Oración por el Papa y unión con él - Alfa y Omega

Oración por el Papa y unión con él

En esta entrevista, para COPE, a Javier Alonso Sandoica, nuestro cardenal arzobispo ha dicho, ante el Día del Papa:

Javier Alonso Sandoica
Detalle de Pedro, en El pago del tributo, de Masaccio. Capilla Brancacci, Florencia

El próximo domingo celebramos el Día del Papa, justo después de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, que es el día 29.
La solemnidad de San Pedro y San Pablo, tristemente desde hace ya muchos años, en España no es día no laborable, festivo desde el punto de vista civil. Es el día para el recuerdo de esas dos columnas de la Iglesia, Pedro y Pablo. Pedro es el primero de los Doce, cabeza del Colegio apostólico y el primer obispo de Roma. Pablo estuvo en Roma, no fue obispo en Roma, no perteneció estrictamente al Colegio de los Doce, aunque fue un apóstol como ellos, y supo amar a Cristo y hablar de Él con una pasión y una entrega absolutamente únicas. No creo que sea exagerado decir que constituye, para el futuro de la Iglesia y para el presente, un modelo insuperable de amor a Cristo.

Pero el peso de la fiesta recae mucho en la figura de san Pedro, por razones obvias. El obispo de Roma sigue siendo el sucesor de san Pedro y le sucede también como cabeza del Colegio apostólico de todos los obispos. Su Iglesia particular de Roma es aquella en torno a la cual se produce la comunión de todas las Iglesias, y de algún modo ejerce un papel clave y decisivo para la constitución de la Iglesia como una, santa, católica y apostólica. El Papa no suple a los demás obispos, no los puede sustituir, pero ciertamente los une, los mantiene unidos y, si ellos se mantienen unidos con él, sólo con él, pueden ejercer su ministerio como auténticamente sucesores de los demás apóstoles y al servicio del bien de la Iglesia. Ésta es una explicación un poco concisa, pero que va al fondo de lo que la fe y la doctrina de la fe nos enseña sobre san Pedro y san Pablo. Es obvio que por lo tanto es una fiesta que habría que celebrar como el Día del Papa; así lo hacemos.

Por cierto, haciendo un paréntesis, fue providencial que el Papa y el obispo de Roma perdiesen los Estados Pontificios. Lo vemos ahora con toda claridad. También lo vieron entonces, en buena medida, las grandes almas. Lo que ellos querían era mantener la libertad y tener una forma jurídica que les permitiese ser libres del poder temporal, del poder civil del territorio donde está Roma. Cerramos paréntesis. Y lo es ahora. Es urgente ahora unirse al Papa. Lo fue con los Papas de todo el siglo XX: con Pío XII, en plena Segunda Guerra Mundial, con el Beato Juan XXIII, con Pablo VI, sin el cual el Concilio Vaticano II no hubiese llegado a buen término -la heroicidad de sus virtudes ha sido reconocida ya-, con Juan Pablo I, con el Beato Juan Pablo II, con Benedicto XVI y ahora, de una manera singularísima, con el Santo Padre Francisco. Hay que rezar por él, unirse en torno a él, sabiendo que, por ser el sucesor de Pedro, es de una forma singular el Vicario de Cristo, para toda la Iglesia. Hay que saber rezar por él; lo pide él mismo muchas veces: Rezad por mí. Recemos por él. Mantengámonos unidos a él.

Y, además de la oración, conocer su palabra a fondo, quererlo mucho y ser fieles a las enseñanzas del Santo Padre…
El magisterio del Papa es un magisterio del sucesor de Pedro; en sus fórmulas supremas, ejercido -enseñan el Concilio y el Catecismo de la Iglesia católica, y la doctrina de la Iglesia- cuando habla ex cátedra, es decir, como pastor de la Iglesia universal, es infalible. Esa fórmula la usa en contadas ocasiones, pero, entre tanto, su magisterio ordinario es siempre un río de luz constante para los fieles en cada momento de la Historia; en este caso, el Papa Francisco, para este momento histórico. Estamos esperando su primera encíclica. En cualquier caso, él se prodiga de una forma ejemplar en esa predicación permanente, diaria, homilética; mantiene la tradición de las audiencias de los miércoles, de los saludos en el rezo del ángelus el domingo, las homilías de las grandes celebraciones, etc. Ese magisterio tenemos que hacerlo nuestro.

Y el Papa necesita que se le ayude para que pueda cumplir con su misión, necesita apoyo y ayuda económicos para que su ministerio pueda ser realizado. El óbolo de San Pedro, unido a la memoria de los apóstoles san Pedro y san Pablo, ha sido vivido por los fieles y los pastores de todo el mundo como una ayuda para que el Papa ejerza la caridad de Cristo en el mundo entero. La crisis económica condiciona mucho nuestras posibilidades, pero para esa caridad que el Papa ejerce merece la pena hacer un pequeño o un gran sacrificio el domingo que viene.