Euromisión imposible - Alfa y Omega

Euromisión imposible

Isidro Catela
Rosa, Bisbal y Bustamante, en el festival de Eurovisión de 2002
Rosa, Bisbal y Bustamante, en el festival de Eurovisión de 2002. Foto: EFE.

Decía Gary Lineker que el fútbol es un deporte al que juegan once contra once y siempre gana Alemania. Es verdad que, para disimular un poco, a los brasileños, a los argentinos y a nosotros, en la última década, no se nos ha dado mal del todo. Valga el Mundial de 2010 como excepción que confirma la regla.

En Eurovisión nuestro Mundial fue allá por 1968, en Londres. El gol de Iniesta lo marcó Massiel con el La, la, la y la racha se prolongó hasta el año siguiente cuando Salomé nos hizo vivir cantando por segunda y última vez. El resto han sido cantos de sirena y operaciones triunfos. Es lógico, porque el festival de Eurovisión es un certamen musical al que se presentan un montón de países y casi siempre gana Suecia. Aquí las excepciones, en los últimos años, han sido las repúblicas bálticas, exsoviéticas, y su cada vez más numeroso vecindario.

Los tiempos cambian que es una barbaridad. Es probable que este año tampoco ganemos, pero ya no habrá controversia, como en 1968, cuando Serrat quiso cantar el La, la, la en catalán. Ahora cantamos en inglés y problema resuelto. Por si quieren votar para elegir la que nos va a representar este año, TVE organiza una gala en prime time el próximo día 1 de febrero, presentada por Anne Igartiburu. Hay seis finalistas, que van desde el reggaeton al pop latino pasando por el rock electrónico. De jóvenes talentos, salidos de La Voz, como Maverick, la niña (ya crecida) de Antes muerta que sencilla, María Isabel, o Electric Nana, una artista que mezcla inglés, francés y español para rizar el rizo. Quédense con este último nombre y con el título de su canción, Now. No dice gran cosa, pero es, como dicen en el argot, muy eurovisiva, muy festivalera. Se baila y se olvida. O sea, perfecta para la ocasión. Hay miles de eurofans pensando ya cuál sería la puesta en escena que nos evite el sonrojo en Estocolmo. Y si luego el 14 de mayo vuelve a ganar Suecia o las repúblicas bálticas, que al menos quedemos en el top ten, pidamos unas pizzas, huyamos del frikismo, nos quejemos del injusto sistema, nos voten Portugal y Andorra, y las audiencias vuelvan a ser millonarias, como cuando Rosa cantaba, con Bisbal y Bustamante en los coros, Europe is living a celebration.