El precursor de una vivienda digna - Alfa y Omega

El precursor de una vivienda digna

Hermandades del Trabajo celebra, este fin de semana, en Madrid, el 25 aniversario de la muerte de su fundador, el Siervo de Dios don Abundio García Román. El arzobispo, monseñor Osoro, presidirá la Eucaristía el domingo, a las 10:30 h., en la sede de HHTT (calle Raimundo Lulio) –será retransmitida por La 2 de TVE–, en memoria de un sacerdote que se propuso recristianizar el mundo obrero, promoviendo la oración y la justicia social

Cristina Sánchez Aguilar
Don Abundio celebra Misa al aire libre con jóvenes y niños de HHTT, durante las colonias de verano

El Siervo de Dios don Abundio García Román fue un adelantado en la evangelización de los trabajadores. Fundador de las Hermandades del Trabajo en España y América, su vocación sacerdotal estaba dirigida a acompañar a los obreros en las transformaciones que sufrió el mundo del trabajo en el siglo XX.

Hijo de labradores, adquirió la coherencia de vida en familia. Tuvo un gran aprendizaje a los 6 años: su padre era juez de paz del pueblo cacereño de Jaraicejo. Vecinos y amigos le presionaron para que firmara una sentencia injusta y él se negó, pero las coacciones llegaron a tal extremo que decidió emigrar a Madrid con su familia. Ya en la capital, el joven Abundio supo que quería ser sacerdote. Uno de sus primeros destinos fue el barrio de Entrevías, donde vivió el clima de creciente anticlericalismo previo a la guerra civil. En ese contexto hostil, fue donde entró en contacto con la clase obrera; y con ellos, desde el colegio donde estaba destinado, realizó una magnífica obra social y religiosa: construyó aulas nuevas y un teatro para los niños, buscó profesores con vocación y hasta organizó excursiones a la montaña y colonias de verano, algo impensable en aquella época.

Llegó la guerra. Estuvo a punto de morir en la cárcel, pero un bombardeo, justo cuando iba a ser fusilado, le permitió escabullirse y llegar hasta la embajada noruega. En esos meses de resguardo, maduró las experiencias vividas con los obreros de Entrevías. «En su corazón de pastor, entraban en confrontación, por un lado, las necesidades de los trabajadores y sus familias, fruto de la injusticia y la desigualdad, y por otro, el amor que Cristo manifestaba a los pobres a pesar del rechazo del Evangelio y el sentimiento anticlerical que a ellos les embargaba», explica el Consiliario de Hermandades del Trabajo de Madrid, don Juan Carlos Carvajal. «¿Por qué razón odian a Cristo?; ¿no es Él el amigo de los pobres, los humildes, los marginados?; ¿no fue, también, un trabajador?», se preguntaba Abundio. Estaba claro que lo que ocurría era que aquellos hombres no conocían a Dios. Y supo que era preciso evangelizar a quienes Le odiaban simplemente por desconocimiento.

Don Abundio Junto a una imagen de María, en la casa de convivencias de HHTT, de El Espinar

Unir lo apostólico y lo social

Así nació su vocación de servicio al mundo del trabajo. Tuvo seguidores y detractores, pero el entonces obispo de Madrid, monseñor Eijo Garay, siempre le dio su apoyo –«Prefiero equivocarme con mi obispo, que acertar sin él», decía García Román–. En 1947, fundó las Hermandades del Trabajo –HHTT–, para «recristianizar el mundo obrero», uniendo lo apostólico y lo social. Para él, eran necesarias ambas dimensiones en los sacerdotes. Así se lo dijo en un retiro, en 1963: «No sé si pensamos un poco aburguesadamente, no sé si posponemos la cruda verdad de injusticia de los más humildes trabajadores a la más llevadera realidad de otros mejor situados, no sé si preferimos el apostolado con los más cercanos en religiosidad e ideología, y huimos del mundo obrero por más difícil y resistente. No sé si comprendemos la tragedia de este mundo sin Dios, sin derechos y a veces sin pan».

Fundó cooperativas, creó comedores sociales y fue un precursor de la lucha por una vivienda digna. Y en los años 60, impregnó a los militantes de HHTT de su responsabilidad en la transformación de las estructuras laborales. Les preparó para el cambio político y social que llegaba a España, y, con el mismo ahínco, les instó a permanecer fieles a su identidad cristiana: «Sólo el hombre acostumbrado a orar puede hablar y comunicar al otro la salvación».

Nunca se imaginó que el siglo XXI y la revolución tecnológica volverían a transformar por completo el mundo del trabajo. Por eso ahora, más que nunca, propone Carvajal, la figura de don Abundio «y su pasión evangelizadora pueden resultar inspiradoras para quienes, hoy, quieran servir en el ambiente laboral».