La trampa de Donald Trump - Alfa y Omega

Las declaraciones del Papa sobre Donald Trump siguen dando que hablar. Al ser preguntado en el viaje de vuelta de México por su opinión sobre el precandidato republicano a la Casa Blanca, Francisco dijo sin pelos en la lengua: «Una persona que piensa solo en hacer muros y no en hacer puentes, no es cristiano».

De pequeño en el colegio pregunté a mi profesor de inglés qué diferencia había entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano de Estados Unidos. Me dijo que el primero era de derecha y el segundo de extrema derecha. La candidatura republicana de Trump corrobora esa explicación.

El magnate neoyorquino presbiteriano no ha cejado nunca de alardear sin pudor de su racismo, su xenofobia, y su machismo. No le gusta que en Estados Unidos se hable español. Para él todos los mexicanos son narcotraficantes, criminales y violadores. En sus mítines hace apología de la violencia, se burla de los que sufren algún tipo de discapacidad, expulsa a los periodistas que lo critican, y arremete contra todos los inmigrantes. En expresión bergogliana, es política y socialmente un descartador nato.

El fenómeno Trump es mucho más preocupante de lo que imaginamos. La historia nos enseña que los populistas que defienden postulados antievangélicos pasan en una abrir y cerrar de ojos de ser extravagantes mediáticos a ostentar un poder de trágicas consecuencias difícilmente reversible. Es preocupante que en el país occidental más influyente, personajes como Trump tengan tanto respaldo popular. No menos preocupante es el silencio de gran parte de la comunidad católica, no tanto la estadounidense, sino sobre todo la europea, y la española.

La inmediatez con la que se advierte del peligro de la extrema izquierda por su componente laicista no se da a la hora de advertir del peligro de la extrema derecha. Por eso las palabras proféticas y valientes del Papa, para quien la defensa de los débiles no conoce de falsas prudencias diplomáticas, son triplemente útiles: útiles para la dignidad de los inmigrantes latinos, útiles para la clarificación de los electores estadounidenses y útiles también para ilustrar y corregir a no pocos católicos atraídos por un tipo de conservadurismo liberal que ideológicamente defiende todo lo contrario de lo que predica la doctrina social de la Iglesia. Trump simboliza una gran trampa, la de una imposible derecha cristiana.