Javier Prades: «Hoy vivimos un tiempo privilegiado para dar testimonio» - Alfa y Omega

Javier Prades: «Hoy vivimos un tiempo privilegiado para dar testimonio»

Don Javier Prades toma este jueves posesión como rector de San Dámaso para otros cuatro años

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

El arzobispo de Madrid le ha nombrado rector de la Universidad San Dámaso para un segundo mandato de otros cuatro años. ¿Qué proyectos hay de futuro? ¿Con qué universidad sueña?
Estamos terminando una primera fase de construcción de la universidad, con la erección de las facultades e instituto, y de la universidad como tal. Hemos ido elaborando sus estatutos y reglamentos, los pilares de la institución. Ahora hay que dejarla madurar en su vida cotidiana: la calidad de la docencia, el estudio y formación de los profesores, la promoción de la investigación… y seguir proponiendo todo lo que hacemos a quien pueda estar interesado tanto en Madrid y en España como en otros países mediante las relaciones internacionales.

¿Cómo se engarza la labor de una universidad eclesiástica en el tono más pastoral que le está dando el Papa Francisco a la Iglesia?
Es una invitación a comprender que la verdadera teología no es puramente intelectual o abstracta, como un fin en sí misma. La teología participa en el ministerio de enseñar propio de la Iglesia al servicio de los hombres. Por tanto, es fundamental que las disciplinas que se estudian aquí estén ordenadas al servicio de la misión de la Iglesia. La teología sirve al bien pastoral de la Iglesia, y la misión de la Iglesia encuentra una especial riqueza en la reflexión teológica.

Uno de estos nuevos acentos que propone el Papa es el de la misericordia, una dimensión que en los últimos meses a veces se ha visto contrapuesta a la verdad…
Hay que superar esas contraposiciones. La verdad del Evangelio es la misericordia, porque el Evangelio es Cristo vivo. Él es la propuesta verdadera para el hombre: Dios nos abraza para rescatarnos de nuestro mal, y para liberarnos no por nuestros méritos, sino por su misericordia. Esta es la buena nueva del Evangelio, en la que aparecen unidas ambas dimensiones.

San Dámaso se ofrece a los futuros sacerdotes y consagrados, y también a los laicos. ¿Por qué es importante que los laicos tengan una buena formación?
La primera formación cristiana es la que se recibe a través de la vida ordinaria de la Iglesia, pero hay laicos que intuyen que el estudio de la Teología les puede ofrecer un conocimiento adecuado para profundizar en el misterio cristiano, al servicio de sus profesiones, o de la vida eclesial.

Que no es solamente apologética para discutir bien acerca de la propia fe…
Ese es un aspecto muy importante: estar siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza a quien nos lo pida, como dice el apóstol Pedro. El cristianismo entró en el mundo así, dirigiéndose al hombre entero. No entra en el mundo como una fuerza irracional sino apreciando la capacidad de la razón y del amor de los hombres. Por eso, desde el principio la Iglesia mostró la profunda conexión entre la caridad, la fe y la razón. Hoy vivimos un momento privilegiado para testimoniar la fe al mundo que nos rodea, ofreciendo nuestras razones.

Precisamente sobre el testimonio cristiano ha escrito en su último libro. ¿Qué es exactamente el testimonio: ayudar a los pobres, salir a la calle a predicar, ser bueno, rezar mucho…?
El testimonio es la comunicación de la verdad de Jesucristo al hombre concreto. Por tanto implica muchas dimensiones: la verdad, la caridad, la unidad, el culto litúrgico, el servicio a los que más lo necesitan y en último término la entrega de la vida en el martirio. El Evangelio no es en primer lugar un libro, es Jesucristo en persona. Por tanto, evangelizar es transmitir esa verdad personalmente; no hay comunicación de la verdad cristiana que no sea testimonial. Y el testimonio incluye siempre estas dimensiones personales y comunitarias.

En primera persona

El libro que se está leyendo ahora mismo: Una novela italiana que se titula Las cosas sencillas, de Doninelli.

El que más se ha releído: Desde luego El Quijote. Entre lo contemporáneo, Intemperie de Carrasco, y Ojos que no ven de González Sainz. En teología, Introducción al cristianismo de Ratzinger, y muchas obras de Von Balthasar y de Giussani.

Qué hace cuando se cansa de los libros: Salir a la montaña a caminar y a disfrutar del paisaje con los amigos.

Lo que siempre lleva consigo: ¡Algo tan prosaico como el móvil…! En el otro bolsillo un rosario, que rezo por la calle o en el Metro, que me hace mucha falta. Y en la cartera, dos imágenes; una del Cristo de Masaccio y otra de la Virgen de Guadalupe.

El origen de su vocación: Después de reencontrar la experiencia cristiana viva, un 25 de enero, día de la conversión de san Pablo, comprendí que Dios me llamaba para darle la vida. Si volviera a nacer, querría volver a reconocer esa llamada.

Un sacerdote al que nunca olvidará: Hay algunos muy importantes en mi vida. Dios ha tenido mucha paciencia y ha puesto ante mí a sacerdotes excepcionales, en una cadena viviente que ha sido y es una de las mayores gracias de mi vida.

Su pasaje preferido de la Escritura: Cada vez me conmueven más los salmos, Isaías, los evangelios, san Pablo… Con los años me acerco a la Escritura con más gusto y deseo de empaparme de ella. «Yo he venido para que tengan vida, y vida abundante» (Juan 10, 10) es un pasaje que siempre me ha acompañado y es la promesa que Dios ha manifestado en mi historia.