«Vivo en el infierno, pero si no me prostituyo, matan a mi familia» - Alfa y Omega

«Vivo en el infierno, pero si no me prostituyo, matan a mi familia»

La diócesis onubense ayuda a 87 mujeres a salir de las redes de explotación sexual, a través de dos programas específicos. La ONG de la Iglesia reclama que se persiga a las mafias de trata de personas y se ponga el foco en los clientes

José Antonio Méndez
Foto: Francisco Seco

A pesar de su juventud, Iria ejerce la prostitución desde unos años. Esta chica, afincada en Huelva, cuenta en primera persona cómo es su trabajo y cómo fue su primer día, ese en el que tuvo que empezar a ejercer la prostitución para pagar las deudas que había contraído con la mafia de trata de personas. «Recuerdo ese momento como algo tenebroso, horrible. Todavía lloro cuando echo la vista atrás…». Sin embargo, a pesar de su dolor diario y de la complicada situación en la que se encuentra atrapada, Iria no está sola.

Ella es una de las 87 mujeres atendidas por Cáritas diocesana de Huelva, que dispone de dos servicios específicos para mujeres que ejercen la prostitución. Por un lado, Cáritas Huelva cuenta con el proyecto de Atención a Mujeres en situación de Marginalidad (AMMAR), y por otro, con el proyecto de atención humanitaria en los distintos asentamientos chabolistas de la provincia de Huelva, donde viven muchas de las prostitutas que desarrollan su actividad en la capital onubense y en localidades del área metropolitana.

Joven, extranjera y con hijos

Como explican desde Cáritas, «el perfil de la mujer que ejerce la prostitución y que estamos acompañando a través de nuestros dos programas es el de una chica joven, de entre 25 y 35 años, extranjera, con un bajo nivel educativo y, en muchos casos, con algún menor a su cargo, o bien aquí o bien en su país de origen». Además, muchas de ellas llegan a España dejando atrás situaciones de pobreza, exclusión, discriminación e, incluso, violencia.

La presencia de mujeres españolas ronda ya la cuarta parte de las mujeres acompañadas en estos dos programas. «Aunque en los años más duros de la crisis económica –matizan desde Cáritas– se ha apreciado un aumento de las españolas que ejercen la prostitución, la desproporción es todavía muy notable si se tiene en cuenta que la población extranjera representa un 12 % de la población residente en España, mientras que el 75 % de las chicas que atendemos vienen de otros países». Sobre todo desde Guinea Ecuatorial, y desde Nigeria y Rumanía, dos países que «siempre figuran entre los principales orígenes de mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, tanto en el resto de las provincias de España como en el resto de naciones de Europa».

Más en la calle, menos en clubes

Como apuntan desde Cáritas, «es importante constatar que los perfiles han variado mucho en los últimos años y que siguen modificándose: cambian los países de origen, así como también cambian las formas que adquieren los procesos migratorios y el ejercicio concreto de la prostitución». Por ejemplo, «a causa del impacto de la crisis económica, muchas de las chicas han dejado los clubes de alterne que frecuentaban para trabajar directamente en la calle, ya que en el club los gastos son fijos (aproximadamente 50 euros diarios por la habitación y la comida) sin tener en cuenta los ingresos que obtengan». Ahora, aunque están igual de sometidas a la presión de las mafias, se ven también expuestas a mayores peligros como robos, peleas e incluso violaciones.

Una ayuda en mitad del dolor

A través del proyecto AMMAR, el personal de Cáritas Huelva ofrece a estas mujeres una ayuda en mitad de su calvario. Una ayuda que, en la mayor parte de los casos, llega en forma de asesoramiento en temas de salud e higiene, así como de gestiones diversas en materia de formación y empleo.

Además de ayudar con los papeleos ante la Administración para, por ejemplo, renovar la cartilla sanitaria, también les facilitan cursos de formación y capacitación laboral, y la entrada a bolsas de empleo, para que puedan en el futuro abandonar la prostitución.

Confidencias ante el miedo

Aunque, sobre todo, se les brinda «un espacio para compartir dudas, sentimientos y confidencias, porque se sienten muy solas y necesitan confidentes con quienes expresar sus miedos», señalan desde Cáritas.

Miedos como los que siente Iria. «Estoy viviendo en el mismo infierno y quiero reunir dinero para volver a mi país, pero tengo que prostituirme para poder pagar la deuda que tengo con ellos, o si no matarán a mi familia», dice.

Situaciones tan complicadas como la suya se dan con mucha frecuencia y, por eso, desde Cáritas Huelva piden «mover el foco hacia el cliente y hacia la sociedad para evitar la re-victimización de la mujer». Asimismo, exigen «la persecución, con todos los instrumentos legales vigentes, a todos los que se lucran con el negocio de la prostitución y de la trata de seres humanos», y reclaman a las autoridades que «reconozcan el derecho irrenunciable de acceso a un sistema sanitario universal y gratuito, e impulsen una educación en la que se dé el protagonismo a los valores de igualdad, solidaridad y respeto a los derechos humanos».

En su campaña nacional contra la prostitución, Cáritas apela «a los gobernantes y a las autoridades públicas a no que no hagan oídos sordos ni miren para otro lado ante la vergüenza de esta moderna esclavitud que es la prostitución y que está a la vista de todos»; una lacra que reclama de todos que «abramos los ojos a su realidad y escuchemos su clamor».

J. A. Méndez / Raúl Vega. Huelva