La Familia a la que hay que mirar - Alfa y Omega

La Familia a la que hay que mirar

Colaborador
Casa de San José. Excavaciones de Nazaret, sobre las cuales se ha construido la actual basílica de la Anunciación. Aqui vivió la Sagrada Familia

En la familia de Jesús, la Sagrada Familia, el pueblo cristiano ha encontrado siempre la clave de una vida auténticamente humana. No hay humanidad posible sin el calor de una familia, y no la hay porque no hemos sido creados para estar solos. Hemos sido creados «a imagen de Dios», y Dios, en la misma entraña de su ser, es familia. Lo es desde toda la eternidad, en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y lo es al venir a habitar entre nosotros. Apartándose del modelo, la imagen se deforma y se destruye. Si queremos ser nosotros mismos, hemos de mirar al modelo. Aquí está, en Nazaret. El Papa Pablo VI, en su peregrinación a Tierra Santa, y «el Papa de la sonrisa», Juan Pablo I, en uno de los días de su brevísimo pontificado, nos ayudan a poner en su sitio la mirada.

La escuela de Nazaret

«Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio.

Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizás de una manera casi insensible, a imitar esta vida.

Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de lo que Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un sentido.

¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!

Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi furtivamente, alguna enseñanza de la escuela de Nazaret.

Aquí se nos ofrece una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía, y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social».

Pablo VI
5 de enero de 1964

Familias santas

«No cesemos de proclamar a la familia como comunidad de vida. A todos se nos ha dado la gracia de haber nacido en tal comunidad de amor: será fácil para nosotros defenderla. Y así debemos animar a los padres en su tarea como educadores de sus hijos -los primeros catequistas y los mejores-. ¡Qué gran labor y desafío para llevarla a cabo: educar a los hijos en el amor de Dios y hacerlo real para ellos!

¡Cuán admirable es que las familias actúen el poder que tienen para la santificación de marido y mujer y la recíproca influencia entre padres e hijos!

La santidad de la familia cristiana es, en verdad, un medio de primer orden para producir la renovación serena de la Iglesia que el Concilio desea tan vehementemente. Queridos hermanos, deseamos conozcáis dónde están nuestras prioridades pastorales. Permitidnos hacer cuanto podamos en favor de la familia cristiana, de modo que pueda nuestro pueblo cumplir su vocación con gozo cristiano y participar íntima y efectivamente en la misión de salvación de la Iglesia -misión de Cristo-. Y estad seguros de que contáis con nuestra completa ayuda en el amor del Señor Jesús, y os impartimos a todos nuestra apostólica bendición».

Juan Pablo I
21 de septiembre de 1978