Monseñor Osoro con Teresa Viejo en RNE: «No me muevo por ideologías, me muevo por una Persona que captó mi vida» - Alfa y Omega

Monseñor Osoro con Teresa Viejo en RNE: «No me muevo por ideologías, me muevo por una Persona que captó mi vida»

«No soy juez ni quiero interferir en lo que digan los jueces, solo soy un pastor que intenta estar cerca de ella», dijo el arzobispo de Madrid al ser preguntado por Rita Maestre

Carlos González García

El pasado domingo, 28 de febrero, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, fue entrevistado por Teresa Viejo en el programa de Radio Nacional de España La observadora. Durante el encuentro, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española y la periodista compartieron vivencias personales y profesionales, abordando temas como la actualidad política, la vocación sacerdotal, la familia o el Papa Francisco.

Tras un pequeño cuestionario para que los oyentes situaran a la voz detrás del micrófono, con preguntas como nombre de pila o profesión, Viejo presentó al prelado y le preguntó cómo empezaba cada día. «El concepto de despertar es precioso, porque estar despierto es lo más grande del ser humano; despierto para ver toda la realidad y para ver a los demás como hermanos», señaló monseñor Osoro. Hay unos ojos «que son los ojos del corazón, que nos mantienen abiertos los ojos físicos: si no se tiene abierto el corazón, no se suele ver bien». Y para ver bien, «es necesario tener un corazón muy grande», algo que pasa por ponerse delante de Dios al comenzar el día, «acoger su palabra, alabarlo, pedirle que te ayude para que te encuentres con los demás como Él se encontraría, mirándolos como Él lo haría…».

Siempre quiso ser sacerdote

Interrogado por su vocación, monseñor Osoro manifestó que «siempre» pensó en ser sacerdote y contó que, cuando era pequeño, unos misioneros fueron a su pueblo y «preguntaron a los niños quién quería ser sacerdote, y yo levanté la mano». Por tanto, «siempre estuvo en mí esa necesidad de entregar a los demás algo que me parecía muy importante y que me había enamorado, y que era aproximar la vida del Señor».

El arzobispo de Madrid, en su recorrido vital, estudió magisterio y matemáticas, ha viajado e incluso tuvo novia, como le recordó la periodista. «Así es, y ella fue la primera persona que supo que me marchaba al ministerio sacerdotal», reveló el prelado, para luego explicar que ella entendió que quisiera «entregar la riqueza más grande que un ser humano puede tener en la vida, que es tener un corazón en el que quepan todos…». Sus padres, detalló, «reaccionaron con mucha seriedad y claridad». Al final, todo lo vivido anteriormente «te va dando unas connotaciones para el sacerdocio que las manifiestas y expresas en la realización de tu existencia junto a los demás».

Próxima parada: Madrid

«En mi vida había imaginado venir a Madrid». Así deja patente el arzobispo su sorpresa ante el nuevo destino que le depararía la Providencia. «Todo lo que yo quería era ser sacerdote de pueblo, con la huerta, un jardín, las gallinas que cuidaba y donde anunciaba con sencillez y entrega a esa gente». Ciertamente, «nunca imaginé venir aquí».

Y de su familia aprendió esa sencillez, apuntó la conductora del programa. «Lo aprendí en casa, sí», reconoció; «la herencia más grande que nos han dejado mis padres ha sido el saber estar con la gente y no prescindir de nadie». En su casa «siempre había sitio para cualquiera en la mesa, fuese quien fuese».

La fe que todo lo reconforta

El recuerdo de sus padres aún sigue muy vivo en el prelado, tal y como manifiesta cada vez que rememora su niñez y juventud: «Ellos ya no están, pero la fe reconforta la pérdida de los seres queridos». «Yo tuve la gracia de asistir a la muerte de mi padre, dándole los últimos sacramentos, como hice con mi madre. Recuerdo que se celebraba el Encuentro Mundial de Jóvenes con Juan Pablo II en París, y ya tenía el viaje, pero mi madre estaba muy mal, así que marché a Santander. Los diez últimos días de su vida estuve con ella, celebrando la Misa con ella hasta el último día, y así la acompañé». Sus padres, reconoce, han marcado su vida: «Lo mejor que tengo es lo que ellos me han regalado».

De la mano del Papa Francisco

Asimismo, Viejo quiso ahondar en la situación de la Iglesia y en el papel del Papa Francisco. «¿Se siente identificado con la nueva primavera del Papa?». «Totalmente», contestó monseñor Osoro; justo antes de agradecer la exhortación apostólica Evangelii gaudium , en la que el Pontífice muestra que «el Evangelio no es un peso, es libertad, es entrega, es hacer puentes, es estar en salida, es descubrir que todos son hermanos, que podemos hacer una casa común de verdad si nos ponemos buscando lo mejor desde nosotros mismos y desde Dios; es posible». Y eso «da una esperanza, una alegría para poder afrontar todas las situaciones especiales que vivamos los hombres».

En esta línea, el arzobispo explicó que la Iglesia «siempre ha estado en la vida de los hombres» e incidió en que «hay que aceptar que, dentro de la Iglesia, también hay otros puntos de vista, que también son de la Iglesia, y que también son buenos».

«Perdónales, porque no saben lo que hacen»

Monseñor Osoro también fue preguntado por el juicio de Rita Maestre en la universidad, recordando una vez más que conversó con ella hace tiempo y que, desde el principio, se situó como lo que es: un pastor. «No soy juez ni quiero interferir en lo que digan los jueces, solo soy un pastor que intenta estar cerca de ella. […] Vi un deseo sincero de pedir perdón por haber actuado de una manera que ella misma cree que no debía. […] Siempre intento situarme al lado del Señor y, cuando Él estaba en la cruz, había gente al lado insultándole, y el Señor dice: “Perdónales, porque no saben lo que hacen”. […] Si un Dios que se hace hombre es capaz de decir eso, ¿un pobre hombre como yo va a decir otra cosa distinta? Sería un insensato, un incongruente».

A renglón seguido, Teresa Viejo, quiso saber si el arzobispo siempre había logrado perdonar: «Creo que sí; no soy un santo y a veces vienen a mi corazón recuerdos, pero me duran lo que me doy cuenta de lo que dijo el Señor en la cruz». «Todos los días tenemos que pedir perdón por algo, y yo todos los días tengo que hacerlo», aseveró.

Volviendo al punto de la política y la religión, que se entrecruzan tan a menudo, el prelado aseguró que «en la vida política y religiosa, existe el riesgo de ideologizar absolutamente todo» y subrayó que «no me muevo por ideologías, yo me muevo por una Persona que captó mi vida, que sé que me amó y que ha contado conmigo». «Me ha regalado su misterio y su ministerio, y esto es lo que tengo que regalar yo a los demás», añadió.

El lenguaje del corazón

La música es una de las muchas aficiones de monseñor Osoro, y así lo recordó la conductora de La observadora. «Sí, compongo porque me gusta, me ayuda a pensar, me relaja; hay aspectos de la vida que te ayudan a ser más humano», reconoció el arzobispo. A veces, señaló, «la comunicación entre los hombres no podemos hacerla solamente por palabras, porque yo no tengo palabras para decir a veces todo lo que siento, vivo, querría decir a una persona…». Y, sin embargo, «hay gestos, el llorar o el reír, que son lenguajes, y la música y otras artes que son capaces de llevarte a una profundad tal que te hace experimentar cosas que no puedes decir con palabras».

Finalmente, en un guiño entre la confidencialidad y la gentileza compartida, el prelado distinguió el cocido montañés de su tierra como su comida preferida, y también rememoró la primera vez que montó solo en el Metro, cuando tenía 18 años: «Fue aquí, en Madrid, y antes lo había hecho con mis padres; aunque he de contar que el año pasado me subí y, como ha cambiado tanto y no me aclaraba, tuve que recurrir a una señora mayor que fue la que me hizo todo para poder viajar…».

El resultado de un viaje apasionante que, sin duda, hoy continúa acercando el corazón de Dios al corazón de todos los hombres.