El Encuentro de Taizé, «un regalo de Navidad» para Valencia - Alfa y Omega

El Encuentro de Taizé, «un regalo de Navidad» para Valencia

El hermano Alois pidió a 30.000 jóvenes que al volver a casa muestren «que la Iglesia es una comunidad de amor»

María Martínez López
Jóvenes durante la oración de la tarde del 29 de diciembre, en una de las grandes carpas instaladas en el cauce del río Turia. Foto: J. Peiró/AVAN

Horas después de las emotivas despedidas y de que 15.000 jóvenes europeos cogieran los 300 autobuses que los devolverían a sus casas, el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, subrayó que el Encuentro Europeo de Jóvenes que la ciudad del Turia acogió la semana pasada ha sido «un verdadero regalo de Navidad entre nosotros. Se ha visto la fraternidad, la comunión, el amor, la acogida, la alegría y la juventud, signos todos de que Dios está con nosotros». Esta semilla «dará muchos frutos en Valencia y en España». El cardenal también pidió a Dios que la comunidad de Taizé, organizadora del encuentro, «continúe haciendo esta obra y tantas otras más para el futuro de la humanidad y de la Iglesia, por la evangelización de los jóvenes y por la fraternidad entre los pueblos».

Los 30.000 jóvenes —la mitad valencianos y del resto de España, y otros tantos europeos— dejaron Valencia con el encargo que les hizo el hermano Alois, prior de la comunidad, de «mostrar que la Iglesia es una comunidad de amor por estar abierta a los que nos rodean, mediante el ejercicio de la hospitalidad, la defensa de los oprimidos y el compartir lo que tenemos».

Foto: Alberto Saiz / AVAN

En las oraciones de la tarde, el prior fue desgranando el tema central del encuentro, la misericordia, en distintas vertientes: el confiarse a Dios, el perdón, la cercanía a los que sufren —que se hizo realidad con la visita de la comunidad a la prisión de Picassent para rezar con 130 internos—, la implicación social y el cuidado de la creación. Las tres oraciones diarias iban marcando el ritmo del encuentro, durante el cual los jóvenes también pudieron conocer la realidad de la Iglesia local, participar en una treintena de talleres sobre fe, solidaridad, sociedad, arte y cultura, y vivir el cambio de año rezando por la paz y celebrándolo con sus familias y comunidades de acogida.

El Encuentro no es solo importante para estos jóvenes que han podido tener en él una experiencia fuerte de fe. También las distintas Iglesias lo valoran muy positivamente, como se desprende de los mensajes enviados por el Papa, el arzobispo de Canterbury, el patriarca de Constantinopla, los secretarios generales de la Federación Luterana Mundial, de la Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas, y del Consejo Ecuménico de las Iglesias, así como por el secretario general de las Naciones Unidas o el presidente del Consejo Europeo. También numerosos obispos europeos han viajado a Valencia. La representación de España estaba formada por el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez; y los obispos de Madrid, Barcelona, y Málaga.

Próxima parada…

Una iglesia cercana, cada domingo: en la última oración común, el jueves 31 de diciembre, el hermano Alois invitó a todos a dedicar cada domingo por la noche media hora de silencio, en una iglesia, a orar por la paz y por quienes sufren la violencia.

Cuba: durante el Encuentro, el hermano Alois anunció que, en febrero, «dos hermanos irán a Cuba a formar una pequeña comunidad allí». La fundación de esta fraternidad se suma a las que la comunidad ya tiene en Brasil, Bangladés, Senegal, Kenia y Corea. El prior dijo estar «encantado de anunciarlo aquí, porque España siempre ha estado cerca de Cuba».

Riga (Letonia): el próximo Encuentro Europeo de Jóvenes tendrá lugar en la capital letona en diciembre de 2016. Es la primera vez que este encuentro se celebra en un país que perteneció a la URSS, «una especie de puente entre dos mundos diferentes», en palabras del hermano Alois. El obispo católico de Riga, monseñor Stankevics, que acudió a Valencia con su homólogo luterano, subrayó la «buena colaboración ecuménica» en su ciudad, nacida bajo la opresión comunista.