Una vela por Venezuela - Alfa y Omega

Una vela por Venezuela

Parece una imagen de cuento, como si estuviera extraída de una película infantil. Hasta tiene un toque idílico: escribir a la luz de una vela, con ese tono ocre y cálido que imprime en la penumbra…

Pedro J Rabadán
Foto: REUTERS/Carlos Eduardo Ramírez

Parece una imagen de cuento, como si estuviera extraída de una película infantil. Hasta tiene un toque idílico: escribir a la luz de una vela, con ese tono ocre y cálido que imprime en la penumbra de la habitación. Esta niña ha aparcado sus muñecas por un momento. Reposan sobre la mesa a la espera de que la aplicada estudiante termine sus deberes, aunque por el aspecto de las hojas más bien parece escribir en un viejo tomo manuscrito de algún monasterio medieval. El bebé desnudo y la reina Elsa aguardan para volver a inundar de fantasía esa cabeza inocente de una niña de San Cristóbal que, con sus juguetes, olvidará por un rato la realidad en la que viven su familia y millones de personas en Venezuela.

El país sufre apagones eléctricos desde hace tiempo, pero ahora se han intensificado. En los últimos días los cortes de suministro ya duran cuatro horas en los hogares y comercios. Los chavistas lo llaman «colapso eléctrico». El presidente Nicolás Maduro ha ordenado que los colegios cierren los viernes para ahorrar energía y los funcionarios solo trabajan lunes y martes media jornada. Esto se suma a la falta de alimentos (las neveras pueden seguir desenchufadas porque no hay comida), la escasez de productos básicos y medicamentos. La brutal delincuencia en las calles hace que lo más seguro sea seguir en casa, aunque sea a oscuras.

Aun con tan poca luz, la radiografía del país se aprecia a la perfección. El Gobierno chavista despilfarró 53.000 millones de euros en plantas eléctricas fallidas. La sequía no hace sino aumentar el fracaso de su política corrupta de embalses y presas. Es el país con mayores reservas petrolíferas del planeta, pero Venezuela se sumerge cada día más en una pobreza que invita al pesimismo. Que no se apague la vela de la esperanza de que las cosas allí puedan cambiar, porque si muere la llama solo quedarán tinieblas. Aquí hay quien cree que son el modelo a seguir. Y tiene una legión de seguidores. Avisados estamos. Luego, que cada palo aguante su vela.