El retiro del portavoz espartano - Alfa y Omega

El retiro del portavoz espartano

A decir verdad, el padre Lombardi, que el 31 de julio abandona la Sala Stampa vaticana, siempre fue un portavoz poco ordinario. Ha intentado constantemente adaptarse a la realidad comunicativa de dos pontífices con rasgos muy distintos, respetando fielmente su carácter institucional

Andrés Beltramo Álvarez
Foto: CNS

Serenidad y realismo. Dos cualidades que bien pueden resumir diez años de servicio inagotable. El 31 de julio Federico Lombardi dejará de ser portavoz del Papa. Se irá como llegó: evitando el protagonismo. Con incontables recuerdos positivos y sin remordimientos. Con la satisfacción del deber cumplido. Reconociendo sus limitaciones y hasta el sufrimiento causado por tempestades de impacto mundial que involucraron a la Santa Sede, como la crisis por los abusos sexuales contra menores. Con su salida concluirá una época que introdujo al Vaticano en un mundo de rapidez mediática y necesidad urgente de transparencia.

«El Señor es quien conduce la Iglesia»

Entre risas cómplices, el sacerdote jesuita no da mucha importancia al fin de su servicio como director de la Sala Stampa, la oficina de prensa vaticana. «En lo que respecta al Papa y la Iglesia, estoy convencido de que es el Señor quien la conduce», exclama tranquilo, mientras se acomoda en una silla giratoria de madera y piel. A sus espaldas, un gran escritorio atiborrado de papeles y libros parece afirmar que su labor aún no concluye. Al menos hasta el viaje apostólico a Polonia, previsto del 27 al 31 de julio. Después será sustituido por el periodista estadounidense Greg Burke y la española Paloma García Ovejero.

En medio del caos, aquellos voluminosos documentos muestran un cierto orden. A la derecha, noticias de actualidad; a un lado, informes sobre el sínodo panortodoxo; más allá, libros y publicaciones recibidos en los últimos días. Otras dos montañas de papeles sobre el último juicio por el Vatileaks II, la fuga de documentos confidenciales por la cual el clérigo español Lucio Ángel Vallejo Balda ha sido condenado a 18 meses de prisión.

En el mismo despacho que lo ha cobijado durante una década, responde a una de sus últimas entrevistas como portavoz y constata, sonriendo: «No tienen necesidad de mí y no pienso que pierdan mucho con el hecho de que entrego la estafeta a alguien que, estoy seguro, sabrá hacer muy bien su trabajo. Eso no me preocupa en particular». Palabras que son muestra de un personal estilo de ser la voz de los Papas: austero, casi espartano.

Abusos sexuales y Vatileaks

«Han sido diez años divididos en dos pontificados con características bastante diferentes», reconoce. «El de Benedicto, con sus situaciones, de las cuales se recuerdan más las problemáticas. Pero hubo también muchas cosas extremadamente bellas desde el punto de vista del magisterio, como la encíclica Deus caritas est o la gran parte de los viajes que fueron éxitos desde el punto de vista de los encuentros con la gente, como el de Estados Unidos o el de Inglaterra», añade.

Lombardi recuerda entre los «aspectos más difíciles» la crisis de los abusos sexuales, que califica como el episodio más tormentoso que le tocó vivir. Situaciones que le afectaron en lo personal y afrontó con «sufrimiento espiritual», por la obligación de rendir cuentas sobre «la experiencia del mal y de la fragilidad humana». E insiste en que tratan de atender los problemas con «lealtad, haciéndoles frente y buscando el camino de la purificación, junto al Papa. De esto participé con mucho empeño, pero con sufrimiento».

Además ha tenido que responder a otros momentos atribulados, entre ellos dos Vatileaks: uno en 2012, con el Papa Benedicto, y otro en 2015, con Francisco. Ambas situaciones las encaró con idéntica convicción: En la respuesta a las crisis, la Iglesia se jugaba la credibilidad. Sobre ello Lombardi prefiere no darse mérito. «Dejo siempre que los demás juzguen los resultados, si ha habido más o menos pasos adelante, más o menos aciertos…».

El cambio de pontificado

Durante su mandato, se ha llevado a cabo un «verdadero esfuerzo para una comunicación apropiada pero progresivamente mejor, [aunque]para algunos nunca es suficiente». Y añade: «Ciertas cosas se han hecho mejor, otras no tanto, pero ha sido un camino decidido y buscado honestamente».

«Un momento importante en mi servicio fue la renuncia de Benedicto, que viví con gran implicación personal, pero también con serenidad, porque me sentía muy en sintonía con el Papa y con las explicaciones que él dio para la renuncia, de su visión de fe y de gran responsabilidad eclesial con la cual había tomado esta decisión tan difícil. Para mí fue un tiempo muy intenso pero no de desorientación», abunda.

También valora la «experiencia nueva» del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, quien ha demostrado gran dinamismo y creatividad como comunicador. De este tiempo evoca la conmoción por el lavado de los pies en el primer Jueves Santo del nuevo Papa, quien decidió cumplir ese gesto con internos de la cárcel para menores en Roma en marzo de 2013. O el cambio en su relación con los periodistas, modificando el formato de las conferencias a bordo del avión papal. Todo esto como parte de un «capítulo nuevo», al cual tuvo que ponerle especial atención para comprender el estilo del papado.

«Cuando no sé algo, digo que no lo sé»

A decir verdad, el padre Lombardi, que el 29 de agosto cumplirá 74 años, siempre fue un portavoz poco ordinario. Ha intentado constantemente adaptarse a la realidad comunicativa del pontificado de turno, respetando fielmente su carácter institucional. Esto le ha granjeado críticas aisladas, que se desvanecieron con el tiempo. Y ahora, que está pronto a dejar su servicio, los vaticanistas le reconocen con unanimidad sus cualidades humanas y profesionales.

«Honestamente siempre he concebido mi trabajo como un servicio adaptado a las características e intenciones comunicativas de las personas para las cuales trabajo, sin imponer criterios personales. El estilo de gobierno y la comunicación de los Papas ha sido diverso y nosotros hemos intentado acompañarlos», confiesa.

«Cuando no sé algo, digo que no lo sé, no hago como que lo sé, mejor voy a buscarlo y a informarme. Es un esfuerzo por darle a los comunicadores la confianza que uno quiere, ayudarles honestamente a comprender lo que es justo entender, no a manipularles en ningún modo, diciéndoles la verdad de los hechos, naturalmente siempre con un esfuerzo por explicar cuál es la intención de la Iglesia y del Vaticano, en el gobernar o llevar adelante las cuestiones eclesiales», abunda.

Entre las preocupaciones más notables del sacerdote jesuita siempre ha destacado su paciente intento por hacer comprender a los periodistas la cualidad sobrenatural de las decisiones vaticanas. «Las cosas pueden ser interpretadas con una perspectiva de carácter más negativo o puramente político, de poder, de luchas o reconociendo la dimensión espiritual, que tiene un peso a la hora de explicar acontecimientos que permanecen. Esto para mí siempre ha sido muy importante: ser transparentes y verídicos en el conocer, en comprender la verdad de los hechos y reconocer la profundidad, la intención eclesial que orienta las decisiones».

Federico Lombardi asegura que, al acercarse su retiro, se lleva «muchísimos momentos bellos, de gran alegría y de gran intensidad espiritual». Y como si mirara hacia atrás, no duda en afirmar: «Siempre he vivido con intensidad las relaciones con mis colaboradores, las personas con las cuales he trabajado y con los periodistas».