«Sois los juncos de Dios» - Alfa y Omega

«Sois los juncos de Dios»

Colaborador
El cardenal Barbarin, el 6 de diciembre, con los cristianos iraquíes en Erbil

Miles de cristianos de Erbil saben que no están solos. Para demostrárselo, el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon y primado de las Galias, llenó un avión, el primer fin de semana de diciembre, para vivir con los cristianos iraquíes la Fiesta de la luz que todos los años se celebra en la diócesis francesa. «Vamos a rezar, pero no por ellos, sino con ellos. Juntos —afirmó el cardenal cuando anunció su viaje—, queremos ayudar a realojar a las miles de familias que lo han perdido todo. Y también queremos dar a conocer a Europa el destino de quienes siguen siendo fieles a Cristo, y que pueden quedar olvidados. Vamos a su encuentro, sabiendo que ellos son quienes nos alertarán sobre el estado de nuestra fe. Ellos, quienes prefirieron elegir el dictado de su conciencia antes que los bienes materiales».

En la Procesión de la luz participaron diez mil cristianos. La presencia del cardenal Barbarin y de más de cien franceses que le acompañaron, por desgracia, no servirá para que estos católicos regresen a su hogar. Pero sí para que se sientan queridos y acompañados. Así lo describe el cardenal Barbarin: «Los ancianos, entre lágrimas, abrazaban la cruz pectoral, y nos decían que lo que más falta les hacía era nuestra proximidad. ¡Queremos tener la certeza de que no hemos sido olvidados!, exclamaban».

Los hombres pasan el día sentados, fumando cigarros, esperando encontrar un trabajo. Las mujeres recuerdan la serenidad de sus casas, en las que, desde hace siglos, había vivido su familia. Los estudiantes ya ni siquiera sueñan con poder ir a la universidad. Muchos sólo piensan en huir a Occidente. Otros no se resignan a perder su cultura y su familia, en ocasiones ancianos o enfermos.

El Papa querría ir a Irak, pero es consciente de que su visita podría poner en peligro la seguridad de la población. Por este motivo, se contentó con acompañar a los peregrinos franceses con un vídeomensaje. Fue transmitido en la procesión con las velas, en la plaza de Erbil: «Os agradezco del testimonio que dais; pero hay tanto sufrimiento en vuestro testimonio… ¡Gracias! ¡Gracias, de verdad! Parece que la gente no quiere que allí haya cristianos. Pero vosotros dais testimonio de Cristo», les decía Francisco.

El Santo Padre confesó el dolor que siente sólo al pensar en «las heridas y el dolor de las madres con sus hijos, de las personas mayores y de los refugiados…». Por eso definió a los cristianos iraquíes como juncos de Dios: «Cuando viene el viento y la tempestad, el junto se dobla pero no se rompe. Vosotros sois, en este momento, un junco; doblegados por el dolor, pero con la fuerza que os mantiene firmes en la fe. Y eso es para nosotros un testimonio y un ejemplo. ¡Hoy sois los juncos de Dios!».

Judikael Hirel