Situación caótica en Malawi - Alfa y Omega

En los últimos meses Malawi viene sufriendo un brote de malaria. No es que esto sea noticia, porque los casos de malaria se dan a lo largo de todo el año y especialmente en la época de lluvias, pero ocurre que, en estos momentos, los hospitales públicos no cuentan ni con el tratamiento adecuado para combatirla ni con la infraestructura necesaria, y esto provoca un aumento de muertes, sobre todo infantiles.

Vivir en África es asumir que tarde o temprano pasarás por la experiencia de haber tenido malaria. Pocos son los que, viviendo en zonas de riesgo, han escapado de la picadura del mosquito Anopheles con el agravante de convertirse en malaria cerebral y las implicaciones que esto conlleva, entre ellas, la amenaza de muerte si no se trata con rapidez.

Toda esta explicación viene al caso para hablar de la realidad en la que se encuentran la mayoría de los hospitales coordinados por congregaciones religiosas o por organizaciones internacionales. Situación caótica es como se puede calificar lo que se vive día a día en estos centros, con un aumento de pacientes hasta llegar a triplicar los que habitualmente reciben. Visitar cualquiera de estos hospitales es encontrarse filas y filas de personas esperando ser atendidas, gente que llega desde los poblados con la esperanza de conseguir tratamiento.

Lo que realmente duele es la dejadez de las instituciones públicas, que ni tienen ni se preocupan por conseguir las medicinas necesarias, desviando el dinero para otros usos, como es el ya tan mencionado estadio de fútbol (sigue sin ser inaugurado) o carreteras cuyo único objetivo es contentar a la oposición para que siga apoyando al Gobierno, hasta el punto de hacerlas llegar justo hasta el poblado de su líder sin importar qué número de vehículos las usarán.

De nada sirve que desde las misiones se pida al Gobierno apoyo para hacer frente a una situación de emergencia como esta: la única respuesta que se obtiene es la de falta de recursos. Tampoco sirve alegar la necesidad de más personal médico, pero sobre todo de medicinas. Afortunadamente las misiones no se acobardan y buscan, a través de ayudas internacionales, los recursos que necesitan, en este caso medicinas, para paliar una situación en la que los únicos perjudicados son los propios malawianos abandonados a su suerte por su Gobierno.