«Transmitir la misericordia recibida: misión compartida entre católicos, ortodoxos y protestantes» - Alfa y Omega

«Transmitir la misericordia recibida: misión compartida entre católicos, ortodoxos y protestantes»

El Papa Francisco dedica su catequesis a hablar de la misericordia aplicada a la Semana de oración por la Unidad de los cristianos

RV

En su audiencia general del tercer miércoles de enero, celebrada en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco propuso a la atención de los fieles el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que en numerosos países se celebra del 18 al 25 de enero. Como introducción a esta catequesis –la segunda del 2016– se leyó un pasaje bíblico tomado de la Primera Carta de Pedro (1 Pt 2, 9-10) que guía precisamente este año la reflexión de esta iniciativa de oración que concluye en la Fiesta de la Conversión de San Pablo, Apóstol.

Hablando en italiano el Papa Bergoglio explicó ante todo que este pasaje bíblico fue elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. Y recordó que en el centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal, que se remonta al siglo XII, en tiempos en que esta nación fue evangelizada por san Meinardo, fuente que es signo elocuente de un origen de fe que reconocen todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos, origen que es nuestro Bautismo común.

Tras citar el Decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegrati del Concilio Vaticano II que afirma que el Bautismo «constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad entre todos los que con él se han regenerado» (22), el Santo Padre destacó que la Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo así como de las exigencias que comporta.

De ahí que el Obispo de Roma haya afirmado que también nosotros, en esta Semana de oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.

Después de afirmar que compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos y liberados del mal, Francisco explicó que cuando los cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros – católicos, protestantes y ortodoxos – compartimos la experiencia de ser llamados de las tinieblas despiadadas y alienantes al encuentro con Dios vivo, lleno de misericordia.

Hacia el final de su reflexión el Papa constató que lamentablemente todos experimentamos el egoísmo que genera división, cerrazón y desprecio. Por eso volver a partir desde el Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, puesto que nadie está excluido de la misericordia de Dios.

Todos –dijo el Pontífice– católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa, lo que significa que tenemos una misión común, a saber: transmitir la misericordia recibida a los demás, partiendo de los más pobres y abandonados.

María Fernanda Bernasconi / RV

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos estuchado el texto bíblico que este año guía la reflexión en la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Esta semana. Tal pasaje de la Primera Carta de san Pedro ha sido elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.

Al centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal del siglo XII, el tiempo en que Letonia fue evangelizada por san Meinardo. Aquella fuente es un signo elocuente de un origen de la fe reconocida por todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos. Tal origen es nuestro Bautismo común. El Concilio Vaticano II afirma que «el Bautismo constituye el vínculo sacramental de la unidad vigente entre todos aquellos que por medio de él han sido regenerados» (Unitatis redintegratio, 22). La Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de los cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo y de las exigencias que implica. También nosotros, en esta Semana de Oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.

En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, libertados del mal. Es este el aspecto negativo, que la Primera Carta de Pedro llama «tinieblas» cuando dice: «[Dios] los ha llamado fuera de las tinieblas para conducirlos a su admirable luz». Esta es la experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir, símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros -católicos, protestantes y ortodoxos- compartimos la experiencia de estar llamados de las tinieblas feroces y alienantes al encuentro con el Dios vivo, pleno de misericordia. Todos de hecho, lamentablemente, tenemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios, ninguno está excluido de la misericordia de Dios.

El compartir esta gracia crea un vínculo indisoluble entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podamos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte de nuestras divisiones, es más fuerte. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, nosotros nos transformamos siempre más plenamente en pueblo de Dios, y nos transformamos también en capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un simple y fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales. Este es un testimonio concreto de unidad.

En conclusión, queridos hermanos y hermanas, todos nosotros cristianos, por la gracia del Bautismo, hemos obtenido misericordia de Dios y hemos sido recibidos en su pueblo. Todos, católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa. Esto significa que tenemos una misión común, que es aquella de transmitir la misericordia recibida a los otros, comenzando por los más pobres y abandonados. Durante esta Semana de Oración, rezamos para que todos nosotros discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada parte de la tierra.

Gracias.