Orar con santa Teresa: «A san Andrés, apóstol» - Alfa y Omega

Orar con santa Teresa: «A san Andrés, apóstol»

Esta semana, en nuestra sección Oraciones de la Santa para el Año Jubilar, ofrecemos esta poesía-oración a la memoria de san Andrés, el apóstol de Cristo que murió crucificado en un aspa de madera, y cuya memoria litúrgica celebramos este domingo

José Antonio Méndez

Santa Teresa de Jesús no escribía poesía para regalarle el gusto a sus lectores con bellas composiciones. Santa Teresa de Jesús escribía para alabar a Dios, para rezar en verso. Para escribirle poesías a su Amado, como puede hacer cualquier enamorada.

Sin embargo, entre la enorme producción lírica de la primera mujer Doctora de la Iglesia destacan con un brillo especial sus poesías hagiográficas, es decir, aquellas que dedicaba a la memoria de los santos. En cada uno de estos poemas, la Santa mezcla los componentes de sus poesías lirico-místicas (o sea, de sus oraciones y coloquios con Dios escritos en verso), con los que caracterizan sus composiciones festivas, didácticas o de vida religiosa (consejos a monjas, coplillas, villancicos, poemas para otras carmelitas, etc.), de forma que tanto ella como sus monjas (y ahora sus lectores) pudieran ponerse en presencia de Dios, y al mismo tiempo, conocer la historia de un santo, encomendarse a él y sacar un provecho para la vida espiritual.

Entre estas poesías figura la que hoy ofrecemos a nuestros lectores para continuar con nuestra sección Oraciones de la Santa para el Año Jubilar Teresiano: A san Andrés apóstol, cuya memoria litúrgica celebramos hoy. Nuevamente, esta poesía se disfruta más, mucho, mucho más, delante del Sagrario:

+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:

Si el padecer con amor
puede dar tan gran deleite,
¡qué gozo nos dará el verte!

¿Qué será cuando veamos
a la inmensa y suma luz,
pues de ver Andrés la cruz
se pudo tanto alegrar?
¡Oh, que no puede faltar
en el padecer deleite!
¡Qué gozo nos dará el verte!

El amor cuando es crecido
no puede estar sin obrar,
ni el fuerte sin pelear,
por amor de su querido.
Con esto le habrá vencido,
y querrá que en todo acierte.
¡Qué gozo nos dará el verte!

Pues todos temen la muerte,
¿cómo te es dulce el morir?
¡Oh, que voy para vivir
en más encumbrada suerte!
¡Oh mi Dios, que con tu muerte
al más flaco hiciste fuerte!
¡Qué gozo nos dará el verte!

¡Oh cruz, madero precioso,
lleno de gran majestad!
Pues siendo de despreciar,
tomaste a Dios por esposo,
a ti vengo muy gozoso,
sin merecer el quererte.
Esme muy gran gozo el verte.

Amén.