Profeta del sentido de la vida - Alfa y Omega

Profeta del sentido de la vida

A los 92 años, el pasado 26 de agosto murió Víctor Frankl, fundador de la Tercera Escuela Vienesa de Psicología, doctor honoris causa por 28 Universidades, autor de numerosas obras, traducidas a 23 idiomas, y uno de los humanistas cristianos —converso del judaísmo—más conocidos del mundo, y ¡menos conocido dentro de nuestras fronteras! Desde Alfa y Omega le ofrecemos el justo homenaje que merece como maestro de nuestro tiempo. Recogemos aquí algunos retazos de una entrevista que ya publicamos en su día, sin olvidar el testimonio de su experiencia en Auschwitz

Manuel María Bru Alonso
El doctor Víctor Frankl, en una foto de sus últimos años

Si tuviésemos que sintetizar en tres ideas la aportación intelectual de Victor Frankl, no sólo al campo de la psicología y la psiquiatría, sino al de la filosofía y el humanismo contemporáneos, no podríamos dejar de señalar que es el gran renovador de la psicoterapia, incorporando a ella como variable clave el sentido de la vida; que ha denunciado con argumentos científicos cómo el prejuicio ideológico de muchos psicólogos sobre la experiencia religiosa redunda en represión a sus pacientes; y que ha llegado a explicar con éxito sus planteamientos psicológicos al gran público, al hacerles ver cómo encontró luz para conocer a fondo la grandeza de la libertad humana desde su experiencia como prisionero en un campo de concentración.

La terapia del sentido de la vida

El profesor Frankl ha escrito más de treinta obras de psicología, entre las que destaca El hombre en busca de sentido, un auténtico best seller en el que, al hilo de sus experiencias en el campo de concentración de Auschwitz, nos ofrece sus reflexiones psicológicas y antropológicas. Otros dos libros suyos también publicados en castellano son Ante el vacío existencial y La presencia ignorada de Dios. Si el primero es más académico y hermético, en el segundo, apasionante, se atreve a proponer un análisis existencial de la conciencia como «órgano del sentido», y una interesantísima interpretación de los sueños. Sobre muestras de cientos de pacientes se observa la liberación del inconsciente espiritual y religioso a través de los sueños, liberación que sólo se explica por una autentica represión cultural-ambiental, que provoca un inaudito pudor ante una experiencia ciertamente tabú, que más que ninguna otra cosa avergüenza reconocer y confesar: la experiencia religiosa.

Victor Frankl fue el fundador de la tercera escuela vienesa de psicoterapia, la logoterapia o terapia del sentido de la vida. Ésta consiste en encauzar la psicoterapia al servicio del factor más centralizador y sanador de la psicología del ser humano: analizar las verdaderas motivaciones existenciales, aquello por lo que vivimos -los sentidos de la vida-, y llegar a descubrir y optar libremente y globalmente por el ultrasentido, que sea capaz de orientar todos los sentidos a un único fin que responda al Ser del sentido, pues el único sentido del ser se identifica con el único y último Ser del sentido.

Si para Victor Frankl la búsqueda del sentido es la clave para la salud psíquica, su ausencia constituye uno de los grandes problemas de la cultura contemporánea: Vivimos en una época caracterizada por un sentimiento de falta de sentido. Hoy más que nunca, la educación es educación a la responsabilidad. Vivimos en una sociedad de la abundancia, pero esta abundancia no lo es sólo de bienes materiales, es también una abundancia de información. Nos acosan estímulos e incentivos de todas clases, y no sólo sexuales. Si el hombre en medio de todo este torbellino de estímulos quiere sobrevivir a los medios de comunicación de masas, debe saber qué es o no lo importante, qué es o no lo fundamental, en una palabra, qué es lo que tiene sentido y qué es lo que no lo tiene.

Preguntarse por el sentido de la vida, y descubrir en el encuentro con los demás la respuesta, es la clave de la felicidad y de la salud psíquica. A este propósito, estas palabras de la entrevista que le hicimos hace dos años se nos muestran hoy de una gran actualidad: Los jóvenes, también hoy, tienen a su disposición figuras de gran relieve para comprometerse con un mundo mejor. Un Maximiliano Kolbe, una Madre Teresa de Calcuta, son la prueba más evidente de que los caminos para la realización del sentido de la vida son posibles para todos. Es necesario hacer algo, trabajar por algo, vivir con intensidad algo… por amor a Alguien.

Libertad interior

El prisionero 119.104 de Auschwitz replanteó su pensamiento a partir de su vivencia personal, y de la observación de la de sus compañeros de tormento. Narra pequeñas experiencias por las que cada vez se convencía más de que, en las circunstancias de mayor privación de libertad exterior, más claramente el hombre muestra el don recibido de una libertad que nadie le puede quitar; del valor humano del sufrimiento, y de la necesidad radical de transcendencia. Siempre me ha impresionado, al respecto, este pensamiento suyo: La máxima preocupación de los prisioneros se resumía en una pregunta: ¿sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos esos sufrimientos carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era ésta otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir; una vida cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida.