Los obispos defienden la verdad de la familia - Alfa y Omega

Los obispos defienden la verdad de la familia

Miles de personas celebran en las catedrales españolas el Jubileo de las Familias, convocado por el Año de la Misericordia. Los obispos piden «más protagonismo» social para los matrimonios, en una jornada no exenta de polémica por las palabras del obispo de Córdoba

José Antonio Méndez

«Hagamos que la familia tenga protagonismo»: estas palabras que el vicepresidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, lanzó a las familias durante la Eucaristía que celebró el pasado domingo en la catedral de La Almudena, son un buen resumen del esfuerzo que han realizado los obispos españoles para proponer a toda la sociedad la verdad y la belleza de la familia y del matrimonio, con ocasión de la fiesta de la Sagrada Familia.

Por primera vez desde 1916

Este año, las celebraciones litúrgicas han estado marcadas por el Jubileo de las Familias, que por expreso deseo del Papa Francisco se celebró de forma simultánea en Roma y en todas las catedrales del mundo, dentro del marco del Año de la Misericordia. Tres meses después de que la Iglesia haya celebrado un Sínodo para la Familia, el Santo Padre ha querido que sean precisamente las familias cristianas las primeras en celebrar una celebración jubilar específica.

En España, todos los obispos celebraron el Jubileo en sus diócesis, algo que supuso una novedad en varias de ellas. Es el caso de Segovia, que no acogía en su catedral una celebración de estas características presidida por su obispo desde 1916.

Catequesis, bendiciones, cartas y celebraciones especiales fueron algunas de las fórmulas que siguieron los obispos para mostrar la cercanía de la Iglesia a las familias. En Madrid, monseñor Osoro dedicó una catequesis a la familia el sábado por la tarde, y pasó más de ocho horas bendiciendo a todas las familias que se acercaron el domingo a la catedral. Durante la Eucaristía jubilar, monseñor Osoro pidió que las familias cristianas sean «misioneras», para que «la familia tenga un protagonismo que es sanador de la existencia y de la convivencia humana», y entreguen «el abrazo de Dios a los que viven en ella y a los que se acercan a esa familia».

También a poner en valor el papel de los matrimonios católicos en la sociedad dedicó su primera intervención el nuevo arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella, solo un día después de su toma de posesión como pastor metropolitano.

Un obispo perdido en el metro

En una misa celebrada en la basílica de la Sagrada Familia, ante 4.000 fieles, monseñor Omella destacó que frente a quienes presentan como normales las rupturas matrimoniales u otras formas de convivencia, «sois muchos los matrimonios que preferís y vivís la fidelidad, el afecto, la ternura, y que transmitís la fe a los hijos». En su homilía, Omella no tuvo reparo en contar la anécdota que le había ocurrido aquella misma mañana: según contó, el nuevo arzobispo se había perdido dos veces en el metro al intentar llegar a la basílica de Gaudí, lo que interpretó como «un símbolo de que en mi ministerio episcopal me tengo que dejar acompañar por los sacerdotes, los religiosos, los laicos y los matrimonios».

En Córdoba, monseñor Demetrio Fernández aprovechó la celebración del Jubileo en la catedral para renovar los votos de varios matrimonios que celebraban sus Bodas de Plata.

«El amor no surge en una pipeta»

Aunque la jornada en Córdoba venía precedida por las críticas de PSOE, Podemos e Izquierda Unida contra monseñor Fernández, después de que en vísperas de Navidad se hubiese hecho pública una carta pastoral en la que el obispo recordaba que la familia «se constituye por la unión de los esposos», hablaba de la complementariedad entre hombre y mujer, y explicaba que «el hijo tiene derecho a proceder de una relación de amor entre sus padres, nunca como fruto de un aquelarre químico de laboratorio» ni «de una pipeta». «Todo tipo de fecundación artificial (inseminación artificial y anónima, fecundación in vitro homóloga o heteróloga) rompe esa armonía de la creación por la que los hijos vienen al mundo como personas, fruto de una relación personal de amor entre los esposos», aclaraba el prelado. Además, añadía que varón y mujer, «creados en igualdad de dignidad fundamental, son distintos para ser complementarios». Por eso, «cuanto más varón sea el varón, mejor para todos en casa» y «cuanto más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en casa», pues «él aporta particularmente la cobertura, la protección y la seguridad; es signo de fortaleza, representa la autoridad que ayuda a crecer», mientras que «la mujer da calor al hogar, acogida, ternura… El genio femenino enriquece grandemente la familia», aseguró.