«España podría ser más generosa» - Alfa y Omega

«España podría ser más generosa»

Redacción

Europa y España podrían hacer mucho más en la crisis de los refugiados, denunció el obispo de Albacete y presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, monseñor Ciriaco Benavente, al presentar la campaña para la Jornada Mundial de las Migraciones, que incluye propuestas para orientar la labor de la Iglesia en este campo a lo largo de todo el año. Apenas han llegado una veintena de refugiados sirios a nuestro país, frente a los cerca de 17.000 previstos, cifra que contrasta con el millón largo de refugiados que acogen el Líbano o Jordania, países con una renta per cápita muy inferior a la española. «España podría ser más generosa», dijo.

Monseñor Benavente criticó, por un lado, los miedos a una supuesta invasión de refugiados. «En España hemos estado recibiendo en algún año hasta 600.000 inmigrantes. Ahora entra un millón en Europa y nos parece que es una avalancha». Al mismo tiempo, el obispo lamentó que algunos municipios «se declararan lugares de acogida, incluso con carteles de bienvenida, sin darse cuenta de que tienen a veces en las afueras de las ciudades asentamientos con personas de las que no se preocupan».

En lo que respecta a la Iglesia, el obispo de Albacete alabó la «respuesta generosa y rápida» para ayudar en la acogida que se produjo cuando parecía que iban a venir a España por miles. «De lo que no me siento tan gozoso es de que estemos dispuestos a dar una respuesta ante una realidad concreta porque hemos visto unas imágenes que nos duelen y que estemos pasivos» ante la situación parecida de otras personas que «no han llegado como refugiados reconocidos, pero que vienen huyendo también del hambre y de la violencia».

Al comentar el mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, Benavente incidió en particular en la importancia de la integración. Frente al «modelo asimilacionista francés de “quien viene aquí que se asimile”» o el «modelo liberal multicultural inglés, de “que cada grupo se las arregle”», la Iglesia defiende «que se respete al otro en su identidad», pero sin absolutizar ninguna identidad cultural, que «es tanto más auténtica en la medida en que se abre a lo universal», a «aquello que tenemos en común» con el otro, que es «la naturaleza humana». De este modo, es posible un encuentro en el que «las dos culturas se enriquecen mutuamente».