La familia, en positivo - Alfa y Omega

La familia, en positivo

Hace falta un nuevo lenguaje para proponer la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia, plantea el Sínodo de los Obispos. El énfasis debe ponerse en lo positivo, incluso ante situaciones alejadas de las propuestas de la Iglesia

Ricardo Benjumea
El Papa Francisco conversa con un grupo de cardenales, antes de la sesión de la mañana del 9 de octubre

Debemos estar abiertos a «los signos de los tiempos» y a las «sorpresas de Dios», y no ser como aquellos doctores de la ley, que no entendían las «cosas extrañas que hacía Jesús», como «ir con los pecadores, comer con los publicanos…». Son palabras de la homilía matinal del Papa Francisco, el mismo día en que se hacía pública la Relatio ante disceptationem, la síntesis de los debates de los 253 participantes en el Sínodo durante la primera semana de trabajos.

El documento está siendo estudiado desde el lunes, y hasta hoy, en los 10 Círculos Menores. Divididos por grupos idiomáticos, los Padres sinodales debaten enmiendas y aportaciones al texto (el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, modera uno de los dos grupos de lengua española). Los círculos entregan hoy sus trabajos a la secretaría del Sínodo, mientras se reanudan los debates plenarios en el Aula del Sínodo. El sábado, los Padres sinodales votarán la Relatio Synodi, o mensaje final (además de un Mensaje al pueblo de Dios). El Papa decidió, el sábado, ampliar el grupo de redactores. Junto al Relator del Sínodo, el cardenal húngaro Peter Erdö, el Secretario Especial, monseñor Bruno Forte, y el Secretario General del Sínodo, el cardenal Baldisseri, participan en la redacción otros seis Padres sinodales de la confianza del Pontífice, entre ellos el español Adolfo Nicolás, General de la Compañía de Jesús. No será un documento con valor magisterial, pero sí marcará el tono de los debates en los episcopados de todo el mundo de cara al Sínodo ordinario que se celebrará en octubre de 2015, y que, como anunció el lunes el cardenal Baldisseri, tendrá como lema La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. El Sínodo entregará entonces sus propuestas finales al Papa, que es quien tiene la autoridad de plasmarlas en un documento magisterial.

La Relatio presentada el lunes es, desde un punto de vista formal, tan sólo un modesto primer paso. Pero su importancia va probablemente mucho más allá, al sentar las bases del diálogo. No se plantean cambios en la doctrina, más allá de examinar la cuestión muy puntual de algunos divorciados vueltos a casar civilmente que no han podido demostrar la nulidad de su primer matrimonio, y para quienes algunos Padres sinodales piden que se estudie su readmisión a los sacramentos de la Reconciliación y la Comunión. Lo realmente innovador es el lenguaje. Desde el principio de su pontificado, Francisco insiste en que la Iglesia no puede quedarse de brazos cruzados cuando tiene sólo una oveja en el redil, y 99 perdidas. En esa línea, el Sínodo se plantea cómo llegar de forma eficaz a personas que viven de espaldas o no comprenden la doctrina de la Iglesia sobre la familia o la moral sexual. «En el pasado, era suficiente decir a la gente: Vas a ir al infierno si continúas viviendo así, pero hoy no se entiende», explicaba el cardenal surafricano Wilfrid Fox Napier. De ahí la insistencia en el principio de gradualidad. Igual que el Concilio Vaticano II reconoció semillas de verdad en otras religiones y en culturas alejadas del Evangelio, el Sínodo invita a valorar los elementos positivos en situaciones como los matrimonios civiles o las uniones de hecho, «buscando transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio».

Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, con un matrimonio de auditores del Sínodo

No es ésta la única analogía con el Concilio destacada por los Padres sinodales. Los trabajos se desarrollan en un clima de libertad y fraternidad, tal como pidió el Papa, presente tanto en los debates sinodales, como en los momentos de descanso, contribuyendo a crear un ambiente de confianza. La perspectiva del Sínodo es además, como lo fue el Concilio, eminentemente pastoral. Se parte, no de teorías abstractas, sino de las experiencias, problemáticas y esperanzas concretas que encuentran los obispos en el día a día, enriquecidas por los testimonios de diversos matrimonios y expertos.

Hay una clara conciencia de que, en todo el mundo -ya no sólo en Occidente-, «estamos todos en un cambio cultural que nos afecta profundamente», con fieros ataques contra la familia, explicó el cardenal Ezzati, arzobispo de Santiago de Chile, en la presentación de la Relatio. La respuesta que sugiere el Sínodo a esa crisis no es cambiar la doctrina católica. El cardenal Erdö destacó la insistencia de los Padres sinodales en reafirmar la fidelidad a esa doctrina, en particular a la indisolubilidad del matrimonio. Pero al mismo tiempo hay clara conciencia de que se requiere creatividad pastoral para acercarse a los alejados, o ayudar a las familias a vivir la fe y transmitírsela a sus hijos en contextos muy complejos. Algunos han denunciado la imagen negativa de la familia que transmiten los medios. Para millones de familias -añadió el cardenal Tagle, de Manila, en la presentación de la Relatio-, los problemas son más prosaicos, como el hambre, la pobreza, las migraciones o la guerra.