Laura Alicia Zamora, misionera Verbum Dei: «Busqué a Dios… hasta que lo encontré» - Alfa y Omega

Laura Alicia Zamora, misionera Verbum Dei: «Busqué a Dios… hasta que lo encontré»

Javier Valiente
Laura, a la derecha, con dos de sus hermanas misioneras

Llevas veinte años como misionera Verbum Dei…
Nosotros nos concebimos como una fraternidad misionera. Fue fundada por el padre Jaime Bonet, en Mallorca, en 1963. Es un instituto de vida consagrada integrado por tres ramas: misioneros, misioneras –consagrados célibes– y matrimonios misioneros.

¿Vivís juntos?
No vivimos juntos. Cada una de las ramas tiene su espacio. Solamente convivimos en el tiempo de formación. Los matrimonios viven en su casa, con su familia.

Y tienen su trabajo.
Si están en formación, se dedican al estudio; si están ya en el apostolado, todos trabajan. Buscan un trabajo, muchos de ellos como profesores de Religión, pues tienen que sostener a su familia.

¿Cuál es vuestra misión?
Estamos dedicados a la evangelización por medio de la oración y el ministerio de la Palabra. Queremos formar apóstoles, entre todas las gentes de cualquier edad y condición social. Queremos enseñar a las personas a orar, y luego que ellas mismas lleven a otros esa experiencia de encuentro con Dios.

¿Cómo lo hacéis?
Allí donde estamos hacemos convivencias, retiros de fin de semana en los que se hace el primer encuentro, el primer anuncio, para que la persona tenga esa experiencia de Dios.

Para ir profundizando luego…
Claro, esto después lleva un seguimiento para una mayor perseverancia, y se centra más en la formación, en enseñar a orar, en formar en las verdades de fe, en la escuela de la Palabra…

¿Cómo iniciaste tu camino?
Tenía experiencia de vivir en un sinsentido, de vacío existencial. Había terminado mi carrera de Informática, estaba trabajando, tenía novio, pero me surgió la inquietud de querer trascender y empecé a buscar a Dios. Notaba que me hacía falta algo, empecé a hacer actividades de todo tipo, pero no encontraba respuestas.

Alguien te llevó a una convivencia.
Una compañera que conocía a las misioneras me hablaba de cómo eran, cómo vivían… Y fui a una convivencia. En mi primera experiencia me sorprendió una cosa: ver la alegría de la misionera que nos recibió.

Y te encontraste con Dios.
Ante el sagrario le decía al Señor: «No sé qué va a ser de mí, pero si Tú no me respondes, sí que no sabré qué va a ser de mí». No sabía que se podía conocer a Dios, que se podía dialogar con Él, y que él me daba respuestas.

La fraternidad está en vuestro nombre e identidad.
Sí. Me impresionó que había misioneras y misioneros evangelizando. La manera de tratarse entre ellos y cómo me trataban a mí fue lo que me evangelizó. Me miraban limpiamente, me trataban como una hermana.

Verbum Dei, la Palabra de Dios en el centro.
El centro es la Palabra de Dios. Lo importante es llevar a la persona al encuentro con la Palabra.

Entendemos la consagración de los célibes, pero ¿los matrimonios realizan también su consagración?
Dentro de su estado de vida se consagran por medio de vínculos, viviendo la castidad conyugal, su consagración de pobreza y obediencia desde el Bautismo, armonizándolo con sus deberes como matrimonio, con la disponibilidad misionera.

¿Y los hijos? Los padres han elegido esta vocación, pero los hijos no.
Se les deja libertad. El matrimonio tiene ese deseo de formar a los hijos a nivel religioso, es su misión también, pero los hijos eligen después estar o no en la fraternidad.

¿Eres feliz?
Sí, [ríe], en medio de las dificultades, sí, soy feliz.

Dios importa, ¿no?
Sí, es capaz de llenar una vida. Lo que más me impresiona de Dios es su llamada y su confianza en medio de cualquier debilidad. Como dice la Palabra, «me dedicaré a haceros el bien, con todo el corazón, con toda el alma».

Laura tiene 47 años. Hace once hizo la profesión perpetua como misionera de la Fraternidad Verbum Dei. Es natural de Colima (México) y está en Madrid formándose y anunciando la Palabra. A eso se dedica su congregación.