La Europa que sueña el Papa - Alfa y Omega

La Europa que sueña el Papa

Colaborador
Foto: AFP Photo/Gerard Julien

Las palabras del Papa tras recibir el premio Carlomagno me han recordado la conocida frase referida a lo mejor que los padres pueden ofrecer a sus hijos: alas para volar y raíces fuertes donde agarrarse.

Alas para volar. Nos pide Francisco a los europeos que nuestro vuelo tenga como fin «dar a luz un nuevo humanismo», y que nuestras alas se sustenten en tres capacidades: de integrar, de comunicación y de generar. Asumiendo que la identidad europea siempre ha sido dinámica y multicultural, el Papa habla de integrar y dialogar, abriéndonos al otro como «sujeto digno de ser escuchado, considerado y apreciado». Es la cultura de la acogida y del dialogo, donde todos tenemos una responsabilidad personal y social. Un Papa que aboga por una Iglesia en salida no puede menos que recriminar la postura de quienes se limitan a ser espectadores por no querer ensuciarse las manos.

Raíces donde agarrarse. Ha tenido que ser un argentino la voz de nuestra conciencia. Ese ha sido el motivo principal para concederle el premio: «En tiempos como los actuales, en que tantos ciudadanos europeos están necesitados de orientación, Su Santidad el Papa Francisco nos da un mensaje de esperanza y coraje». ¡Bendita Europa!, digo yo, que es capaz de reconocer su falta de ilusión, pues también eso es un mensaje esperanzador. Pero no ha tenido que irse muy lejos Francisco para encontrar nuestras raíces. Dice él que «es necesario hacer memoria, tomar un poco de distancia del presente para escuchar la voz de nuestros antepasados»; y en esa voz, que los europeos parece no escuchamos, el Papa encuentra a la Europa humanista, la de los artistas, músicos, filósofos y escritores; la Europa madre de pueblos y naciones, defensora de los derechos humanos y la libertad. Es a esa Europa a la que se acerca Francisco, «con la mente y el corazón, con esperanza y sin vana nostalgia, como un hijo que encuentra en la madre Europa sus raíces de vida y fe».

Tras esas sabias palabras de verdadero padre, quiere también el Papa ofrecernos sus sueños: de una Europa joven, madre que tenga vida y dé vida; una Europa que escuche y acoja, donde casarse y tener hijos sea una alegría y no un problema, y donde surja un nuevo humanismo. «La Iglesia –dice Francisco– puede y debe ayudar al renacer de una Europa cansada». Los católicos tenemos una gran responsabilidad, porque «solo una Iglesia rica en testigos podrá llevar de nuevo el agua pura del Evangelio a las raíces de Europa».

Juan Caamaño Aramburu
Secretario nacional para la Nueva Evangelización de la Asociación Católica de Propagandistas