «Misericordiosos como el Padre». Es un tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.

En este Año santo, el Papa Francisco, nos invita a realizar «la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales. (…) En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. (…) Que nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad» (MV 15).

Un tiempo privilegiado para que nuestra Asociación de Manos Unidas pueda seguir manifestando al mundo que la Misericordia de Dios es eterna y que no permanece indiferente a la situación de muchos de nuestros hermanos más desfavorecidos, financiando programas, planes y proyectos de desarrollo integral. Así mismo, dejándonos interpelar por muchos hombres y mujeres que han respondido al clamor y a las necesidades de estos pueblos, con su vida y su entrega, llevando a cabo múltiples y variadas iniciativas, que podremos ir conociendo a lo largo del año, en las distintas catequesis y testimonios sobre las obras de Misericordia.

Os propongo que vivamos este Año con gratitud al Señor y como una ocasión propicia para renovar nuestra entrega y servicio a los más necesitados. Soy consciente que la oración y la lectura de la Bula Misericordiae Vultus y de otros textos, nos pueden ayudar a introducirnos de manera ilusionada y activa en la celebración del Año Jubilar de la Misericordia.