Un Pacto sin cimientos - Alfa y Omega

Un Pacto sin cimientos

Alfa y Omega lo adelantó, el pasado noviembre: el primer objetivo del Gobierno con el Pacto educativo es garantizar la estabilidad normativa. Es decir, que haya una ley educativa blindada. El ministro Gabilondo ya ha puesto medidas a ese blindaje: dos tercios del Parlamento. Lo que a priori puede ser una excelente medida, esconde una trampa envenenada que puede lastrar la educación española (aún más) durante décadas. Porque, como dicen los expertos, una cosa es garantizar una única ley educativa, y otra es blindar la actual legislación, contrastadamente fracasada

José Antonio Méndez
Los cimientos son decisivos

Un mes. Ése fue el tiempo que tardó el primer Gobierno de Zapatero en derogar la ley de educación elaborada por el PP (la LOCE). En abril de 2004 fue investido el actual Presidente, y en mayo ya había paralizado por dos años la aplicación de la Ley de Calidad de la Enseñanza. Motivo por el que la entonces ministra, doña María Jesús Sansegundo, tuvo que pergeñar la actual legislación antes de mayo de 2006, a fin de que la política educativa del PP quedase fuera de juego. Efectivamente, el 3 de mayo de 2006, el rey sancionó la LOE. Tres años después, una vez que la ley se ha implantado paulatinamente en todos los tramos educativos, y después de que en estos años el Ministerio se haya negado a negociar con los padres y los centros católicos asuntos como Educación para la ciudadanía, los conciertos escolares o las mejoras para paliar el fracaso escolar, el ministro Gabilondo recibió el encargo de gestar un Pacto de Estado por la educación.

Ya en noviembre de 2009, Alfa y Omega adelantaba a sus lectores los contenidos del borrador, de doce puntos, sobre el que gravitaría el Pacto. Y el primero era la estabilidad normativa. Esto es, lograr una legislación que no esté al albur de los cambios políticos. Hace unas semanas, el ministro expresaba su intención de que, para cambiar la ley educativa, sea necesario el voto de dos tercios del Parlamento. Pero lo que puede parecer una buena medida esconde una trampa envenenada: ¿es lógico blindar una ley que se basa en un sistema internacionalmente abandonado; que sacó a un millón de personas a la calle en 2005; que incorpora asignaturas que aún tienen litigios en los tribunales; que nos ha llevado a un 30 % de fracaso escolar; y que, lejos de incentivar la excelencia, abre la puerta a conseguir el graduado con asignaturas suspensas? ¿No será eso construir un pacto sin cimientos?

Como afirma don Benigno Blanco, Presidente del Foro Español de la Familia, «para un pacto de verdad, lo primero que habría que hacer es ponerse de acuerdo en el diagnóstico preciso del problema del sistema educativo; después, tener voluntad de solucionar ese problema; y, por último, desarrollar una nueva ley consensuada que garantice la excelencia. Si llamamos Pacto a blindar una ley fracasada y a ponernos de acuerdo en unos cuantos detalles técnicos, sin hablar de los problemas más graves, estamos ante una locura a la que espero que no se presten las personas a las que de verdad les importa la educación».

La causa de los males educativos

Y no es pequeño el problema. Benigno Blanco asegura que «la LOE se inspira en el sistema de la escuela comprensiva, que es la clave del fracaso escolar que sufre España. Era el modelo pedagógico de moda en los 70, pero ha fracasado en todo el mundo, y países como Estados Unidos, Brasil (donde nació), Francia o Inglaterra lo han abandonado. Este modelo es la causa del fracaso escolar que padecemos, la clave de nuestros males educativos; ignora cómo son las personas y fomenta la vagancia, la mediocridad, la falta de aspiraciones y la desmotivación». Y concluye con una advertencia: «Lo que lastra el sistema educativo en España es el prejuicio sectario, viejo y fracasado de la izquierda, que en este punto no ha evolucionado desde que se instauró la democracia. ¿Alguien se imagina al PSOE defendiendo hoy las políticas económicas que defendía Alfonso Guerra, como nacionalizar las empresas? Perpetuar un sistema educativo abandonado en todo el mundo, sólo porque algo hay que pactar, es una necedad que no nos podemos permitir».

Los padres, en contra de educar para el aborto

Que el Gobierno haya aprobado la Ley de Salud Sexual y Reproductiva no sólo tendrá implicaciones para los niños que no puedan nacer, víctimas del aborto. También tendrá repercusiones en los que acuden a los centros escolares, pues la vertiente educativa de esta ley pretende impregnar de contenidos sexuales la educación de los menores. Dos de las principales asociaciones de padres de España, Concapa y Cofapa, han hecho pública una declaración conjunta en la que aseguran que, «al tratarse de temas con evidentes repercusiones morales o éticas, que inciden en el desarrollo de la personalidad de los educandos y en su propia intimidad, habrá de tenerse en cuenta muy especialmente la opinión de las familias -como primeras y principales educadoras de sus hijos- a la hora de concretar sus contenidos, objetivos, métodos, etc.». Además, los padres aseguran que la ley deberá desarrollarse «desde la más exquisita objetividad y respeto al pluralismo, evitando imponer o inculcar, ni siquiera de manera indirecta, puntos de vista determinados sobre cuestiones morales que en la sociedad española son controvertidas», aludiendo a la Sentencia del Supremo sobre Educación para la ciudadanía, y piden que queden garantizadas «la neutralidad ideológica en centros públicos y la no conculcación del ideario propio de los centros privados que lo tengan».