El Papa felicita al nuevo arzobispo de Madrid - Alfa y Omega

El Papa felicita al nuevo arzobispo de Madrid

«Para monseñor Osoro, soy el Papa Francisco, para desearle lo mejor en su arzobispado. En todo caso, más tarde intentaré llamarlo. Gracias». Éste fue el mensaje que se encontró el domingo el nuevo arzobispo de Madrid en el contestador de su teléfono. Monseñor Osoro lo contó en la mañana de lunes, durante un encuentro con la prensa

Redacción

La llamada del Papa le encontró rezando, pero, horas después, Francisco volvió a insistir. Don Carlos Osoro pensó inicialmente «en una tomadura de pelo, pero claro, las cosas que me iba diciendo, estaba claro que era él». Me emocionó «este gesto de cercanía y de cariño».

Monseñor Osoro mostró el mensaje durante una concurrida rueda de prensa en la mañana del lunes. El nuevo arzobispo saludó personalmente a todo el mundo y compartió un café con los informadores. «Os pido que me ayudéis a realizar la misión que tengo, que muy difícil y al mismo tiempo muy sencilla, porque se trata de anunciar a Nuestro Señor Jesucristo, de hacerle presente no solamente con palabras, sino también con obras», les dijo. Se trata de «llevar esa alegría, que trae una gran noticia para los hombres, y es que Dios nos quiere, que Dios cuenta con nosotros, que Dios no prescinde absolutamente de nadie…».

El arzobispo se dirigió a unos profesionales, consciente de que «algunos creéis y a lo mejor otros no», y les pidió «que me ayudéis a anunciar a Jesucristo, nada más y nada menos». Se trata de «anunciar una noticia que es liberadora, transformadora del corazón del ser humano». «La renovación de este mundo –añadía-, de la Iglesia misma, fundamentalmente consiste en la fidelidad a nuestro Señor, que fue un peregrino por este mundo y por esta tierra, y que pudo decirle a los hombres lo que merece la pena decirles, que son el centro de todo».

Próxima visita a la cárcel

Monseñor Osoro habló de su primer día como arzobispo, el domingo. Por la mañana, estuvo hablando con algunas personas en la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en Aravaca, donde se ha alojado desde su llegada a Madrid, el 4 de octubre (próximamente, anunció, se mudará al Palacio arzobispal). «Lo paso muy bien con ellos, me cuentan muchas cosas, y ves lo que una persona mayor sufre y vive, momentos que se queda solo», contó.

Después, monseñor Osoro celebró Misa en la catedral. Por la tarde, visitó a las Oblatas de Cristo Sacerdote, congregación de contemplativas fundada por el venerable don José María García la Higuera, en proceso de canonización, y al cual monseñor Osoro sucedió en Valencia. «Estas monjas ofrecen la vida por los sacerdotes, para que seamos santos, y me parecía que era importante que el primer trabajo fuese decirles que mi vida y la de todo el presbiterio la ponía en sus manos», dijo don Carlos. «Que aquí no había posibilidades de ser de Pablo, Apolo… No, no, no. Aquí la única razón de ser es ser de Jesucristo».

Y por último, don Carlos visitó, en Arturo Soria, la residencia Virgen de los Desamparados, donde unas religiosas están al cuidado de unos 50 niños de familias que no pueden mantenerlos. Para esta labor, las religiosas -destacó- trabajan sin subvención alguna. «Pero es una preciosidad, yo disfruté muchísimo hablando con los niños, porque además son tan espontáneos que da gusto estar con ellos. ¡Pensar que estas religiosas son unas mujeres que están entregando la vida porque estos niños y adolescentes, crezcan, se desarrollen, tengan cariño, que no les falte de nada…!». Y añadió: «En Orense yo escribía una carta todos los meses a los niños y las respuestas eran preciosas». En Madrid tal vez escriba un libro «para que los padres lo cuenten a los niños. Tengo algo así metido en la cartera, porque creo que es algo muy importante».

Próximamente, monseñor Carlos Osoro tiene un «empeño grande» de visitar la cárcel. Le preocupan también esas «nuevas formas de esclavitud» a las que, en repetidas ocasiones, ha aludido el Papa. «Oficialmente en ningún país del mundo está admitida la esclavitud», pero abundan las situaciones de explotación de las personas: los talleres clandestinos, las redes de prostitución, los niños obligados a ejercer la mendicidad…

«Hay cristianos, consagrados, trabajando» con las víctimas de esas esclavitudes, añadió. «Voy a visitar a algunas personas, que están trabajando en este mundo de la droga, de la esclavitud, de la prostitución… Hay religiosos o religiosas trabajando en estas fronteras, a las que me referí en la misa, cuando saludé a los religiosos, porque me parece que es muy importante el trabajo que realizan».