«Dios existe. Yo le he conocido» - Alfa y Omega

«Dios existe. Yo le he conocido»

Monseñor Osoro celebra mañana su primera vigilia con los jóvenes de Madrid en la catedral de la Almudena. De estos encuentros han surgido muchas vocaciones. Dan fe de ello David y Antonio Cueto, que conocieron a don Carlos en Oviedo

José Calderero de Aldecoa
David y Antonio Cueto junto a un cuadro de monseñor Carlos Osoro, en el Seminario Metropolitano de Oviedo

David Cueto, hoy seminarista de Oviedo, vio por primera vez en su vida a don Carlos Osoro el día que se convirtió en la JMJ de Colonia, a la que fue invitado por su hermano Antonio. Un mes después, el que entonces era arzobispo de Oviedo, en la reanudación de las oraciones del arzobispo con los jóvenes, puso a 400 jóvenes a rezar en el santuario de Covadonga para sostener la conversión y la vocación de David. «Don Carlos me pidió que contara la conversión de mi hermano y, al terminar, añadió: Ahora nos queda a todos la tarea de rezar por el hermano de Toni», recuerda Antonio Cueto, que ha trabajado en la pastoral de juventud de Oviedo, está casado y ahora es el administrador del Seminario.

En aquellos encuentros con los jóvenes, no sólo se rezó por David. «Rezábamos por todos. Nos abríamos totalmente a Dios y a los demás. Y fruto de aquellos encuentros y del empeño de don Carlos surgieron muchísimas iniciativas y vocaciones. Supo crear eclesialidad y nos metió dentro el fuego misionero», recuerda Antonio.

Después de Oviedo, don Carlos llevó los encuentros a Valencia, de la que fue nombrado arzobispo. Mañana les llega el turno a los jóvenes de Madrid, que vivirán su primer encuentro a partir de las 21 h. en la catedral de la Almudena. El encuentro comenzará con una cena de bocatas y terminará a las 23 h., después de la Vigilia de oración. «No perdáis la oportunidad de ir al encuentro, porque don Carlos os va a llevar a Cristo. Ésa es su pasión porque vive para ello. Dejarse en sus manos es un camino seguro de caminar hacia Cristo», aconseja David.

Él mismo se vio sostenido y sorprendido por don Carlos. De hecho, le contó a él, antes que a sus padres, que había decidido entrar al Seminario. Echando la vista atrás, «veo cómo don Carlos me ha sostenido con su oración y con su amor. […] Estando yo en Almería por estudios, al volver de la JMJ, don Carlos me llamaba para ver qué tal iba todo. Yo alucinaba. Pensaba: Madre mía pero si éste es un obispo que está a 1.000 km de aquí ¿y se preocupa por mí? Me siento amado», explica David.

Antonio conoció a don Carlos antes que su hermano. «La segunda vez que le ví, se acordaba perfectamente de mí. Desde entonces, hemos coincidido mucho e incluso he podido estar en el comité organizador de los encuentros con los jóvenes», asegura Antonio.

Conversión de David

David se convirtió en Colonia. «Le pregunté a mi hermano quiénes eran esos hombres del fondo. Me dijo que eran sacerdotes confesando. En ese momento, sentí en mi interior una fuerza, un calor, un fuego que ardía pero que no quemaba, al revés, era un fuego de vida. Un fuego que me animaba, estaba desbordado. Estaba siendo amado, pero a lo bestia», recuerda David. «Me confesé y recuerdo dejar ahí toda una vida de errores, de fracasos, de dolor, heridas que se sanaban. Tenían solución porque esto lo curaba Dios. Tenía sensación de haberme encontrado con alguien, de haberme encontrado con Dios», recuerda. A su vuelta, tenía la naturalidad de decirle a la gente que «Dios existe, porque yo le he conocido».