«Los líderes islámicos deberían condenar la violencia» - Alfa y Omega

«Los líderes islámicos deberían condenar la violencia»

A la vuelta de su viaje de Turquía, el Papa Francisco sostuvo el habitual coloquio con los periodistas que iban a bordo, comenzando por la violencia en nombre de la religión. En este punto, Francisco denunció la persecución a los cristianos en Oriente Próximo pidió a los líderes musulmanes denunciar claramente esta violencia

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«El Corán es un libro de paz, es un libro profético de paz», dijo, en primer lugar, el Papa». «Esto no es islam(ismo). Yo entiendo esto y creo –al menos yo creo, sinceramente– que no se puede decir que todos los islámicos son terroristas: no se puede decir esto. Como no se puede decir que todos los cristianos son fundamentalistas, porque nosotros también los tenemos, ¿eh? En todas las religiones existen estos grupos, ¿no? Yo le he dicho al Presidente: Pero sería bello que todos los líderes islámicos –sean líderes políticos, líderes religiosos o líderes académicos– digan claramente y condenen aquello, porque esto ayudará a la mayoría del pueblo islámico a decir: “No”, pero de verdad, pero de la boca de sus líderes: el líder religioso, el líder académico… tantos intelectuales, y los líderes políticos’. Todos nosotros necesitamos una condena mundial, incluso de los islámicos, que tienen la identidad y que digan: Nosotros no somos como esos. El Corán no es esto».

«Cristianofobia, ¿de verdad? Yo no quiero usar palabras endulzadas, ¡no! A los cristianos los persiguen en Oriente Medio. Algunas veces, como hemos visto en Irak, en la zona de Mosul, deben irse y dejarlo todo, o pagar impuestos, que luego no sirve para nada… Y otras veces los echan con guante blancos, ¿no? Es como si quisieran que no hubiesen cristianos, que no quedara nada de cristiano. En esa zona hay esto. Es verdad, es un efecto del terrorismo, en el primer caso, pero cuando se hace diplomáticamente, con guante blanco, es porque hay otras cosas detrás, ¿no? Y esto no es bueno».

En la Mezquita Azul: «¿Rezamos un poco?»

En cuanto al dialogo interreligioso, dijo el Papa: «He tenido tal vez la conversación más bella sobre esto con el Presidente de los Asuntos Religiosos de Turquía. Ya cuando el nuevo embajador de Turquía había venido a presentar sus cartas credenciales, lo vi como un hombre excepcional, un hombre de profunda religiosidad. Y también al Presidente, allí, era de la misma escuela. Y ellos han dicho una cosa bella: Pareciera que el diálogo interreligioso haya llegado al final. Debemos hacer un salto de calidad, porque el diálogo interreligioso… Eh, como piensan ustedes esto, nosotros esto… Así, ¿no? Debemos hacer un salto de calidad, debemos hacer el dialogo entre personas religiosas de diferentes credos. Esto es bello, porque es el hombre y la mujer que se encuentran con un hombre y una mujer e intercambian sus experiencias. No se habla de teología, se habla de una experiencia religiosa. Y esto sería un bellísimo paso adelante, ¿no? Bellísimo. Me ha gustado muchísimo este encuentro, es de alta calidad».

Un episodio tocante de la Visita del Papa a Turquía fue el momento de meditación en la Mezquita Azul. Francisco comentó su disposición de espíritu durante la meditación:

«Yo fui a Turquía como peregrino, no como turista. Y fui precisamente, el motivo principal es la fiesta de hoy [san Andrés] a ver al Patriarca Bartolomé. Cuando fui a la mezquita no podía decir: ¡Ahora soy un turista! Vi aquella maravilla, el gran muftí me explicaba muy bien las cosas, con mucha humildad, me citaba El Corán, cuando habla de María y de Juan el Bautista. En ese momento sentí la necesidad de rezar. Le pregunté: ¿Rezamos un poco? Y él me respondió: Sí, sí. Yo recé por toda Turquía, por la paz, por el muftí, por todos y por mí… Dije: ¡Señor, acabemos con estas guerras! Fue un momento de oración sincera».

Ecumenismo: «Nuestros mártires están gritando: ¡Somos uno!»

«La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos», fueron las palabras del Pontífice a quien le preguntó sobre la unidad de los cristianos y las perspectivas ecuménicas.

«El mes pasado, en ocasión del Sínodo, vino como delegado el Metropolita Hilarion [Responsable de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú], y quiso hablarme no como delegado del Sínodo, sino como Presidente de la Comisión del diálogo ortodoxo-católico. Y hablamos un poco. Yo creo que con la Ortodoxia estamos en camino; tienen sacramentos y sucesión apostólica… Estamos en camino. Si tenemos que esperar a que los teólogos se pongan de acuerdo… ¡No llegará nunca ese día! Soy escéptico: trabajan bien los teólogos, pero Atenágoras dijo: ¡Pongamos a los teólogos en una isla para que discutan y nosotros seguimos adelante! La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. Y luego está el ecumenismo de la sangre: cuando estos matan a los cristianos, la sangre se mezcla. Nuestros mártires están gritando: ¡Somos uno! Es algo que tal vez algunos no pueden entender. Las Iglesias orientales católicas tienen derecho de existir, pero el unitarismo es una palabra de otra época; hay que encontrar otra vía».

La esperada visita a Moscú

En esta perspectiva, El obispo de Roma expresó su deseo de visitar Moscú, de encontrar al Patriarca Cirilo y fortalecer el camino hacia la unidad. «He hecho saber al Patriarca Kirill: Donde quieras tú, nos encontramos; si me llamas, voy. Pero en este momento, con la guerra en Ucrania, tiene muchos problemas. Ambos queremos encontrarnos y seguir adelante. Hilarión propuso una reunión de estudio de la Comisión sobre el tema del primado. Hay que continuar con la petición de Juan Pablo II: Ayúdenme a encontrar una fórmula de primado aceptable para las Iglesias ortodoxas».

En este sentido, El Papa Francisco señaló que en la Iglesia existen divisiones «porque la Iglesia se ha mirado demasiado a sí misma», y no brilla con la luz de Cristo. «Lo que siento más profundamente en este camino para la unidad es la homilía que hice ayer sobre el Espíritu Santo: sólo el camino del Espíritu Santo es correcto; Él es sorpresa, Él es creativo. El problema (y esta tal vez sea una autocrítica, pero lo dije también en las Congregaciones generales antes del Cónclave) es que la Iglesia no tiene luz propia, debe ver a Jesucristo. Las divisiones existen porque la Iglesia se ha visto demasiado a sí misma. Mientras comíamos hoy, con Bartolomé, hablamos del momento en el que un cardenal fue a llevar la excomunión del Papa al Patriarca: la Iglesia se veía demasiado a sí misma en ese momento. Cuando nos vemos a nosotros mismos nos volvemos auto-referenciales».

El abrazo con Bartolomé

El Santo Padre exhortó a encontrar un camino aceptable para alcanzar la unidad en la Iglesia. «Los ortodoxos aceptan el primado: en las letanías de hoy rezaron por su pastor y primado, aquel que camina primero. Lo dijeron hoy ante mí. Para encontrar una fórmula aceptable debemos ir al primer milenio. No digo que la Iglesia se haya equivocado (en el segundo milenio), ¡no! Hizo su camino histórico. Pero ahora el camino es seguir adelante con la petición de Juan Pablo II».

Otro gesto que impactó en esta visita apostólica del Papa a Turquía fue el momento del abrazo con el Patriarca Bartolomé I. Al respecto el Santo Padre señaló que no debemos cansarnos de dialogar y no ver con sospecha las aperturas. «Me permito decir que este no es un problema nuestro. Éste es también un problema de los ortodoxos, de algunos monjes y de algunos monasterios. Por ejemplo, desde los tiempos del beato Pablo VI se discute sobre la fecha de la Pascua y no nos ponemos de acuerdo. Con este ritmo, nuestros tataranietos la van a celebrar en agosto. El beato Pablo VI había propuesto una fecha fija, un domingo de abril. Bartolomé ha sido valiente: en Finlandia, en donde hay una pequeña comunidad ortodoxa, dijo que quería festejar el mismo día de los luteranos. Una vez, mientras yo estaba en Vía della Scorta y se estaban haciendo los preparativos para la Pascua, escuché a un oriental que decía: Mi Cristo resucita dentro de un mes. Mi Cristo, tu Cristo… Hay problemas. Pero debemos ser respetuosos y no cansarnos de dialogar, sin insultar, sin ensuciarse, sin chismear. Pero si uno no quiere dialogar… Se necesita paciencia, mansedumbre y diálogo».

Con los refugiados

Tras visitar y encontrar a los niños y jóvenes en el oratorio de los salesianos en Estambul, el Pontífice manifestó su deseo de visitar Irak. «Quería ir a un campo de prófugos, pero se necesitaba un día más y no era posible por muchas razones, no solo personales. Entonces pedí estar un poco con los chicos refugiados que albergan los salesianos. Aprovecho para agradecer al gobierno turco, que es generoso, es generoso con los refugiados. ¿Saben qué significa pensar en la salud, en la alimentación, en una cama, una casa para un millón de refugiados? Yo quiero ir a Irak. Hablé con el Patriarca Sako. Por el momento no es posible. Si fuera en este momento, se crearía un problema para las autoridades, para la seguridad».

La Tercera Guerra Mundial, por fases

Algunos hombres de prensa se dirigieron al Papa y formularon otras preguntas sobre la Actividad de Francisco. Entre ellas la sugestiva pregunta sobre la tercera guerra mundial y las armas nucleares: «Estoy convencido de que estamos viviendo una Tercera Guerra Mundial en fragmentos, en capítulos, por doquier. Detrás de esto hay enemistades, problemas políticos, problemas económicos, para salvar este sistema en el que el dios dinero y no la persona humana es el centro. Y detrás también hay intereses comerciales: el tráfico de armas es terrible, es uno de los negocios más fuertes en estos momentos. El año pasado, en septiembre, se decía que Siria tenía armas químicas: yo creo que Siria no era capaz de producir armas químicas. ¿Quién se las vendió? ¿Tal vez algunos de los que después la acusaban de tenerlas? Sobre este asunto de las armas hay demasiados misterios. Sobre la bomba atómica, la humanidad no ha aprendido. Dios nos ha dado la Creación para que de esta incultura hiciéramos cultura. El hombre la hizo y llegó a la energía nuclear, que puede servir a muchas cosas buenas, pero la ha utilizado para destruir a la humanidad. Esa cultura se convierte en una segunda incultura: yo no quiero hablar del fin del mundo, pero es una cultura que llamo terminal; después habrá que comenzar de nuevo, como hicieron las ciudades de Nagasaki e Hiroshima».