Aquel periodismo negro y amarillo - Alfa y Omega

Aquel periodismo negro y amarillo

Isidro Catela
Verónica Sánchez y Fernando Guillén Cuervo, protagonistas de 'El caso'
Verónica Sánchez y Fernando Guillén Cuervo, protagonistas de El caso. Foto: RTVE.

La sociedad de la transparencia exige nuestra sobreexposición continuada. Eso es bueno, en la medida que denuncia, por ejemplo, la ocultación, y no lo es tanto en cuanto que nos aleja del misterio, de la duda y del problema, o nos pide algo que va contra la misma naturaleza humana, donde nuestras esferas privadas e íntimas son esenciales para vivir con equilibrio. En esto, como dice la canción, ay que ver cómo hemos cambiado, qué lejos han quedado algunas cabeceras. Hoy, aquel periodismo de sucesos, negro y amarillo (no lo digo solo en sentido peyorativo) no tendría el más mínimo sentido, porque transparentes como somos, no necesitamos El Caso, con sus crímenes de España negra bien ubicados en un semanario; nuestro periodismo es ya todo él un caso. Basta echar un vistazo para confirmarlo a los informativos que en las diversas cadenas de televisión desgranan los sucesos durante largo tiempo y espacio, o exorcizar los miedos de cada uno a golpe de clic en cualquier dispositivo móvil. El crimen de la calle Fuencarral o el Puerto Hurraco más cercano ahora siempre serán lejanos, ajenos, ubicuos y transparentes a un tiempo. El Caso. Crónica de sucesos, la serie que ha estrenado TVE y que podemos ver en la noche de los martes, es, para los que ya peinamos alguna cana, un emotivo y bien construido recuerdo de la España color sepia (el tiempo se ha puesto amarillo en las fotografías, que versaba Miguel Hernández), porque nos cuenta con habilidad, a modo de thriller policiaco de investigación periodística, la historia de un crimen que fue, o que pudo haber sido, portada de El Caso, el histórico semanario de sucesos que apareció en 1952 y que echó su cierre antesdeayer, en 1997. Para los más jóvenes será, sin embargo, un puzle de historias negras a las que en su universo particular les faltará una pieza. A ellos (afortunadamente) lo de la censura les queda lejos y para ellos (por desgracia) lo de la transparencia es una palabra talismán, siempre positiva e incuestionable. No entenderán que para estar bien informados de los sucesos, no hace ni 20 años, aún tuviéramos que comprar un semanario.