«Partir el pan se ha convertido en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos» - Alfa y Omega

«Partir el pan se ha convertido en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos»

Europa Press
El Papa la tarde del jueves en San Juan de Letrán. Foto: REUTERS

El Papa ha invitado a los fieles a seguir el ejemplo de los santos y santas «que se han dejado “partir” a sí mismos, sus propias vidas, para “alimentar a los hermanos”» y ha elogiado la labor de los padres que se «parten el pecho para criar a sus hijos», durante la misa por la Solemnidad del Corpus Christi que ha celebrado este jueves por la tarde en la Basílica de San Juan de Letrán de Roma.

«Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados», ha expresado el pontífice desde el atrio de la Basílica romana.

Francisco ha reivindicado la labor de los santos -famosos o anónimos- que precisamente «encontraron en la Eucaristía la fuerza para hacer todo esto». «En el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: “Haced esto en memoria mía”», ha manifestado.

En este sentido, ha recordado que el Señor «manda repetir el gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el que nos dio su Cuerpo y su Sangre» y así, a lo largo de los siglos, este «ha llegado hasta nosotros». «Como ocurrió en el milagro de la multiplicación de los panes y peces, donde ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer”», ha reseñado.

Además, el Papa ha manifestado que «partir» es la otra palabra «que explica el significado del “haced esto en memoria mía”». Y ha añadido: «”Partir el pan” se ha convertido en el Icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron “al partir el pan”». «Que el gesto de la procesión eucarística responda también a este mandato de Jesús. Un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para “partir” nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero», ha exhortado finalmente antes de la tradicional procesión hacia la Basílica de Santa María la Mayor.

Homilía completa del Papa

«Hagan esto en memoria mía» (1Co 11,24.25). El apóstol Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto, refiere por dos veces este mandato de Cristo en el relato de la institución de la Eucaristía. Es el testimonio más antiguo de las palabras de Cristo en la Última Cena.

«Hagan esto». Es decir, tomen el pan, den gracias y pártanlo; tomen el cáliz, den gracias y distribúyanlo. Jesús manda repetir el gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el que nos dio su Cuerpo y su Sangre. Y este gesto ha llegado hasta nosotros: es el «hacer» la Eucaristía, que tiene siempre a Jesús como protagonista, pero que se realiza a través de nuestras pobres manos ungidas de Espíritu Santo.

«Hagan esto». Ya en otras ocasiones, Jesús había pedido a sus discípulos que «hicieran» lo que él tenía claro en su espíritu, en obediencia a la voluntad del Padre. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio. Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: «Dénles ustedes de comer» (Lc 9,13). En realidad, Jesús es el que bendice y parte los panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas, pero los cinco panes y los dos peces fueron aportados por los discípulos, y Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud, ofrecieran lo poco que tenían. Hay además otro gesto: los trozos de pan, partidos por las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos para que los distribuyan a la gente. También esto es «hacer» con Jesús, es «dar de comer» con él. Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre (cf. Jn 6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos. Hacer y también partir.

Partir: esta es la otra palabra que explica el significado del «hagan esto en memoria mía». Jesús se ha dejado «partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de Jerusalén: «Perseveraban […] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la Iglesia. Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para «alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Hagan esto en memoria mía».

Que el gesto de la procesión eucarística, que dentro de poco vamos a hacer, responda también a este mandato de Jesús. Un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para «partir» nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero.