Pepe Gabaldón - Alfa y Omega

En 1998 Pepe Gabaldón dejó de ser miembro del Tribunal Constitucional. Tenía 76 años, había ejercido como juez y magistrado desde 1946, había presidido la asociación más numerosa de jueces españoles en los difíciles –para el poder judicial– años 80, su prestigio era inmenso en el mundo judicial y político. Parecería que era para él ya la hora de un legítimo descanso… Pero Dios tenía prevista otra cosa y Pepe, como siempre, se mostró disponible para aceptar en el 2000, a sus 78 años, presidir una entidad que nacía entonces: el Foro Español de la Familia. Ni él ni nadie pudo prever entonces lo que llegaría a significar el Foro.

El perfil de Pepe Gabaldón resultaba idóneo para poner en marcha el Foro, pues este respondía a la idea de crear un lugar de encuentro de todas las asociaciones familiares de España a fin de lograr una mayor capacidad de presencia e influencia pública ante los debates sobre la familia que se intuían en el horizonte. Los impulsores iniciales –Ángel Trascasa, José Ramón Losana, Agustín Dosil, Mariano Calabuig, Pepe Albiol, Cristóbal Ávila…– comprobaron rápidamente que ese esfuerzo suponía poner a trabajar en común a mucha gente muy buena, pero muy humana, cada uno con sus singularidades, sus puntos de vista, sus legítimos intereses de grupo, sus prejuicios… Era necesario un presidente de prestigio indiscutible. Gracias a Pepe fue posible el milagro de unidad que ha caracterizado la historia del Foro: bajo su presidencia más de 5.000 asociaciones agrupadas en 17 federaciones nacionales aprendieron a trabajar conjuntamente en objetivos comunes, mientras se respetaba escrupulosamente la autonomía de cada asociación. No fue fácil, pero la figura de Pepe garantizó un éxito sin precedentes en el movimiento asociativo familiar español, aunque no faltaron los momentos tensos mientras se generaban liderazgos internos, se arbitraban métodos de trabajo y se definían objetivos concretos.

Pepe no estuvo solo

Durante estos años iniciales, Pepe hizo gala de la humildad, paciencia, buen carácter y sencillez que le caracterizaron, conviviendo con las pequeñas vanidades y las peleíllas por el poder de unos y otros, hasta llegar a construir un instrumento operativo de movilización social cuya existencia se mostró providencial cuando empezaron en España los grandes debates ideológicos sobre la familia a partir de 2004.

Pepe no estuvo solo. Le acompañaron y secundaron gentes tan valiosas como –por citar solo a uno, ya fallecido– José Ramón Losana que fue, siempre apoyado por José Luis Tapia, alma estratégica de los inicios del Foro. La figura de Pepe, sénior, prestigioso, de indiscutible calidad humana, ayuno de toda ambición humana o poder, fue clave para que el Foro diese sus pasos iniciales y se consolidase como instancia de unidad en un mundo asociativo plural, no carente de diferencias estratégicas serias y no fácil de coordinar a priori.

A partir de 2004, el Foro asumió unos retos y formas de actuar para hacer frente a la revolución ideológica de género impulsada por los gobiernos de Zapatero que, en principio, podrían parecer ajenos a lo que se podría esperar de un magistrado de cerca de 80 años que toda su vida había sido persona de orden, de despacho, acostumbrado a pronunciarse a través de la prosa legal de las sentencias. Llegó la época de las grandes manifestaciones, de la contestación civil, de las ruedas de prensa, de los debates en teles y radios, del lobby ante el Parlamento, de la objeción de conciencia… Y Pepe, a sus 80 años, dio la cara.

Recuerdo que, cuando concluía la rueda de prensa en la que convocamos la manifestación del 18J de 2005 en defensa de la familia frente a la ley del matrimonio para parejas del mismo sexo, Pepe me dijo por lo bajini: «Aquí me tienes, a mi edad, a mí que siempre he defendido el trabajo de despacho ante los tribunales, ¡convocando una manifestación! ¡Quién me lo iba a decir!». Y este Pepe –el juez, el magistrado del TC, el hombre de despacho– a sus 80 años supo recorrer España, coger la pancarta y presidir en las calles a millones de personas que gritaban en defensa de la familia, la libertad de educación y la vida. Pepe siempre hizo lo que Dios le pedía, aunque tuviese que reinventarse a sí mismo a edades en que otros solo disfrutan de una merecida jubilación.

Dejó una máquina engrasada y unida

Y un día de 2007 me llamó por teléfono y me dijo que Charo, su mujer, decía que le tocaba ya dejar la primera línea del Foro y que quería hablar conmigo. Nos tomamos los tres un café y las galletas que Charo siempre nos ponía en su casa. Como siempre, para Pepe la opinión de Charo era el criterio que seguir en lo esencial. Su mujer me pidió que le sustituyese, pues le correspondía ya descansar. Y nos dejó solos para que concretásemos los detalles. Al salir de su casa llamé por teléfono a todos los miembros de la Junta Directiva y todos apoyaron que yo le sustituyese. Esta unanimidad fue el último éxito de la presidencia de Pepe: recibió una entidad en constitución, transida de las lógicas tensiones y divisiones de lo que nace, y nos dejó una máquina engrasada y unida al servicio de la familia, la libertad y la vida en la España de nuestros días.

Años después, el Papa Francisco (EG nº 223) describió muy bien lo que fue y es el Foro de la Familia ahormado bajo la presidencia de Pepe Gabaldón: Hay que «ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios […]. Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad».