Días de fiesta para la Iglesia indígena de México - Alfa y Omega

Días de fiesta para la Iglesia indígena de México

Cristina Sánchez Aguilar
Foto: REUTERS/L’Osservatore Romano

Era la primera vez que un Papa pisaba San Cristóbal de las Casas. «A pesar del crecimiento de las sectas en los últimos años, ríos de gente hacían enormes filas para entrar en el recinto». José Luis González Miranda, jesuita asturiano y coordinador del proyecto Frontera Sur en Chiapas, se encontró al amanecer «a miles de indígenas llegados desde puntos diferentes del país que dejaban claro que esta era una jornada por y para ellos». No fue fácil la espera. «Recuerdo un grupo de tzotziles de Acteal que llevaban horas en una fila que no se había movido ni un metro».

San Cristóbal de las Casas, en el Estado de Chiapas –fronterizo con Guatemala–, es una diócesis mayoritariamente indígena, con tres cuartas partes de su población de alguna comunidad precolombina. Aproximadamente el mismo porcentaje de población chiapaneca vive bajo el umbral de la pobreza. Pero el lunes, la ciudad era una amalgama de colores brillantes. Miles de indígenas «mostraban con su presencia el cariño que sienten por Francisco», señala el jesuita.

La cuestión indígena ha estado muy presente durante todo este viaje. El sábado, en su encuentro con los obispos, Francisco pidió que se reconozca a los indígenas de este país «la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia».

Foto: AFP Photo/Gabriel Bouys

«Muchas veces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad», denunció el Pontífice en una Misa en la que se utilizaron lenguas indígenas –chol, tzotzil y tzeltal– en las lecturas y oraciones. El Papa reconoció ante representantes de estas comunidades que «algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. Qué bien nos haría hacer examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!».

El obispo de Roma subrayó que la Iglesia considera legítimas las demandas de las comunidades indígenas de mayor justicia social, y lamentó que, «de muchas formas y maneras», se haya «querido silenciar y callar» los anhelos de estos pueblos.

Una celebración de gestos

La celebración estuvo «cargada de gestos, como la oración tradicional indígena, que se hizo tal cual, guiada y de rodillas, o la danza ritual después de la comunión. No era folclore –afirma González Miranda–, sino la experiencia de Dios». El Pontífice también citó el Popol Vuh, una recopilación de relatos y mitos del pueblo maya guatemalteco, los kiche, «una deferencia de suma importancia».

El jesuita destaca también el rezo ante la tumba de Samuel Ruiz. «Fue especialmente significativo, por lo que supone de reivindicación de un obispo sobre el que se dejaron caer sospechas de heterodoxia. La Iglesia que él promovió, autóctona, liberadora y de los pobres, se mantuvo fiel y es la que el lunes celebró su fiesta».

Pero sin duda, el gesto más emotivo para el religioso fue «la entrega de la Biblia en lengua tzeltal que los jesuitas de Bachajón ofrecieron al Papa después de haber trabajado desde 1958 en su traducción, no literal, sino cultural y dinámica, y que los propios catequistas tzeltales iban traduciendo asesorados por los religiosos».